Javier Rossi, el Padre de la bicicleta

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Javier Rossi nos recibió en la Iglesia María Auxiliadora donde contó parte de su vida sacerdotal.

El joven sacerdote presta servicio en la Parroquia María Auxiliadora y en la Capilla del Cementerio Municipal. Su medio de transporte preferido es la bici, un gesto de humildad y una forma de mantenerse en contacto con el deporte.

 

TEXTOS. JUAN CARLOS HABERKON Y JAVIER DÍAZ ([email protected]). FOTOS. GUILLERMO DI SALVATORE Y MAURICIO GARÍN.

Alberti al 2500, entre Aristóbulo del Valle y San Martín, mitad de cuadra, vereda sur.

- ¿Barrio Transporte, Padre?

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Javier Rossi es un cura joven, de aspecto sencillo. Presta servicio en la Capilla Nuestra Señora del Carmen, del Cementerio Municipal, y en la Parroquia María Auxiliadora, donde se instaló hace tres meses, después de cuatro años en el barrio El Pozo.

Mate en mano abre la puerta de la casita parroquial, a la que recién se está habituando. Antes de iniciar la charla con Nosotros despide a un pintor que está remozando el frente del templo y acaba de finalizar la jornada. “A mí me gusta, en cada lugar que estoy, hacer algo que quede para quien me suceda”, afirma.

Nacido en Santa Fe y criado en Santo Tomé, por el sacerdocio vivió en Esperanza, San Carlos y Gálvez. En nuestra ciudad estuvo al lado del padre Gasparotto en la parroquia Nuestra Señora de la Merced durante la inundación de 2003 y fue el párroco de la Perpetuo Socorro en El Pozo.

Su medio de transporte preferido es la bicicleta, con la que recorre las calles del barrio que ahora es su nuevo hogar y de toda la ciudad. “Tengo un autito pero lo uso en caso de extrema necesidad”, asegura. Prefiere las dos ruedas a la hora de elegir un vehículo para “llevar el mensaje de Jesús”, como define su actividad.

MISIÓN A PEDAL

“Nosotros buscamos ser como Jesús hoy, imitar como sería él, pero en el siglo XXI. Eso implica buscar las formas de que su buena noticia siga llegando a la familia de hoy, ya sea hablándole a un joven, un niño, un adulto o un anciano, como también acompañando eventos que lleva adelante alguna comunidad”, explica.

La bici es para él un puente hacia su infancia: “Dentro de eso yo encontré un amor desde chico, cuando salía a pasear con mi padre en bicicleta por Santo Tomé y siempre era como una gran aventura; eso quedó siempre en mí como una marca. Por eso, ya como cura, la implementé como una linda herramienta pastoral para recorrer la ciudad y los distintos lugares por los que he pasado”.

De hecho, la bicicleta fue protagonista en distintas oportunidades de su vida sacerdotal. “En San Carlos recuerda hacíamos cada año un ‘bici-crucis’, es decir, un vía crucis en bicicleta. Salíamos por toda la ciudad en bicicleta y recorríamos las 14 estaciones parando en hogares de ancianos, en ermitas, en puntos clave. Era una cruz gigante que encabezaba la procesión arriba de una camioneta y atrás eran tres o cuatro cuadras de bicicletas siguiéndola”.

Como ejemplo también vale la oportunidad en que unió pedaleando los más de 700 kilómetros que separan a Gálvez de Itatí, Corrientes, para asistir a una de las fiestas patronales más importantes que tiene el país.

“Conocí a unos correntinos que todos los años iban a la Virgen de Itatí en bicicleta y una vez me enganché con ellos; hicimos 720 kilómetros en cuatro días y medio; fue una gran experiencia”, sostiene. “Es un viaje hermoso que te permite ver distintos paisajes del país y conocer la hospitalidad de la gente, fundamentalmente en el norte”, continúa.

En ese sentido, rememora que “nosotros parábamos en algún lugar y buscábamos dónde pasar la noche, siempre alguien te ofrecía un lugar. Recuerdo un hombre en Florencia, el último pueblo de Santa Fe al límite con Chaco que nos ofreció su galpón para dejar las bicicletas y descansar”.

“Es cierto que es una realidad distinta a la de las grandes ciudades, pero realmente es para destacar porque sirve como muestra para ver que todavía existe esa solidaridad característica de los argentinos. Muchas veces parece que está perdida, pero basta recorrer un poco para saber que no es así”, analiza.

AVANZAR DESDE EL DEPORTE

Si la bici ha sido una herramienta más que importante para desarrollar su función sacerdotal, también se debe a que, para él, el deporte y la actividad pastoral van de la mano. Y en tiempos difíciles en lo social, éste es un elemento esencial para salir adelante.

En ese sentido, cualquier alternativa es válida. “Por ejemplo, las veces que me tocó prestar servicio en otros pueblos o ciudades siempre me gustó organizar grupos para participar de la procesión a Guadalupe”, comenta y piensa en las ocasiones en que llegó caminando desde cada lugar en que le tocó prestar servicio. “Por ejemplo, de Gálvez vine dos veces, una por la ruta 11 y otra por la autopista”, menciona.

“Yo creo en el trabajo de prevención. No esperar a que alguien caiga en algo malo para después ayudarlo, sino prevenir que esas cosas no pasen. Para eso es fundamental inculcar el deporte y las actividades grupales al aire libre”, concluye.

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El Padre de la bicicleta se mueve a lo largo y a lo ancho de santa fe y santo tomé. Más allá del contacto con la gente, la utiliza como medio para realizar deporte.

HACER LÍO

Fue la frase más comentada del año, desde el mismo momento en que el Papa Francisco la pronunció, el 25 de julio de 2013, durante un encuentro con jóvenes argentinos en el marco de las Jornadas Mundiales de la Juventud en Río de Janeiro. “Hagan lío”, dijo ante unas 30.000 personas que participaban de la actividad fuera de agenda.

“Esto es algo en lo que el Papa viene trabajando desde que era el Cardenal Bergoglio y tiene que ver con una Iglesia más misionera”, interpreta el padre Javier Rossi al respecto.

“Ya no sorprende tanto que la Iglesia salga a visitar a las familias, a recorrer los barrios, a pisar el barro de las calles para buscar a la gente y mostrarle este camino de felicidad que nos propone Jesús. Ese ‘hagan lío’ pasa un poco por ahí”.

IR A LOS JÓVENES

Uno de los desafíos que afronta la Iglesia en la actualidad es atraer la atención de los jóvenes, que muchas veces aparecen alejados de las creencias religiosas. El padre Javier Rossi explica cómo se trabaja en ese sentido: “Actualmente se está apostando a lo que llamamos retiros de impacto. Lo que se hace es invitar a los jóvenes a tener un retiro, no demasiado convencional, sino buscando alternativas para llevar la enseñanza de Jesús”.

Pero no todo se agota ahí. “A su vez, a eso siempre hay que sumarle esa faceta misionera y callejera que nos pide el Papa Francisco de salir a buscar a la gente y mostrarle un camino diferente”, agrega.

“Yo a eso lo vi en el club de El Pozo, que usa el fútbol como una herramienta para sacar a los chicos de la calle, o mejor dicho de lo malo que tiene la calle”.

Por eso, durante su estadía en el barrio, Rossi mantuvo un estrecho vínculo con la institución que este año ingresó a la Liga Santafesina de Fútbol y ya ascendió a la Primera División.

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El Padre Rossi en la peregrinación que se lleva a cabo en la ciudad de San Javier cada año por San Francisco Javier.