Tribuna de opinión

La importancia del organismo de investigación

“Hoy, es indispensable la creación de un modelo de Policía de investigaciones. El de la actualidad es un modelo obsoleto, que no va más”. Alberto Binder.

I - En el azaroso proceso de reforma del sistema de juzgamiento penal, la Policía es sin duda una de las piezas fundamentales. Pero a la vez no es la institución que mayor prestigio acredita, siendo las causas que la llevaron a ese poco envidiable sitial, bastantes enrevesadas.

II - En los sistemas de impartir Justicia, superados los tiempos en que estaba sólo en manos del caudillo del clan, el tribunal “del Areópago” es la referencia ineludible en una sociedad en donde la democracia y la justicia eran valores supremos. El proceso era público, con jurados y bajo el principio de contradicción. Los delitos comunes eran juzgados por el tribunal de la “Heliea”, que operaba con los mismos principios.

Este modelo griego fue adoptado en la última etapa por la república romana mediante la forma de la “accusatio”, en la que las partes contendientes desarrollaban sus argumentos y los “iudices” se limitaban a contemplar sin intervenir para evitar vulnerar su imparcialidad. Pero la descomposición de la república hizo que el sistema de juzgamiento también se desvirtuara, lo que motivó que se pasara a un modelo inquisitivo que, por sus características, lastimaba los principios republicanos.

La influencia jurídica de Roma no llegó a las islas británicas -o lo hizo en menor medida-, por esa razón los ingleses tuvieron desde siempre un sistema acusatorio. Una referencia ineludible es la firma de la Carta Magna en 1215, impuesta por los barones al rey Juan, documento que consagra, entre otros derechos, la garantía de un proceso que se ajuste a normas dictadas con anterioridad. En ese texto, el rey reconocía por vez primera que los ciudadanos debían ser juzgados por sus pares.

El tiempo, pasado de la mano de la evolución del hombre, hizo que en nuestros días el sistema se aplique en toda su extensión. Precisamente, en este esquema de impartir de Justicia la policía inglesa desempeñó un rol fundamental. Cuando estaban frente a un hecho que revestía cierta importancia, eran asesorados por un abogado de la “Prosecuting solicitors” que aconsejaba sobre los medios probatorios de mayor utilidad para llevar a juicio una causa con éxito. En tal caso se contrataba a un abogado de la matrícula -un “barrister”- para que formalizara y sostuviera la acusación. Es decir que la policía tenía que investigar y ejercía también la facultad de instar la acción penal ante el magistrado.

En 1986 se creó el Servicio de Fiscales de la Corona (“Crown Prosecution Service”) y son los fiscales los que deben preparar el caso para llevarlo a juicio. Y recién en 2003, esa facultad de investigar pasó a los fiscales, conservando la policía ese poder para los delitos menores.

III - Nuestra historia nos muestra una realidad profundamente distinta y con una tradición en la que la Policía en función judicial, respondía a los mandatos del célebre juez de instrucción, del que se decía que “por sobre él sólo estaba Dios”. Desde un despacho del Palacio de Tribunales se pretendían llevar adelante las investigaciones de los casos. Así, muchas veces sin medios, otras sin conocimiento de cuestiones criminalísticas, sin el sustento de métodos científicos o de informes de laboratorio, se encararon pesquisas que a lo sumo aportaban algunas pistas para dar con un presunto responsable material del hecho, pero dejando a buen resguardo a su autor intelectual o a la organización a la que pertenecía.

Con el nuevo sistema de procedimiento, la investigación corresponde al Ministerio Público de la Acusación, con la asistencia de la Policía. La nueva institución fortalece la idea de una investigación inteligente con unidad de mando y que aborde el tema desde todas las perspectivas.

IV - En razón de ello, la ley santafesina ha previsto el “Organismo de Investigaciones” (Art. 30 de la Ley 13.013) para cumplir ese rol. Luego de varios debates, hacia fines de 2013 se aprobó por unanimidad la ley que lo organiza y regula. Pero de inmediato, el Poder Ejecutivo vetó dicha norma (Decreto 4533, 26/dic/2013). En verdad fue un veto parcial, pero de la mayoría de los artículos, lo que provocó la aniquilación de la idea fuerza que toda norma tiene.

Distintos actores comprometidos con el cambio del sistema de juzgamiento, tomaron el guante y reformularon el proyecto, anudaron consensos y volvieron a la carga con un nuevo trazado de ley que finalmente fue aprobado por la Legislatura en la última reunión de 2014, promulgándose con el Nº 13.459.

En un futuro, que esperamos sea breve, y cuando el sistema acusatorio funcione a pleno, será la Policía la encargada de brindar seguridad, el “Organismo de investigaciones” el que investigue; y el MPA, el encargado de la persecución penal concentrando sus esfuerzos en llevar a juicio los casos más trascendentes, apoyados en pruebas que convenzan al tribunal y puedan obtener condenas.

El panorama de las reformas en el subcontinente demuestra que el gran desafío en este cambio procedimental ha sido el de crear, desde los cimientos, las fiscalías y las agencias encargadas de la investigación, sepultando los juzgados de instrucción y la Policía que hasta el último aliento resistieron la mutación de los paradigmas.

Para lograr los objetivos y fines que conlleva el sistema acusatorio y la realización del Derecho Penal, se deberá contar con un servicio de investigaciones de carrera, con hombres que deberán profesionalizarse en el ejercicio de una exploración científica del delito, en el uso de medios modernos como los “drones” y los recursos de la telemática y la informática, en la actuación por parte de unidades especializadas en la escena del hecho, en la organización de la cadena de custodia, en la detección de los testigos.

(*) Fiscal Regional, Primera Circunscripción Judicial.

por Ricardo Miguel Fessia (*)

El gran desafío en este cambio procedimental ha sido el de crear, desde los cimientos, las fiscalías y las agencias encargadas de la investigación, sepultando los juzgados de instrucción y la policía que hasta el último aliento resistieron la mutación de los paradigmas.