En Familia

Juegos de azar: una droga destructora

por Rubén Panotto (*)

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La ludopatía, la adicción al juego, más que un vicio es una peligrosa enfermedad de carácter psicológico. En nuestro país, en los últimos años, ha crecido de manera alarmante y sus consecuencias destruyen no sólo a la persona que la padece sino también a su familia y al entorno relacional. Algunas de las primeras y más frecuentes evidencias de esta adicción son la mentira reiterada, las sucesivas reyertas familiares y la autodestrucción económica. La pasión desenfrenada por jugar se incrementa frente a la proliferación de salas de bingo, ruleta, juego de cartas y la niña bonita de la historia: la máquina tragamonedas.

Las psicólogas Débora Blanca y Luz Coletti, en su libro “La adicción al juego ¿no va más?”, indican que el vínculo con el juego va pasando por diferentes etapas, donde al principio al jugador le da igual ganar o perder, pero luego lo vuelve a intentar con el pensamiento mágico de que podrá dominar al azar o a la suerte.

El Centro de Investigación y Tratamiento de la Adicción al Juego señala que una vez que el jugador se involucra con la respectiva práctica, no puede parar de perder y se enreda en una telaraña fatídica, en que cree que va a ganar y si gana quiere seguir ganando y si pierde continúa, en un intento de recuperar lo perdido. Ese mecanismo se vuelve un círculo vicioso y el jugador no encuentra manera de salir de esa telaraña y se carga con angustia, soledad y falta de proyectos. Es por eso que muchas veces necesita una ayuda psicológica, en la que, si es posible, se incluye a la familia. Ese tratamiento debe practicarse ante los primeros síntomas y previo a que se produzca un deterioro familiar, económico y psíquico, lo que en algunos casos los conduce a intentos de suicidio como única salida.

Causas, consecuencias y salida

La dependencia respecto de algunas drogas y juegos de azar tiene similares características. La adicción continúa aún cuando ya no vaya acompañada de ninguna satisfacción y cada vez es mayor la pérdida del control. La adicción se usa como evasión de la realidad y, finalmente, se vuelve continua, aunque haya numerosas consecuencias y daños en la salud.

A nivel internacional, se define a la ludopatía como: “La alteración en el control del impulso, por repetidos y frecuentes juegos de azar, que dominan la vida del paciente y conllevan la ruina de los valores y compromisos sociales, laborales, materiales y familiares”.

El juego vuelve maniáticos a los jugadores. Esa manía va acompañada de una fuerte excitación y persistente irritación sin fundamento. En nuestra ciudad, se conocen historias de personas de limitados recursos que dilapidaron su salario, produciendo un terrible deterioro en sus finanzas, en su situación económica y por ende en las relaciones familiares. Existen casos demenciales en los que adictos han dejado a hijos pequeños o a mascotas en coches estacionados en inmediaciones de salas de juego, con trágicas consecuencias por ese accionar.

Más allá de las enfermedades físicas y psíquicas que recaen sobre el/la ludópata, en muchos casos se generan condiciones que precipitan una irreparable disolución familiar y social. Los juegos de azar, lejos de ser inocentes entretenimientos como se los suele promocionar, pueden detonar delirios que destruyen a personas y familias.

Para quienes estén presos de esta enfermedad, es recomendable la consulta con un psiquiatra. También es oportuno tener en cuenta algunos consejos bíblicos que aportan a la formación de valores y principios de vida: “Porque el amor al dinero es raíz de toda clase de males; y hay quienes, por codicia, se han desviado de la fe y se han causado terribles sufrimientos”. “Quien ama al dinero, de dinero no se sacia. Quien ama las riquezas nunca tiene suficiente. ¡Esto es un absurdo!”. “Más vale poco con tranquilidad, que mucho con dolor y fatiga, corriendo tras el viento”. ¿No le parece?

(*) Orientador Familiar

La adicción se usa como evasión de la realidad. Y finalmente, se vuelve continua, aunque haya numerosas consecuencias y daños para la salud.