SEÑAL DE AJUSTE

Reír para no llorar

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“Togetherness” milita en ese intimismo agridulce definido en la frase “río para no llorar”, que plantea -en este caso con actuaciones estupendas y guiones inteligentes- la crisis de la edad mediana. Fotos: Gentileza HBO

 

Roberto Maurer

El esquema de “Togetherness” (HBO, domingos a las 22) responde en su apariencia al de la sitcom más convencional del formato de media hora, con un cuarteto formado por una pareja en crisis, el amigo desempleado del esposo y la hermana de la esposa que no hace pie en ningún vínculo amoroso estable.

Pero sus autores son los hermanos Jay y Mark Duplass, que figuran entre los mimados del Sundance Film Festival o sea la Meca del cine indie o la alternativa a Hollywood, o una alternativa menos pudiente. Para el caso han trabajado con Steve Sizzis, y entre todos dirigen, escriben los guiones, producen y actúan en esta nueva serie de ocho episodios.

Los Pierson, Brett (Mark Duplass) y Michelle (Melanie Linskey), con dos hijos pequeños, se descubren mutuamente entregados al placer solitario, el deseo ha declinado y buscan explicaciones, pero no todo pasa por el sexo. Se trataría de una crisis propia de la mitad del recorrido del camino matrimonial, aunque en realidad, más que problemas de pareja, se trata de frustraciones individuales.

Brett ha descubierto que Michelle usa broches de la ropa en los pezones para excitarse. “Reaccionó como si me hubiera encontrado en una orgía”, le cuenta ella a su hermana. Tina (Amanda Peet) vive en Houston y está en Los Angeles visitando a un langa que trabajó en “Miami Vice”, un amante de las lanchas a quien ella cree su novio, y que se la saca de encima después de la primera noche en la ciudad.

A la vez, Alex (Steve Sizzis), amigo de los Pierson, es un actor sin éxito al cual desalojan y se propone volver con su fracaso a cuestas a su hogar en Detroit. “Estoy gordo, me vuelvo calvo, no aguanto a la gente bella y delgada de Los Ángeles mirándome como si fuera una ballena. Cuando me ven, me quieren clavar un arpón”, se queja amargamente.

Esa noche salen los cuatro y se cruzan con el tipo que plantó a Tina y acompañado por otra. Luego de una escena, Alex y Tina van a un supermercado, compran toda la existencia de papel higiénico, y lo desenrrollan en la casa del tipo hasta taparla.

Alex y Tina deciden quedarse en Los Ángeles e instalarse provisoriamente en la casa de los Pierson, donde cohabitarán esas cuatro vidas conflictuadas y en un espacio reducido. Primer episodio.

Reír para no llorar

LA ANGUSTIA DE LA CLASE MEDIA

“Togetherness” milita en ese intimismo agridulce definido en la frase “río para no llorar”, que plantea -en este caso con actuaciones estupendas y guiones inteligentes- la crisis de la edad mediana: no son víctimas de una tragedia, solamente es la vida que les va caminando por encima y los somete a crisis de baja intensidad. “Problemas de la gente blanca”, es la etiqueta despectiva usada por los detractores de este tipo de producto que retrata a la clase media urbana y ausculta sus sentimientos bajo la superficie de las risas y sonrisas de la comedia.

Se trata de contar poco para decir mucho, es la consigna no escrita del movimiento del cual provienen los hermanos Duplass. Surgió a principios del siglo actual, como un retorno al legítimo cine indie, y fue llamado “mumblecore”, porque los actores -muchas veces amateurs- solían mascullar entre dientes: el murmullo se corresponde con esa forma asordinada de presentar los conflictos.

El mumblecore o “neorrealismo digital” se hizo con bajo presupuesto, en locaciones reales, a veces con diálogos improvisados, y sus contenidos sensibles y su estética, suele decirse, son herencia de “Manhattan”, de Woody Allen, y el cine de John Cassavetes.

Aquellos personajes semiperdedores en busca de un sentido de la existencia estaban entre los veinte y los treinta años de edad. Ahora están en los cuarenta, y los realizadores que se fueron destacando, como los Duplass, llegaron al cine y la televisión profesionales: como suele ocurrir, inevitablemente, aquellos “retazos de vida” y el naturalismo exacerbado se han suavizado.