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Vida secreta de Puerto Madero

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De la Redacción de El Litoral

En El barrio del poder, Alejandra Daiha nos presenta el panorama íntimo de un círculo del Paraíso argentino que los tantos pacientes de la actual política nacional verán como un círculo del Infierno dantesco. Exactamente, el que se ubica en ese espacio ganado a los codazos en Buenos Aires: Puerto Madero.

A mediados de la década de 1990, el éxito entre ricos y famosos de la torre Le Parc de Palermo hizo sonar una alerta sobre la zona regalada al río que sería Puerto Madero. El poder político puso las tierras y la ingeniería impuso el resto; en tanto el espacio “se convirtió en el escenario elegido para desplegar los hábitos de una nueva y extravagante aristocracia nacional”.

La cosa empezó con Menem. “Si podía tener una Ferrari y un aeropuerto en Anillaco, ¿por qué no habría de decidir en solitario el destino de esa franja costera invadida por las ratas y la mugre desde que los militares de la última dictadura la enrejaron para que nadie accediera al río?”. Lo acompañaban “algunos funcionarios leales, como Guillermo Moreno y Daniel Filmus, quienes en estado ideológico pre K, consideraban al presidente Menem como el propulsor de políticas nuevas e ingeniosas, y habían visto en Grosso a un buen ejecutor de esos cambios”. Pasaron los años y vinieron los tiempos de críticas a Menem y los discursos llenos de una ideología centrada en escudarse adulando los Derechos Humanos, los indigentes y los transgresores. Y quienes más se llenaban la boca con esos discursos se mudaron a Puerto Madero. Como se quejaría Eduardo Menem: “Tanto nos criticaban a nosotros y ahora es Tierra Santa”. Nadie se molestó en responderle; “los funcionarios más cercanos a la presidenta fueron actores protagónicos en la ocupación de la ribera”.

En diciembre de 2011, cuando el vice Boudou inauguraba un puente en el lugar, la presidenta dijo en tevé: “Vamos con los conchetos de Puerto Madero”. Y se quejó de los 22 millones que habían gastado en ese puente, que “nos hubiera gustado ponerlos en el NOA o la Mesopotamia, pero bueno, eso tiene que ver con la desigualdad de la que siempre hablamos”. Sin embargo, un mes más tarde, el periodista Francisco Zoroza tenía una primicia acerca de las propiedades de la familia Kirchner. La revelación periodística “fue tapada por el manto de piedad que impuso al día siguiente el anuncio oficial de que la presidente padecía cáncer de tiroides. Que tras la intervención quirúrgica, resultó no ser tal. La sociedad anónima Los Sauces, creada en 2006 con un 45% de acciones a nombre de Cristina Fernández, 45% de Néstor Kirchner y el 10% restante pertenecientes a Máximo Kirchner, es dueña de dos propiedades en el Madero Center: un departamento de sector de viviendas, un dúplex en el de oficinas y 8 cocheras”.

Aunque la que llaman “la ciudad” y resulte para un profano un conglomerado homogéneo, la realidad es que existe allí una férrea división de castas. Últimamente los favoritos son tres complejos fetiches: “Mulieris, donde vive el mentor barrial y ex intendente Carlos Grosso; Renoir, de una elegancia más sobria, en el que reside y tiene su cava privada la ministra de Industria, Débora Giorgi; y Château, el de estética más inclasificable, con esa mixtura ecléctica de palacio versallesco y catálogo de arquitectura universal que atrae a futbolistas con caché internacional. Comparten su reinado con el Madero Center, que no les compite en altura, pero sí en peso específico, desde que se reveló como el gran ‘tapado’ del barrio, con la mayor concentración de poderosos escondidos tras el ultraexpuesto vicepresidente Boudou. Con copropietarios como Cristóbal López, Jorge Brito y la familia presidencial, entre otros notables”.

Recorren el libro de Daiha, personajes como el empresario Cristóbal López; el banquero Jorge Brito; Leonardo Fariña; el sindicalista José Pedraza; personajes de la farándula y el fútbol; el ministro Florencio Randazzo; el “macritismo” que “es la sangre que corre por las cañerías de Puerto Madero”; los Fernández, Alberto y Aníbal, y hasta un inversor inesperado, el catalán Joan Manuel Serrat. “Siempre se dijo que Buenos Aires creció ignorando el río. Y ahora es Puerto Madero el que toma revancha dándole la espalda a Buenos Aires”. Publicó Sudamericana.