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Teatro Incompleto I

Julio César Beltzer

Textualmente, el pedido de prólogo que me solicitó Damián Bojorque fue “vertiginoso y pequeño”. Por lo tanto trataré de cumplir con la propuesta porque lo vertiginoso ya está en el texto, precisamente, por lo inquietante, por el vértigo que provoca abordar la lectura de este libro.

Lo pequeño radica en mi economía expresiva -qué responsabilidad- para manifestar qué me pasó y me pasa con estos textos.

“Piojos”, el primero, es un texto dramático que -más que nunca en estos tiempos- se inscribe en lo testimonial que no pierde vigencia (el cuerpo inscripto que cuenta por sí mismo en el devenir histórico). Existe entre el relato pasado, el permanente presente y el por-venir hacia el que se proyecta. Posee, quizás más allá de la intención del autor, una clara conexión con algunos escritos de Tato Pavlovsky y a la vez juega con la resignificación de la búsqueda, la pérdida... Penélope, Ulises, Telémaco... se entrecruzan en una odisea de un pasado cercano y terrible para, en algunos casos, volver a encontrarse.

En el segundo texto: “La reina del maíz -Una crítica pochoclera-”, el autor, a través de sus personajes, aborda temáticas que transitan desde el lugar de la mujer hasta el tráfico de drogas y la corrupción. Con humor incisivo emerge una feroz crítica en cuanto al tratamiento del cuerpo social e individual. Cuerpo exigido, maltratado, sometido y que en el orden de los contenidos se articula claramente con la primera obra.

Ya el título del siguiente texto: “Plantar un árbol -Un absurdo ecológico-” no anticipa el tono del mismo. Este material se va abrochando con las obras teatrales anteriores, tanto desde el humor absurdo como desde lo siniestro. Se estructura y resuelve de manera sencilla con gran eficacia y economía de relato. Unidad de espacio, tiempo y acción. Con una notable economía de recursos se da el pase del objeto-conflicto (el árbol) que es la vida misma a través de personajes genéricos. Sólo Paquita, la perra, paradojalmente, tiene nombre.

El último texto, en tanto, es un monólogo plagado de ironía y humor perverso que genera la identificación y el deseo de espiar y saber. Saber que se intuye, deseo que se siente en el cuerpo. Cuerpo deseante que está vivo y sabe de su incompletud. Y de la falta. No en vano el libro de Bojorque se llama Teatro Incompleto.