Resucita la memoria de un gran faraón olvidado

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Trabajos actuales en el proyecto arqueológico del templo funerario del faraón Tutmosis III (1490-1436 a.C.), en Luxor, Egipto. Foto: EFE

 

Edu Marín

(EFE)

El templo funerario del faraón Tutmosis III (1490-1436 a.C.), abandonado durante 70 años, resurge de las profundidades de la montaña Tebana, en Luxor, para devolver a este gran faraón el sitio que merece en la historia de Egipto.

“Con este proyecto, tratamos de colocar a Tutmosis III en el lugar que le corresponde y restituir la memoria de quien fue un gran faraón de Egipto”, dice el epigrafista del Proyecto del Templo de Tutmosis III, Javier Martínez.

Profesor de lengua egipcia e historia del Antiguo Egipto en el Museo Egipcio de Barcelona, Martínez se dedica a la documentación de todo elemento que sale de las excavaciones de este proyecto, dirigido por la española Myriam Seco.

Desde su larga experiencia en el aula y en el terreno, Martínez reivindica la figura de este faraón, mucho menos conocido que otros menos determinantes como Tutankamón o Ramsés II.

“Estamos hablando de uno de los faraones más importantes de la historia de Egipto, tan importante como que fue el conquistador de un gran imperio que duraría 300 años; faraones más conocidos como Ramsés II se dedicaron a proteger el imperio que había creado Tutmosis III”, señala.

Este proyecto, que comenzó en 2008, ha crecido de manera exponencial. Seco destaca que en el primer año, el equipo solo estaba compuesto por ocho personas, y que ahora, en la séptima campaña, que acaba de concluir, lo integraron treinta y cinco. El faraón Tutmosis III siempre me atrajo muchísimo y al ver que su templo funerario estaba olvidado, decidí empezar a montar un proyecto; cuando comenzamos, prácticamente todo eran escombros, y ahora han ido saliendo las estructuras”.

Debajo de sus ruinas, el templo escondía, además, una necrópolis, de la que hasta ahora, el equipo de Seco ha excavado diecisiete tumbas. Entre ellas, la número 14 les mostró este año una grata sorpresa: los huesos de una mujer que conservaba unas pulseras y un colgante de oro, y unas tobilleras de plata.

El techo del nicho desplomado sobre el sarcófago evitó a lo largo de los siglos que los ladrones se percatasen de tal tesoro. A Seco se le ilumina la cara cuando habla de este gran hallazgo, del que, dice, tuvieron muy poco tiempo para realizar la documentación, ya que enseguida “vino un camión de la Policía para llevarse las piezas al almacén del servicio de (el Ministerio de) Antigüedades”.

Varios hallazgos surgidos de las ruinas denotan usos anteriores y reutilizaciones posteriores del templo funerario de Tutmosis III, lo que implica que este proyecto de excavación puede documentar, para ulteriores investigaciones, materiales desde el Imperio Medio (2050-1750 a.C.), 400 años antes de Tutmosis III, hasta la época ramésida (siglos XIII a XI a.C.), añade Seco.

Uno de los ejes de investigación, según Martínez, es ver qué fases siguió este templo desde el punto de vista arquitectónico e histórico, donde muestra varias similitudes con el templo de Hatshepsut (uno de los emblemas de la necrópolis tebana de la Ribera Oeste de Luxor). Estas semejanzas hacen pensar “que ambos templos empezaron a construirse al mismo tiempo. Se trata de encajar piezas físicas, pero también históricas”.

Financiado por la española Fundación Botín, Santander Universidades y la cementera mexicana Cemex, este proyecto tiene aún por delante varios años de excavación. Un trabajo con la musealización de estas ruinas arqueológicas como horizonte. “Aquí vamos a hacer un museo al aire libre y espero que en unos 15 años este templo entre en el circuito de visitas de la Ribera Oeste (de Luxor)”, anhela Seco.