Tribuna de opinión

¡Quémelo Kicillof, quémelo!

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Todo mal. A poco menos de diez meses de la entrega del poder, el modelo que lleva adelante el ministro de Economía, Axel Kicillof, muestra claramente un motor totalmente fundido. Foto: Archivo El Litoral

 

Por Miguel Ángel Rouco

(DyN)

En 1963, se corría el Gran Premio de Turismo Carretera que venía liderando Carlos Menditeguy, uno de los mejores deportistas de la historia argentina. A sólo quince kilómetros de la llegada en Arrecifes, el motor de su Ford dijo basta.

Con toda la decepción del mundo se bajó, se sacó los guantes y los apoyó en el capó del auto. Mientras tanto, y contra el avance de sus adversarios, su mecánico, el “Negro” Linares, intentaba reparar y hacer arrancar nuevamente la máquina.

Ante el infructuoso esfuerzo de su mecánico, Menditeguy prendió parsimoniosamente un cigarrillo y dándole el encendedor, le dijo: “Saque un poco de nafta del tanque y tírela sobre esto. ¡Quémelo Linares, quémelo!”.

A poco menos de diez meses de la entrega del poder, el modelo económico fundió el motor.

Todos los indicadores económicos muestran signos negativos y las perspectivas para el resto de 2015 están mostrando mucha cautela.

Hasta 2013, el único factor o variable que estaba al margen de una caída era el empleo. Pero 2014 marcó un punto de inflexión y la destrucción de 200.000 puestos de trabajo revelan un serio deterioro de la economía.

El gobierno emprende ahora una tarea para intentar reactivar el consumo en medio de una fuerte contracción económica y ante un endurecimiento de los canales de financiación.

“Nadie toma créditos y los créditos al consumo empiezan a mostrar fuertes niveles de mora”, declaró un directivo de un banco privado de primera línea.

Hay tensiones entre el Ministerio de Economía y el Banco Central. Por un lado, el Palacio de Hacienda, vuelca una gran cantidad de recursos monetarios para mantener la ilusión del consumo. Por otro lado, el Banco Central hace esfuerzos para absorber esa liquidez, a través de la colocación de las Lebac, pero comprometiendo seriamente el patrimonio de la entidad.

En el medio, la irrupción de las discusiones paritarias está agregando combustible.

La urgencia de los gobiernos provinciales por cerrar paritarias es un síntoma preocupante porque indica que el dinero será adelantado por la Nación y en todos los casos, los porcentajes de acuerdo no bajan de 30 por ciento de ajuste.

Esa aceleración está marcando que la inflación irá a la misma velocidad con serias consecuencias a nivel social.

Mientras tanto, el gobierno está acorralado en su propio laberinto creado por la propia presidente Cristina Fernández, a partir de dos decisiones erróneas: el cepo cambiario y la devaluación.

La primera generó que no llegaran más dólares, la segunda provocó desconfianza en la capacidad de pago del país.

Ambas decisiones, tomadas para evitar la fuga de capitales, no pueden explicar cómo Cristina Fernández perdió 25.000 millones de dólares desde que asumió su segundo mandato, y no sabe dónde están.

Tampoco pueden explicar cómo la industria viene cayendo desde hace un año y medio de manera ininterrumpida, y cómo las economías regionales están técnicamente en quiebra.

Éste es el revés de la crisis que muestra el modelo económico. La incapacidad para hacer un roll over de un bono en diciembre y para colocar apenas 2.000 millones de dólares ahora, son una prueba contundente de la incapacidad del gobierno, para apaciguar la crisis y torna más sombrío el panorama hasta octubre.

El modelo está fundido, como el auto de Menditeguy. ¡Quémelo Kicillof, quémelo!