llegan cartas

Lo central de la Navidad

ALBERTO FABIÁN ESTRUBIA

DNI. 6.240.308.

Llegando el fin del año, se nos presentan dos días festivos: Navidad y Año Nuevo. De los dos, el más cargado de significación es el primero. En él, a través del Pesebre, los pastores y la estrella de los Magos, recordamos el nacimiento de Jesús. Este hecho histórico tuvo tal relevancia que partió el tiempo en dos: antes de Cristo y después de Cristo. Si no hubiera nacido Jesús, no existiría el Cristianismo, porque éste se estructuró en las primeras comunidades, a partir de sus enseñanzas.

Jesús se hizo presente en la historia con un mensaje distinto. Como buen judío que era, le preocupaba que los israelitas vivieran de acuerdo a lo que se decía y se creía del Dios Yahvé. Una doctrina muy antigua, en ocasiones, desajustada al momento histórico o tergiversada por los sacerdotes del templo. El aporte de Jesús fue entender con claridad qué era lo que Dios quería de los hombres y para los hombres. Y dio su versión pero no escribió nada, solamente lo dijo y lo que él propuso, quedó testimoniado 30 años después, en los evangelios que escribieron sus discípulos y seguidores. De ahí partimos nosotros hoy, para intentar conocerlo a él y su mensaje.

La narración de su nacimiento en un establo en Belén y los fenómenos celestes de tal ocasión, no deben ser tomados como una noticia periodística, sino más bien como un relato poético y teológico. Se quiere decir algo importante y entonces se lo reviste de colores, música, palabras y elementos simbólicos, siendo fieles al mensaje profundo, más allá de los adornos y el formato literario.

Lo real fue que Jesús nació como un pobre más de Israel, además excluido, “no había lugar para ellos en la Posada”. Ningún poderoso se percató de su llegada, sólo algunos pastores. La figura de la madre jovencita, hamacando al recién nacido, y la preocupación de José por protegerlo era la de todos. El Evangelio de Lucas, lo que pretende es embellecer y darle solemnidad a un hecho común como es dar a luz a un Niño, acentuando en su relato lo nuclear de la fe.

A la dimensión histórica y mesiánica de Jesús se la fue viendo después, con más claridad, en su vida pública, en su predicación y enseñanza.

Pero hoy ponemos el acento en la humildad del Pesebre, en la soledad de una familia pobre y, muy posiblemente, los temores naturales de María y de José. La presencia del ángel que lo anunció y de los ángeles que, en el firmamento, festejaron su llegada, habla de la misteriosa presencia de Dios. Esto es lo central de la Navidad. Todo lo demás “es cartón pintado”.