Imagen profesional durante el verano

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Durante la temporada de calor debemos procurar un aspecto adecuado mientras estemos trabajando. La moda nos brinda la posibilidad de vernos bien sin resignar comodidad.

TEXTOS. LAURA MALPELI DE JORDÁN.

 

Se suele afirmar que una imagen vale más que mil palabras, sobre todo cuando se entiende a ésta con la complejidad que merece: es nuestra carta de presentación frente al mundo, se percibe con los sentidos y está compuesta por una sumatoria de variables incluyendo vestimenta, accesorios, peinado, maquillaje, comportamiento, comunicación no verbal, personalidad y atributos físicos.

El aspecto es subjetivo porque cada uno de nosotros, en base a lo que observa y percibe de otra persona, formará una idea.

EL LOOK ADECUADO

Las prendas en verano suelen ser bien livianas, mostrar más piel y tener menos rigidez que las que usamos en invierno. Por todo esto, debemos procurar una imagen adecuada siempre que estemos trabajando; podemos vernos bien sin resignar comodidad y sin necesidad de incorporar prendas y accesorios que no son los ideales para este ámbito.

En primer lugar, la vestimenta, los accesorios y el maquillaje deberán reflejar coherencia con el ámbito en el que estemos. En un ambiente rígido o que no es creativo, el look deberá ser más bien sobrio para no desentonar, especialmente si tratamos con clientes ya que somos para ellos, la imagen de la empresa.

La indumentaria tiene que favorecer el tipo de cuerpo en todo momento. Por ejemplo, si los hombros son más anchos que la cadera, un buen truco es usar estampados y colores más claros para las prendas inferiores.

Otro aspecto muy importante a considerar es el evitar prendas sugerentes, que sean muy apretadas, con escotes pronunciados o que muestren demasiada piel. Esto puede generar en los otros una percepción equivocada acerca de las propias aptitudes.

COMPLEMENTOS

En muchos casos, el trabajo implica el uso de prendas específicas o un uniforme. Es en estos casos cuando los accesorios resultan aliados para plasmar el estilo personal. No se trata de dejar de lado la personalidad, sino de elegir complementos como collares, aros, pulseras, anillos, carteras, zapatos y pashminas que expresen nuestra identidad sin dejar de ser adecuados para el contexto en el cual estemos. Por ejemplo, para la oficina no se aconseja usar demasiado el color rosa, ya que esto puede sugerir cierta fragilidad; sin embargo, sí podemos incluir este tono en un dije o en parte del estampado en un pañuelo, entre otras opciones.

Los accesorios también son ideales para resaltar partes del cuerpo que nos gusten porque siempre llaman la atención y desvían la mirada hacia donde estén. Si te gustan tus manos, las pulseras y anillos serán buenas alternativas.

Desde ya, vale la aclaración, hay que considerar que menos es más. Queremos estar arregladas pero sin distraer la atención, por sobre todas las cosas, de nuestras capacidades para el puesto de trabajo en cuestión.

Un párrafo aparte merece nuestra comunicación, verbal y no verbal, que resulta fundamental para una imagen profesional y adecuada que podamos mantener en el tiempo. Nuestro comportamiento se percibe, la manera en la que nos relacionamos, cómo nos dirigimos a los demás y el lenguaje corporal no pasan desapercibidos, sino todo lo contrario. De nada sirve centrarse únicamente en las prendas o accesorios, porque este aspecto es tan importante como los otros a la hora de percibir a una persona y formar una imagen positiva o negativa.

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