En el mediodía de hoy

Taxistas protestaron frente a la casa del gobernador en Rosario

Tras el velatorio de Hugo Camilo, quien murió el sábado a la noche de un disparo en la espalda, familiares, amigos y compañeros de la víctima llevaron el cortejo fúnebre frente a la vivienda del mandatario. Se vivieron momentos de tensión.

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El cortejo fúnebre del taxista asesinado se detuvo esta mañana frente a la casa particular de Antonio Bonfatti, en Rosario. Hubo huevazos contra la vivienda, y exigencias de mayor seguridad.

 

Corresponsalía Rosario

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Un grupo numeroso de taxistas, familiares y amigos del chofer asesinado Hugo Camilo realizaron hoy al mediodía una protesta frente a la casa del gobernador Antonio Bonfatti, donde llegó el cortejo fúnebre, y se generó una tensa situación cuando los manifestantes lanzaron huevos frente a la vivienda del mandatario. La protesta se realizó en medio de un paro de taxistas decretado el sábado a la noche, luego de enterarse del fallecimiento de Camilo.

Tras el velatorio del chofer asesinado, que se realizó en la cochería Oeste, en Darregueira al 1100, frente a la sede de la comisaría 10º, los familiares, amigos y compañeros de Camilo decidieron que el cortejo fúnebre pasara por la puerta de la casa del gobernador, que está ubicada en Darregueira al 2400. El entierro de Camilo iba a ser en Granadero Baigorria y el cortejo debería haber transitado por avenida Rondeu. Pero decidieron desviar el camino.

Pasadas las 11, la custodia del mandatario fue sorprendida con la llegada de taxis que bloquearon la calle para que pasara el cortejo. Los taxistas ya lo habían adelantado anoche, que analizaban ir a protestar frente al inmueble de Bonfatti..

Huevazos

El auto que llevaba el féretro de Camilo estacionó en la esquina de Darregueira y Gallo, donde bajaron los manifestantes para reclamar seguridad. El clima comenzó a encenderse cuando un grupo comenzó a tirar huevos contra el frente. La policía decidió cerrar el tránsito y llegó una combi de la Guardia de Infantería pero ya era tarde. Debajo de un sol potente y desalmado, mientras gran parte del barrio estaba sin energía eléctrica, el auto que trasladaba el féretro de Camilo quedó más de media hora en la esquina. “No podemos vivir así. Nosotros no somos gente violenta. Somos trabajadores. Pero es muy injusto y terrible cómo mataron a mi hijo”, dijo entre llantos la madre de Camilo.

Durante la mañana, el secretario de Seguridad Gerardo Chaumont explicó que “analizan cambios en el protocolo con el fin de que los taxistas no vayan antes que la policía a auxiliar a un compañero ante un robo”. Los taxistas que se manifestaron frente a la casa del gobernador estaban disconformes con esas declaraciones. “Nos ayudamos entre nosotros porque la policía nunca llega a tiempo a ningún lugar”, señalaron.

Chaumont propuso, además, revisar “la irracionalidad del empleo de armas de fuego” y pidió a nivel nacional una ley “que diga que todo aquel que esté con una arma y no la tenga justificada, tenga un sanción de reclusión no excarcelable por un tiempo largo. Con esa ley, como en Nueva York, baja el delito en forma inmediata, porque el problema es la proliferación de armas”.

Los hechos

Tras agonizar durante dos días, el sábado a la noche Camilo falleció en el hospital Eva Perón, de Granadero Baigorria, donde estaba internado desde el jueves a la noche, cuando recibió un balazo en la espalda en el barrio de Nuevo Alberdi, en la zona norte de la ciudad.

Cerca de las 22 del jueves, Camilo había pasado a buscar a su hija por el sanatorio Plaza, en el centro de Rosario, donde la joven trabaja de enfermera. Se dirigían para su casa, cuando Camilo recibió un alerta en el GPS. Un colega suyo había activado el botón de pánico por un intento de robo en la zona norte. Como estaba cerca decidió ir a socorrer al taxista.

Cuando llegó al lugar que le marcaba el GPS vio a un taxi parado y se puso a la par. Le preguntó al chofer qué había pasado y si se encontraba bien. Estaba oscuro y no había visto que en la parte trasera del vehículo había un joven, que apuntaba al conductor. El taxista le respondió: “Quedate tranquilo, no pasa nada”, según contó Gisele Camilo, la hija del chofer asesinado. En ese instante, Camilo vio que su colega tenía sangre en su mano. Entonces, como el asaltante se dio cuenta de que lo iban a descubrir, se bajó del taxi y comenzó a disparar. En ese momento, según el relato de Gisele, Camilo aceleró y se agachó para cubrir con su cuerpo a su hija. Una bala le ingresó por la espalda e hizo estragos en sus intestinos. A pesar de estar herido, el taxista siguió andando hasta alejarse del lugar del tiroteo. Luego, fue trasladado al hospital Eva Perón, de Granadero Baigorria, donde fue operado el viernes, pero el sábado a la noche falleció por las heridas que le causó el disparo que ingresó por la espalda.

Internas calientes

Los gremios que nuclean a los taxistas reaccionan rápido ante los episodios de violencia de los que son blanco los trabajadores del ramo. En octubre pasado, un grupo de taxistas hizo un piquete durante más de un día en la puerta de la casa del ministro de Seguridad, Raúl Lamberto, para exigir mayores medidas de seguridad. Un taxista había resultado herido con un corte en un brazo en un supuesto intento de robo, que se produjo cuando los ánimos estaban caldeados en la previa de las elecciones del Sindicato de Peones de Taxis. El 10 de marzo pasado los taxistas se manifestaron frente a la sede de la gobernación para protestar por el homicidio de Sergio Quinteros, un chofer de 50 años, que recibió un disparo en el pecho en un intento de robo en Felipe Moré y Casilda, en la zona oeste de Rosario.