Colecho: ¿ sí o no?

Colecho: ¿ sí o no?

El primer año de vida de nuestros hijos nos pone ante la inquietud de saber si dormir con ellos está bien o no. Conectar con las propia intuición y adaptarse a una nueva realidad es el reto para encontrar la respuesta.

POR VIOLETA VÁZQUEZ (*).

 

Se le llama colecho a la práctica de dormir en la misma cama que nuestros hijos, porque es lo que queremos los padres o porque es lo que “podemos”.

En principio, debemos diferenciar lo que sucede el primer año vida de lo que nos atraviesa luego. Sabemos que el ser humano nace inmaduro en relación a otras especies de mamíferos. El bebé no puede nada por sí mismo, ni arrastrase, ni sostener la cabeza. De esta manera se conoce la necesidad de hacerle un útero en brazos, satisfaciendo sus necesidades, imitando a la gestación intrauterina.

Adentro de la panza el niño tiene contacto continuo, ritmo continuo, calor continuo, abrazo continuo. Afuera de la panza, se lo ofrecemos a demanda, si lo pide, lo tiene. Es agotador y agobiante poner stop a nuestras vidas adultas para dar teta y upa a demanda, porque esta es alta. Una madre puérpera se vivencia sin rumbo ni tiempo, sin descanso, chorreando leche, sudor, sangre y lágrimas. Sin poder nada y así mismo siendo indispensable para su hijo. La locura y la lucidez van de la mano, ya que esta locura permite actualizar los deseos personales y comenzar a construir de cero, mucho más en contacto con nuestras prioridades que antes, saliendo del piloto automático.

NUEVA DINÁMICA SOCIAL Y SEXUAL

En medio de este panorama nos preguntamos si está bien dormir con nuestros hijos o no, si eso desplaza a la pareja o no, si vamos a poder tener relaciones sexuales o no. Creo que las decisiones son personales, no podemos los profesionales bajar línea sobre cómo tienen que dormir nuestros consultantes, no es ético. No podemos suponer que una pareja no tendrá sexo por compartir la cama con su hijo. Tampoco podemos pretender que una pareja tenga la misma dinámica social y sexual después de la llegada de un bebé. ¿Qué problema hay con cambiar y transformarse? ¿Por qué no modificar nuestro punto de vista o nuestro accionar?. La lactancia pertenece a la vida sexual de la mujer e implica la puesta en juego de la libido con nuestros hijos, es natural que se modifique la dinámica de la pareja.

Lo que si debemos enfatizar es la necesidad de que el niño duerma en la misma habitación que sus padres hasta los seis meses, como mínimo, porque allí disminuye el síndrome de muerte súbita, y se sabe que para que nuestra cría no se quede en una apnea necesita tener el estímulo respiratorio de otro ser humano cerca. Si no duerme con nosotros que sea con sus hermanos, pero siempre acompañado. La noche no es el mejor momento para practicar la independencia.

CONECTAR CON LA INTUICIÓN

¿Está mal no colechar? No. ¿Está mal colechar? No. Lo que está muy bien es que cada mujer madre esté en contacto con su intuición y sus necesidades, y que oiga las necesidades de su hijo para poder conciliar.

Y es verdad, en general, el primer año, las madres no dormimos de corrido, y algunas tampoco lo logramos durante dos o tres años. Es lo natural, debido al funcionamiento fisiológico del sueño del bebé. Los trastornos de sueño varían de cultura en cultura, porque lo que es normal o no depende de cada comunidad.

La calidad de una madre no se mide en términos de colechar, amamantar o pasar todo el día con el bebé, de ninguna manera. De hecho, en el libro que escribí cuento lo mala madre que me siento a pesar de hacer todo lo que creo está bien para fomentar el contacto con mis hijos. Lo que me interesa es desvincular la palabra “colecho” a la idea de la abstinencia sexual, porque estamos viendo un recorte. Por supuesto que la pareja es la que sostiene la familia, pero no son los hijos ni el colecho lo que va en detrimento de la pareja, sino nuestras propias historias y prehistorias.

(*) Doula, puericultora y directora de la Escuela de Formación Profesional en Puericultura y Familia Panza y Crianza.