El domingo asume Tabaré Vazquez

Uruguay despide a Mujica, presidente con un fuerte carisma e impredecible

  • Se cumplen los cuatro años de presidencia de José “Pepe” Mujica, un mandatario que generó una fuerte ola de simpatía entre la población y que provocó perplejidad -en más de una ocasión- entre la dirigencia política tradicional.
Uruguay despide a Mujica, presidente  con un fuerte carisma e impredecible

“Pepe” Mujica, un hombre singular que dejó una marca entre los presidentes uruguayos. Foto: Archivo El Litoral

 

Carlos Castillos

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dpa

Uruguay despedirá el domingo a José Mujica, el carismático presidente que gobernó los últimos cinco años y que dejará una huella como personaje polémico, mediático e impredecible.

Fue una máquina de lanzar ideas, propuestas y sugerencias en sus permanentes apariciones públicas y a través de dos audiciones radiales semanales en las que hablaba de todos los temas.

Eso le generaba dolores de cabeza a colaboradores, adversarios políticos y hasta la prensa, que a diario se veía sorprendida con modificaciones de la agenda y apariciones inesperadas con las respectivas declaraciones que, muchas veces, eran conversaciones en tono coloquial.

“Dice cosas muy bien dichas y hermosas. Manifiesta cosas que hablan de un hombre capaz de transmitir lo que piensa. Sin embargo, lo que sucede es que no sabe llevar eso a la acción en concreto y eso fue lo que pasó durante su gobierno”, resumió el ex presidente Jorge Batlle (2000-2005), del tradicional Partido Colorado, de derecha.

Su correligionario y dos veces presidente Julio María Sanguinetti (1985-1990 y 1995-2000) complementó esa imagen. “El pueblo juzga más por lo que ve que por lo que comprende” y “el presidente Mujica es paradigmático ejemplo de esa sociedad globalizada y mediática”, declaró sobre el saliente mandatario.

Más allá de las coincidencias, discrepancias o diferencias con la gestión de Mujica y su persona, muchos coinciden, aunque no lo admitan públicamente, que logró desmitificar la figura del presidente de un país, históricamente reservada a hombres con formación universitaria.

Grandes pasos

La familia de Mujica era de clase media, pero el ex guerrillero devenido en presidente, que no cursó niveles de educación terciaria, conquistó a los pobres y más desamparados con un lenguaje llano y directo y una forma de vida austera.

“Desacralizó el poder y rompió con los resabios elitistas”, comentó el analista Adolfo Garcé.

Consciente del respaldo popular y el poder político que ello significa, impulsó la ley del matrimonio igualitario, la despenalización del aborto, la regulación del mercado de la marihuana y varias medidas contra la discriminación racial y a favor de las comunidades más desprotegidas.

A nivel internacional generó una ola de simpatía y admiración. Fuera de fronteras se le conoce como “el presidente más pobre del mundo” y cada semana era el protagonista de algún reportaje en alguna parte del planeta.

“Puede que el mundo no sepa dónde está Uruguay, pero sí quién es 'Pepe' Mujica”, declaró esta semana el músico español Joan Manuel Serrat, poco antes del concierto con el que inició una nueva gira sudamericana.

El impacto de su gestión abrió las puertas para que Uruguay esté a punto de conseguir un asiento en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y la Secretaría General de la Organización de Estados Americanos (OEA).

Mujica se aleja de la presidencia uruguaya con un récord de aprobación popular que llega al 67 por ciento, de acuerdo a las encuestas de opinión divulgadas esta semana en Montevideo.

La sensibilidad hacia los temas de pobreza y las políticas sociales, así como la política de vivienda son los temas más valorados del actual gobierno, según esas mediciones. La inseguridad y la regulación de la venta de marihuana son los puntos negativos de la gestión, según el analista Ignacio Zuasnábar.

Sus críticos más agudos, entre quienes abunda gente de la izquierda tradicional, desencantada con el Frente Amplio, le han llegado a calificar de presidente bipolar, con un discurso humanista, ecologista y anticonsumista, que contrastó con su gestión de gobierno muchas veces complaciente con el sistema capitalista y las imposiciones de gobiernos poderosos y organismos internacionales. Mujica asumirá la próxima semana como senador y no descarta volver a presentarse como candidato presidencial dentro de cinco años. “Eso lo decidirá la biología”, afirmó.

análisis

por Ismael Grau

(dpa)

Cambia el estilo, no la política

  • Con la instalación de un nuevo gobierno en Uruguay este domingo no se avizoran cambios sustanciales en las políticas del país sudamericano, pero sí en el estilo de la conducción presidencial.

Deja el cargo el carismático y mediático ex líder guerrillero José Mujica y la asume, por segunda vez, el médico oncólogo Tabaré Vázquez.

Vázquez llevó por primera vez a la coalición progresista Frente Amplio (FA) al poder en 2005 y ejerció la presidencia por cinco años. En marzo de 2010 lo sucedió Mujica, miembro de esa misma coalición que agrupa a sectores mayoritariamente de izquierda.

En ambos períodos la economía uruguaya fue manejada con ortodoxia y se puso énfasis en la atención a los problemas sociales y la equidad, políticas que Vázquez ha prometido mantener y reforzar en su nuevo mandato.

Entre los planes sociales más promocionados por la próxima administración está instalar un sistema de cuidados de niños, adultos mayores y personas enfermas, con financiamiento estatal, que facilite la entrada al mundo laboral de mujeres y jóvenes.

‘Nuestro gobierno (...) no será más de lo mismo. Porque el Uruguay de hoy no es el de 2005 ni el de 2010. No es perfecto, pero puede ser mejor‘, dijo Vázquez la misma noche de su triunfo electoral, el 30 de noviembre, con casi 53 por ciento de los votos.

Aunque no se espera un giro en las políticas al mantenerse el Frente Amplio en el poder, el mandatario saliente y el entrante tienen historias de vida y estilos diferentes.

Mujica fue uno de los comandantes de la guerrilla “tupamara” que actuó en Uruguay en la década de 1960 e inicios de 1970.

Es un floricultor que, aún después de asumir la presidencia, siguió viviendo en una chacra modesta en las afueras de Montevideo y manejando un viejo coche Volkswagen. Además, durante su mandato, donó parte de su sueldo para un plan de vivienda solidaria creado por él.

También por un alto perfil mediático, un discurso contra el consumo desmedido y en favor de la paz y del cuidado del medio ambiente, su figura llamó la atención en ámbitos internacionales.

Vázquez, médico oncólogo de profesión, ha combatido el tabaquismo y no ve con gran simpatía la liberalización de la marihuana que aprobó Mujica, aunque aseguró que mantendrá la ley.

Al entrante presidente se lo vincula con la masonería y vive en un barrio residencial de Montevideo. Su esposa y uno de sus tres hijos están estrechamente ligados a la Iglesia Católica.

Con Vázquez, la primera magistratura volverá a tener la imagen de un estadista convencional.