Petro Valverde, la elegancia que merece la alta costura

Petro Valverde, la elegancia que merece la alta costura

Algunos de los exquisitos diseños del modisto de alta costura. Foto: Roberto Soriano.

Desde su exquisito atelier madrileño, Petro Valverde, el modisto de la más distinguida alta costura, desarrolla una profesión avalada por una trayectoria de más de treinta años de talento y absoluta preferencia.

 

TEXTO. FLAVIA CATELLA ZANCADA. Fotos. Raúl Varrone.

Hay ciertas personas que ameritan el halago, la respuesta acertada y la admiración. Hay ciertas personas que no tienen necesidad de que se les enseñe cómo transmitir elegancia porque son elegantes por condición, innata e indeleble, y el paso del tiempo con sus significativas consecuencias no hace más que afianzar esos vínculos a través de una distinción natural, educación y buen gusto.

Hay personas que saben cómo enfrentarse a la vida y lo hacen de una manera admirable y haciendo buen uso de sus cualidades, sabiendo para lo que han nacido y respetando esas caprichosas maniobras que el destino les ha trazado con una conveniente premeditación.

UNA CIUDAD DE PUERTAS ABIERTAS

Me gusta volver a Madrid, cruzar sus amplias avenidas bordeadas de monumentales edificios y, a paso ligero y en pocas horas, hacer viable las planificaciones estructuradas con tantas ilusiones y antelación.

Me gusta atravesar los parques y esquinas que guían el andar apurado de miles de personas preocupadas por llevar adelante su día de trabajo, de turistas atraídos por la luz de un otoño que acarrea vestigios de verano y seguir los instintos de una curiosidad que se mantiene imperturbable, encontrando su mejor aliada en las oportunidades que esta hermosa ciudad ofrece insistentemente de manos de una infraestructura de vértigo y de la calidad de sus protagonistas.

Siempre que podemos, nos acercamos a saciar nuestra avidez ante sus ofrecimientos sociales y el poder hacerlo nos granjea, sin evasivas, las mejores respuestas.

AFRONTANDO EL CAMBIO

Las ciudades que nos arroparon al nacer, a pesar de que nos han visto marchar, nos otorgan una naturaleza que conservaremos como parte insustituible de nuestra personalidad durante toda nuestra vida. La rúbrica inconfundible de nuestras remembranzas se convertirá en una cualidad que nos diferenciará de los demás e incluso, y muy a pesar del permanente sabor amargo con el que digerimos nuestras nostalgias, esa diferencia se trocará en agradecimiento porque gracias a esos sellos personales destacaremos en el sitio en donde elijamos desarrollarnos y los abanderaremos, como trofeos bienvenidos, durante el resto de nuestra existencia.

Petro Valverde nació en Sevilla. Una actitud abierta y el desparpajo social de esa colorida ciudad le han sabido transmitir la destreza necesaria para exponer la fortuna de su vocación, en el aumento progresivo de una cualidad artística que ha germinado en los mejores barrios andaluces durante años y se ha engrandecido en una emancipación llena de perspectivas y desafíos, abrazados a la ambición de una empresa que le exigía hacerse fuerte ante las oportunidades que iba vislumbrando en la vida.

Quince años más tarde de su comienzo profesional, en el año 1974, se trasladó a Madrid, donde encontró un sitio que le ha ayudado, con creces, a macerar un nombre que le impartiría una fructífera trayectoria, ornamentada con clientas de excepción que constituyen su especial orgullo, como la princesa Tessa de Baviera, Marisa de Borbón, la Casa Real Jordana, la Baronesa de Güel, la marquesa de Campo Real y doña Elena de Borbón y Grecia, duquesa de Lugo, hija de los monarcas españoles salientes, Don Juan Carlos y Doña Sofía, a quien ha tenido el privilegio de vestir durante más de diez años y de diseñar el exquisito traje que lució en su boda, en el año 1995, en la Catedral de Sevilla y que será recordada como la primera boda real celebrada en España desde la de Alfonso XIII, en 1906.

Esta ardua actividad laboral desarrollada en la capital del país le ha ayudado a llegar a una absoluta reafirmación en su profesión.

Amante de los vestidos de líneas clásicas e inspiración romántica y de tejidos soberbios, Petro Valverde, ostenta permanentemente el amor que siente hacia Sevilla y que lo ha llevado, en varias ocasiones, a compartir sus creaciones en pasarelas sevillanas y a ser galardonado por su ciudad natal con múltiples reconocimientos y premios, entre los que cabe mencionar, el Botón de nácar del Gremio de Sastres de Sevilla, Premio Dedicación a la Moda y la Medalla de Oro, entregada por el Ayuntamiento de esta ciudad andaluza a su extensa trayectoria profesional.

A todos estos premios que destacan su labor, deben sumarse los recibidos en diferentes ciudades del país y la gratificación personal de haber vestido a una de las artistas más elegantes de la gala de los Grammys Latinos 2010, Paloma San Basilio.

UNA CITA CON LA ELEGANCIA

Petro Valverde nos recibió una mañana de octubre en la ciudad de Madrid, con una afabilidad y un respeto que han significado un verdadero privilegio.

El refinado atelier del diseñador se encuentra en el distrito madrileño de Chamberí, dentro de un precioso barrio en cuyo sector, hacia finales del siglo XIX y principios del XX, hubo fijado su residencia gran parte de la aristocracia española. Actualmente, el barrio alberga sedes políticas, administrativas u hoteles, todos ellos en palacios o viviendas antiguas reformadas que mantienen la esencia de una historia con mucho que contar.

Todas estas referencias acerca del distrito que lo acoge desde hace tantos años, nos relataba el modisto Petro Valverde con especial admiración hacia el legado emocional de tantos recuerdos que forjaron el sitio en el que habita y trabaja, un precioso piso con opulentos espejos, lámparas de cristal y dos grandes salones expuestos con suma distinción y circundados con el atractivo de una exhibición de incontable belleza, en la que se aprecian chaquetas de guipur, trajes de bordados increíbles, sugestivos drapeados, sedas, organzas, tules y encajes, todos ellos dueños absolutos de mi admiración.

TRANSMITIENDO UNA PROFESIÓN

“Para desarrollar esta profesión, tiene que gustarte”, aseveraba el modisto sevillano sentado frente a mí, en los últimos minutos de una mañana que nos había dedicado en exclusividad; enamorado de su trabajo, de una vocación bella que hace mujeres más bellas aún y de un estilo de vida volcado a escuchar los sueños de sus clientas para convertirlos en realidad a través de aptitudes que hacen algo maravilloso de lo que para muchos de nosotros apenas puede controlarse.

A lo largo de aquella mañana, he lucido trajes que me han despojado del aliento, hasta del más necesario; me he regocijado en el privilegio de introducirme en uno de los atelieres más prestigiosos de Madrid y he compartido unos valiosísimos minutos con uno de los modistos más importantes de España, conversando sobre clientas con connotaciones reales, sobre adversidades salvadas por una perseverancia tenaz y sobre los innumerables premios y pasarelas en las que Petro Valverde ha desplegado sus colecciones a lo largo de toda la geografía española, destacándose Gaudí y Cibeles, saboreando la elegancia, en su puro concepto.

Ha sido una de esas visitas que me enorgullece relatar y atesoraré en un rincón muy exclusivo de la memoria, el que recuerda a quienes me reciben con respeto hacia mi trabajo brindándome, a través de los frutos del suyo, la posibilidad de saciar mi curiosidad y extasiarme con los resultados, insistiendo en mi conocida costumbre de perseguir, con una admiración perpetua, a los actuales hacedores más significativos de la moda de este país.

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Junto al diseñador, en su refinado atelier de Madrid, y con el privilegio de lucir algunos de sus trajes.

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