¡La mochila!

Arrancan las clases. ¿Arrancan las clases? ¡Arrancan las clases! Cualquiera fuera la respuesta, y cualquiera el día en que realmente comiencen, los padres o los abuelos de alumnos (es decir, todo el mundo) tienen que conseguir una mochila. Pesada carga...

TEXTOS. NÉSTOR FENOGLIO ([email protected]).

DIBUJO. LUIS DLUGOSZEWSKI ([email protected]).

 

Ya saben: tengo mis años. Y a lo largo de mi vida escolar (primaria, secundaria, universitaria) no recuerdo haber usado una mochila, que incorporé en cambio para llevar el equipo de fútbol. A la escuela íbamos con un portafolito de cuero marrón o negro, con hebilla, y ahí entraban o entraban las (por entonces pocas) cosas que había que llevar.

Ahora, desde la más tierna infancia, los chicos deben llevar muchas cosas a la escuela. Y la mochila, en sus diferentes versiones, se generalizó. Pavada de mensaje filosófico para los pibes: desde chiquito, en este mundo, especie de sísifos inconscientes, debemos cargar una mochila, aunque te la venden como simpática y con las imágenes de la princesa o el súper héroe preferidos.

Las mochilas, algunas muy bien confeccionadas, otras endebles y “para cumplir”, se han hecho necesarias y son, acaso, el artículo más caro que hay que comprar. Más que un par de zapatillas o zapatos. Desde luego, hay diferentes precios, muy variados, pero el dedito implacable de la criatura que vos creés que estás educando (cuando en realidad lo hacen las tandas publicitarias de la tele a la que lo enchufás por horas para que a vos te deje tranquilo), va a señalar invariablemente la mochila más cara. Con lo cual vos también tenés puesta una mochila intransferible, pesada, que tiene además la paradoja de alivianarte los bolsillos. todo cuesta.

Los profesores Google y Wiki, que a su vez refieren al filólogo Coromines, aseguran que mochila proviene de mochil, esto es un “mozo de recados”, y específicamente su prenda característica. Juran también que viene del vasco mutil o motil (criado) y a su vez del latín mutilus (mutilado, mocho).

Vasco o latín, tenés que conseguir a tu pibe o piba una mochila por año. Las muy buenas pueden durar más, pero ahí ya empieza a operar el término de los verdaderos educadores de tu hijo (la sociedad de consumo), que pretenden que tenga una nueva, aunque la otra sirva.

Muchos cuestionan el peso que deben cargar sobre sus espaldas los pequeños. Cuatro o cinco carpetas, cuadernos, libros varios, cartucheras. Algunas de esas mochilas, además vienen con rueditas, para que la criatura pueda acarrearla, pasearla, deslizarla y golpearla (una especie de móvil lunar capaz de seguri la accidentada geografía de nuestras calles y veredas) contra todo lo que se le cruce. En muchos casos, también, las criaturitas deben trepar escaleras, de manera que la mochila que pagaste dejando casi la vida, va pegándole uno por uno a todos los bordes de los escalones. Uno, yéndose al laburo en auto, corriendo, siente como propios esos golpeteos juguetones que tu hijo le zampa a esa mochila de miércoles que no terminaste de abonar...

Las mochilas con rueditas constituyen el tránsito pesado. Esos niñitos con sus mochilas son camiones que van por la vereda, derribando ancianos y mandando a la banquina a los demás “vehículos” transeúntes. Son jodidos y arteros también, como acoplados que son, con los bastones: un solo toque inocente y deja sin punto de apoyo alguno al nono que sale a hacer su caminata...

En algunos pocos lugares (y en todos los que nuestros niños consumen en cualquier serie estadounidense), hay boxes para guardar los útiles, pero nosotros preferimos el tráfico, el ida y vuelta, el constante pone y saca. Además de la columna vertebral, las mochilas permiten ejercitar bíceps, tríceps, prensión, coordinación, entre otros: sucede todos los días cuando debés acertar a sacar determinadas carpetas y poner otras (ese movimiento es más importante que tu cuenta bancaria, si es que tenés una), las correctas, las necesarias. Al final de la semana, tenés entorsis de algo, inflamación de otra cosa (en mi caso, por ejemplo, ni empezamos y ya las tengo inflamadas) y recalcadas las recalcadas extremidades... Es la mochila que uno debe llevar.

¡La mochila!