Pesadilla de una familia en barrio María Selva

Una noche con ladrones en la casa

Un matrimonio y su hijo adolescente fueron sorprendidos por ladrones que ingresaron a su domicilio de Avellaneda al 6700. Los maniataron y hostigaron con amenazas de muerte. Finalmente se llevaron dinero y objetos de valor.

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Se cree que los delincuentes ingresaron a la casa forzando el portón del garaje.

Fotos: Danilo Chiapello

 

Danilo Chiapello

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“No tengo paz. Hace ya varias noches que no puedo dormir ni tampoco quiero salir a la calle”, dice Mabel Nieva (49), mientras una lágrima se desliza por su rostro.

Cuando aún intenta reordenar sus pensamientos, la mujer nos recibe en el living de su casa, en el mismo escenario donde días antes, junto con su esposo y uno de sus hijos les tocó vivir la peor de las pesadillas.

Es que la madrugada del jueves un grupo de delincuentes se ganó en su domicilio de Avellaneda al 6700 (a metros de Av. Galicia) y desató una oleada de terror.

“Fueron dos horas en las que mi vida y la de mis hijos estuvo a merced de estos hampones. En esos momentos te das cuenta que no somos nada en este mundo. Que todo se puede ir al demonio en un segundo. Y convivir con esa idea es algo que te provoca mucho dolor”, reflexiona.

Linternas y capuchas

Aquella noche Mabel y su esposo, Luis Di Filippo (65), se encontraban durmiendo cuando de repente despertaron sobresaltados por las luces de linternas que les apuntaban a la cara. Quienes portaban las objetos lumínicos eran hombres que cubrían sus rostros con bolsas.

“¡Tranquilos... dense vuelta y no nos miren. Esto es un asalto!”, dijeron los intrusos a modo de presentación.

“Nosotros teníamos problemas con la alarma que hacía disparos falsos. Por eso esa noche no la activamos”, recordó la mujer.

“Estaba durmiendo cuando siento que alguien me toca el brazo. Me despierto y veo a unos hombres que nos estaban alumbrando con linternas. Nos hicieron dar vuelta y nos dijeron que nos quedáramos tranquilos, que esto era un asalto.

“Eran tres hombres. Dos nos agarraron a nosotros y el tercero fue con mi hijo, de 13 años, que estaba durmiendo en otro cuarto en la planta baja. Por suerte no le dedicaron atención a otra criatura que estaba durmiendo en otra pieza. Ella durmió toda la noche y jamás se enteró de lo ocurrido. A ella la protegió su ángel de la guarda”, según su madre.

“Nos preguntaron cuánta gente había en la casa. Al rato trajeron al nene y lo tiraron junto a nosotros. Nos pusieron medias en la boca, nos ataron, nos vendaron los ojos”.

No estaban drogados

“Lo único que alcancé a ver es que dos tenían zapatillas blancas y el tercero tenía un calzado verde. Bastante corpulentos todos. Me llamó la atención el tono de la voz. No estaban borrachos porque no tenían olor a alcohol. Tampoco estaban drogados”, agregó.

“Se tapaban los rostros con bolsas blancas, de esas ecológicas que te dan en los supermercados. Con los cordones de las zapatillas nos ataron las manos atrás. Después nos aseguraron con los cables de una fuente de agua que tengo. También rompieron algunas ropas para atarnos.

“‘¡Nosotros queremos la plata..., queremos los dólares. Sabemos que ustedes tienen caja fuerte’, decían los malvivientes”.

“Nos hostigaban con frases terribles. Decían que se iban a llevar a nuestros hijos. Que los iban a vender. Nos acosaban diciendo ‘no ven que por un poco de plata les vamos a matar a los chicos’. Fue tremendo todo lo que pasó. Entraron a las 3 y se fueron cerca de las 5. Fueron dos horas de terror”.

Presiones

Por último, Mabel indicó que “en un momento dado a mí me tiraron de los pies y me sacaron de la cama. Me arrastraron hasta cerca de la escalera y me decían que mi iban a tirar. Nos pedían cifras millonarias. Delirios.

“Después me volvieron a llevar a la cama y siguieron con las amenazas. También me pegaron un par de cachetadas y unos puñetes. Mi hijo temblaba del miedo. Pero los tipos le seguían preguntando por el dinero.

Creemos que entraron forzando el portón del garaje, porque no encontramos signos de violencia en ninguna puerta o ventana de la casa.

Lo único que nos queda pensar es que empujaron el portón hasta que lograron hacer el espacio para que pase una persona.

“Finalmente encontraron un poco de dinero y se fueron.Yo hace varios días que no duermo. Porque me quedó esa sensación horrible. Todas las noches siento que alguien me toca y estoy esperando ver la luz de la linterna. No tengo paz. En esos momentos te das cuenta que tu vida no vale nada. Que estás a merced de estos tipos”, culminó.

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Los rufianes entraron a las 3 y se fueron a las 5. “Fueron dos horas de terror”, dijo hoy Mabel.