El juego como herramienta de superación

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Como buena emprendedora, Lorena Picasso logró aunar su talento para el diseño de objetos con las necesidades terapéuticas de niños y adultos mayores. De encajar perfectamente estas piezas, surge Somno, un almacén de juegos didácticos que esconde los sueños de su mentora y miles de propuestas creativas.

Textos. Marina Zavala. Fotos. Gentileza Somno.

 

El juego puede convertirse en un espacio de aprendizaje y posibilidad; la posibilidad puede transformarse en desafío; y el desafío finalmente puede ser superación. Esta idea atraviesa el trabajo de Paola Pica-sso, una arquitecta que hace tiempo ya se dio cuenta de que lo suyo era el diseño de objetos y que poco a poco se adentró al mundo de los juguetes terapéuticos, del que no piensa ni quiere salir.

Todo comenzó cuando nacieron sus tres hijos y necesitó quedarse un poco más en su casa. “Estaba todo el día en las obras -recuerda- me dedicaba especialmente a la terminación de objetos en cocinas, baños, muebles, etc. Por la forma que yo tengo de trabajar, que no significa que sea la que tienen todos los profesionales, nunca pude compatibilizar esto con la maternidad y así me fui alejando de la arquitectura cada vez más. En realidad, a mí siempre me gustó el diseño, pero no existía la carrera de Diseño Industrial cuando me tocó elegir. Ahora estoy pensando en empezarla, me encanta estudiar y perfeccionarme, en cualquier momento lo voy a hacer”.

LA DIVERSIÓN ESTÁ EN LO SIMPLE

“Al tener un niño, la vida y la mirada te cambia, es otra”, asegura Paola, quien recuerda que cuando empezaron a llegar los primeros juguetes para sus hijos, se dio cuenta de que muchas veces se gasta mucho en juegos de marca, muy modernos y sofisticados, pero que los niños se entretenían más con una latita o una botella de plástico. Llegó a la conclusión de que la diversión está en lo simple y, desde ese lugar, surgieron sus primeros juguetes, que no fueron más que objetos para sus hijos. Esta primera inquietud fue el origen de Somno, su almacén de juegos didácticos y terapéuticos.

“Cuando uno ofrece juegos ya resueltos -agrega- con posibilidades pensadas por otros, le anula la creatividad al niño. Si en cambio le das unos taponcitos, por ejemplo, por decir algo muy simple, se despierta y se genera la posibilidad de entretenerse. El descubrimiento es otro con un juego abierto que con uno que ya está resuelto, en el que lo único que hay que hacer es apretar un botón para que salga un sonido”, explica.

Luego de comprar una máquina de coser, Paola terminó por darse cuenta de que la creación de juguetes era lo suyo. Comenzó a presentarse en la Santa Fe Diseña y pudo comprobar la aceptación de sus productos. La gente se acercaba a charlar y le pedía juegos que ella no tenía, pero que se comprometía a hacer antes de que terminara la feria. “Es lindo ver la cara de la gente cuando uno logra materializar una necesidad, ni hablar cuando es para un niño para el que ese objeto de estimulación hace la diferencia. Me di cuenta de que quería dedicarme a esto, me cerró por todos lados, desde el diseño, el servicio, la comunicación. Cuando Somno empezó a crecer, dije ‘de acá no me muevo más’”.

NECESIDADES INFINITAS, POSIBILIDADES INFINITAS

“Dos profesionales fueron las que me marcaron el ingreso al área del juego terapéutico: una fue una psicóloga que hacía juegos para que los papás jueguen con sus niños, y otra fue una gerontóloga que trabajaba en un centro de día para adultos mayores. Ellas me hicieron ver el potencial que tiene el juego en la rehabilitación”, reconoce la diseñadora.

Lorena trabaja con fonoaudiólogas, psicólogas, psicopedagogas, psicomotricistas, terapistas ocupacionales y gerontólogos; quienes suelen transmitirles sus inquietudes y así comienza a gestarse un nuevo objeto; en este sentido, las necesidades son infinitas y las posibilidades también.

Además de diseñadora, esta emprendedora es facilitadora en juegos cooperativos y por ello se encarga de destacar todo lo que el juego es capaz de revelar, rever y fortalecer, especialmente en los niños: “Si uno tiene la intención de observar comportamiento, levantar la autoestima, de reforzar valores, lo puede hacer jugando; es mucho más eficaz que adoctrinar porque las palabras se las lleva el viento. Yo puedo jugar con mi hijo al juego de la memoria, que es súper tradicional, y en vez de ver quién gana más fichas, fomentar la cooperación. Así yo le pregunto ¿dónde estaba esta ficha? y el se siente importante porque me ayuda a mí, que soy mayor, vamos haciendo una pilita con las fichas que encontramos entre los dos, solucionamos algo juntos. Son pequeños mensajes que estoy sembrando, distintos de los que se escuchan en la tele o en la calle, y que en la suma, van a hacer de este niño un adulto más saludable, que seguramente necesitará menos horas de terapia. Eso es lo que trato de transmitir cuando vendo un juego, cuando me dejan participar”.

UNA RED INVISIBLE

Muchas veces son los mismos padres los que se acercan a Paola con un diagnóstico: “Mi hijo necesita trabajar la motricidad fina”, por ejemplo; otras incluso llegan al stand el papá, la mamá, el niño y su terapista, todos juntos en busca del juego indicado. “También llegan papás que miran y se quieren llevar todo -cuenta la emprendedora- yo les recomiendo que consulten al profesional que atiende al niño para ver qué es lo que éste requiere. La idea es ir ocupando el dinero en lo necesario porque esto es una inversión. Trato de no fomentar esa voracidad de comprar por comprar”.

La propuesta de este verdadero almacén es amplia, el emprendimiento ofrece juguetes para bebés, niños y adultos mayores. La oferta más grande abarca alternativas para la primera infancia (desde los primeros años de vida hasta preescolar) y para niños que van hasta cuarto grado, en especial se trata de material para favorecer el aprendizaje con matemáticas, palabras, letras y números. Paola destaca que no clasifica sus productos por edad sino por estímulo ya que, en general, todos los juegos son abiertos, con un mismo kit se puede jugar al memotest pero también practicar un enhebrado, a la vez que pescar y practicar la coordinación de la vista con la mano. La idea es que los chicos saquen más provecho del que se ve a simple vista.

La diseñadora acostumbra preguntar qué cosas le gusta hacer al niño destinatario del juguete: “En ese ida y vuelta me entero del nene y el adulto puede aclararse a sí mismo qué quiere regalar, juntos vemos qué estimular. Si le gusta jugar al fútbol, quizás no necesita una pelota sino un juego que lo estimule desde otro lado. Suele pasar, además, que llega una persona con un juego de enhebrado que yo hice para usar de una determinada manera y me cuenta que su hijo lo uso de otra. Eso para mí es un plus y se lo comento a mi próximo cliente, le aclaro que es la experiencia de una mamá y así se genera una cadena en la que voy comprometiendo a cada usuario a compartir su vivencia, no por mí sino por otro niño. Se trata de un crecimiento permanente y de una verdadera red invisible que se arma entre quienes compran. Entonces vamos aprendiendo todos en la compra. Tengo la sensación de que esa forma de aproximación se valora mucho”.

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Con espacio propio

Hasta el momento, los clientes de Somno podían encontrar sus juegos en la Santa Fe Diseña y en la Feria del Libro, ella dice que decidió no participar de propuestas de diseño más chicas porque que su rubro no es compatible con éstas. “Si viene una mamá que quiere hablar media hora, yo se la doy -asegura Paola Picasso- no me importa que haya cinco personas esperando. Los clientes saben que esa madre no está eligiendo entre dos Barbies, está buscando algo que necesita, y que si yo le estoy dedicando tiempo a una persona, después se lo voy a dedicar a ellos. Ese apuro que uno tiene con el carrito del supermercado no me gusta, trabajo de otra forma”.

A partir de abril, Paola va a presentar y vender sus creaciones en un local propio instalado en el renovado Mercado Norte. “Se trata de toda una inversión que tengo que hacer -reconoce- pero la propuesta es hermosa. El espacio busca favorecer el contacto directo con el consumidor, formar parte de un paseo de compras que sea toda una experiencia para acercar a las partes. Me encanta la posibilidad de estar ahí, va a ser una propuesta especialmente diseñada para los chicos, la idea es brindar talleres y recibir a las escuelas también, va a estar bueno”, se entusiasma.

En el ultimo año y medio, el emprendimiento fue consolidando lazos comerciales con otros similares de Rosario y de Buenos Aires. “Se trata de gente que trabaja con la misma onda que tengo yo -aclarara la diseñadora. Son empresas desde la formalidad, pero no en cuanto al concepto tradicional o a la frialdad que adquiere un proyecto cuando crece. La cercanía es mi fortaleza y lo que me trajo hasta acá, yo hice el compromiso de no cambiar nunca, por mí y por quienes me ayudaron a crecer”.

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EMPRESARIA DEL AÑO

Paola Picasso ganó el tercer lugar del premio Empretec a la Mujer Empresaria 2014 que otorga Naciones Unidas. En octubre pasado viajó a Ginebra junto a otras 9 mujeres de distintas partes del mundo, todas seleccionadas por sus emprendimientos. Allí todas pusieron en común el trabajo que realizan y, finalmente, conocieron a los proyectos ganadores.

Todo comenzó en 2012, cuando Paola decidió participar de un taller de seis días organizado por Empretec, una fundación que depende de Naciones Unidas que tiene como objetivo desarrollar aptitudes en el emprendedor. La propuesta busca siempre anclarse en entidades locales, en este caso la UNL, y se brinda una o dos veces al año. “El espacio -explica la emprendedora- tiene un formato muy intenso y vivencial, se trabaja con mucho material pero también implica mucha experiencia de vida. Puede participar cualquier persona, lo que tienen que descubrir ellos en la entrevista de selección previa es que uno tenga garras de emprendedor y también que estés comprometido en hacer el curso”.

La experiencia significó para ella un quiebre: “Me cambió la vida, fue una cuestión hasta energética, el taller te abre la cabeza para toda la vida y en todos los planos”.

A fines del 2013, recibió un correo con preguntas que tenían como objetivo evaluar cómo había impactado el taller en su emprendimiento. “Escribí un montón de hojas, recibí tanto de la experiencia que quería devolver un poco de todo eso, sobre todo a mis instructores. A raíz de esto, en marzo de 2014, recibí un mail en inglés, decía ‘confidencial’ y el remitente era Naciones Unidas, hablaba de un premio. Como pensé que era un error, llamé a Buenos Aires, a la sede de la ONU; ellos me confirmaron que había sido seleccionada entre las diez mujeres postuladas para el premio a la Mujer Empresaria”, recuerda.

“Yo no entendía nada -agrega- no lo podía creer; mi ‘empresa’ es este taller y el garage de mi casa, mi lugar de difusión es la Diseña Santa Fe, tenía que haber un error. Cuando empecé a ver los otros proyectos seleccionados y lo que se valoraba al elegirlos, entendí y pensé que era una belleza. Para mí significó un espaldarazo, fue darme cuenta de que alguien también estaba mirando lo que yo valoro de esto”.

Todo lo que llegó después, la nominación, el viaje, las notas, fueron para Paola “el posgrado de Empretec”. Asegura que, si bien al principio creyó que se estaba desenfocando de la producción; el proceso la concentró en su emprendimiento: “Siento que estoy en el lugar correcto, que esto es lo que quiero hacer, para lo que sirvo”. Está segura de que el reconocimiento monetario vendrá con el paso del tiempo y se ríe al comentar que todo el mundo le pregunta de cuánto dinero fue el premio, entonces tiene que explicar que todo lo que ganó fue un diploma: “Para mí es fantástico, cada vez que algo me sale mal, miro el cuadro y me digo a mí misma que todo va a salir bien. Lo que yo trato de transmitir con esto es que hay como una vibración que está ahí disponible para todos, no es que a mí me tocó una varita mágica. Hay cosas buenas que están esperando, uno tiene que hacer con amor y pasión el trabajo que le toca y, desde ese lugar, sentir que aporta a una mejora. Siento alegría cuando subo al taller, la cabeza como me funciona todo el tiempo y veo que puedo participar del bienestar del otro. Uno en el noticiero o en la calle escucha la queja permanente, yo también tendía a engancharme en eso, pero con mi trabajo encontré mi posibilidad de hacer algo por el cambio. Yo no puedo decir cómo se tiene que comportar un presidente ni cómo se tiene que comportar nadie; yo sé diseñar y desde este lugar me comprometo a buscar un cambio social. Pensar así lo que hago y darle una proyección humana y comunitaria me alegra mucho”.