Una mirada psicológica sobre la “locura” de estos días

La otra cara de las fiestas: conflictos, angustia y estrés

  • Pese a la proliferación de mensajes que auguran buenos deseos, el fin de año nos enfrenta a las pérdidas, a las diferencias familiares y a un consumismo exacerbado para escapar a una realidad angustiante.
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Llenar vacíos. La compra compulsiva de regalos (cuantos más, mejor) es una forma de paliar las ausencias y angustias que se hacen más evidentes en estas fechas. Foto: Flavio Raina

 

Agustina Mai

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Intenso, vertiginoso y agotador. Así es diciembre, un mes que condensa despedidas, finalizaciones de cursos, exámenes, presentaciones laborales, balances personales y las fiestas de fin de año. “Todo diciembre vivimos a las corridas, acelerados e irritables. Basta ver lo que sucede en la calle, en el tránsito o en cualquier negocio para entender cómo nos afecta el fin de año”, comenzó contextualizando Mónica Niel, presidente del Colegio de Psicólogos de Santa Fe.

Alejada del espíritu íntimo, afectivo y solidario, la Navidad se convierte en una carrera a contrarreloj para comprar regalos y definir un menú súper abundante con canilla libre incluida. “Las fiestas adquieren un tinte maníaco, todo es exceso y frenesí: hay que comprar cientos de regalos, comer hasta reventar y tomarse todo. La Navidad cada vez se parece más a un carnaval, en el sentido dionisíaco de desborde y exceso”, señaló Niel.

Esta reacción hiperbólica es una forma de negar la realidad con la que nos topamos en estas fechas. “Las fiestas nos enfrentan con las pérdidas, en la mesa se nota quiénes faltan: puede ser un ser querido que se murió o una pareja que ya no está por una separación”, continuó.

En vez de aceptar y tolerar la pérdida, nuestra cultura exige “buena onda”, seguir incansablemente y rendir cada vez más. “Las fiestas son un reflejo de lo que está pasando en la sociedad, una sociedad que no tolera la angustia, la tristeza ni la pérdida y en la cual todo tiene que ser ‘pum para arriba’. Por lo tanto, la salida que uno encuentra es contrastar la pérdida con el desborde”, explicó la psicóloga.

Conflictos y estrés

Pero también en estas reuniones se hacen más evidentes los problemas interpersonales. “Como la premisa es que se junten todos, entonces los conflictos salen a la luz. Si alguien está peleado o no quiere ver a otra persona, en este momento es cuando se evidencian esas distancias y diferencias”, advirtió.

Además de la carga emocional y de la complejidad de las relaciones humanas, se suma el cierre de todo un año de trabajo, estudio y proyectos personales. “Todo el mundo quiere dejar terminadas muchas cuestiones antes de fin de año para que a la hora de hacer el balance tengamos más cosas del lado del debe que del haber”, agregó Niel.

Estas situaciones producen ansiedad y angustia. “A nadie le pasan desapercibidas las fiestas porque a todos nos afectan de alguna manera. Pueden generar ansiedad, apuro, excitación, angustia, trastornos del sueño y todo lo que uno asocia con el estrés”, detalló.

Es por eso que en esta época del año es frecuente que viejos pacientes que hace tiempo no aparecían por el consultorio hagan un llamado de emergencia o que quienes venían pensando en comenzar terapia, se decidan arrancar antes de cerrar el año.

Si bien los psicólogos son reticentes a generalizar y, más aún a dar consejos, Mónica invitó a “parar la moto, acordarse de los afectos, invitar a quien esté solo o pasando un mal momento -porque no son fechas para quedarse solo- y recuperar lo que cada uno considere importante”.

Alejada del espíritu íntimo, afectivo y solidario, la Navidad se convierte en una carrera a contrarreloj para comprar regalos y definir un menú súper abundante con canilla libre incluida.

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" “Las fiestas son un reflejo de lo que está pasando en la sociedad, una sociedad que no tolera la angustia, la tristeza ni la pérdida y en la cual todo tiene que ser ‘pum para arriba’. Por lo tanto, la salida que uno encuentra es contrastar la pérdida con el desborde”.

Mónica Niel

Psicóloga

Es por eso que en esta época del año es frecuente que viejos pacientes que hace tiempo no aparecían por el consultorio hagan un llamado de emergencia o que quienes venían pensando en comenzar terapia, se decidan arrancar antes de cerrar el año.