llegan cartas

¿Habrá justicia?

ALEJANDRO REINER

DNI 93.495.091

El doctor Alberto Nisman era un hombre íntegro, probo, que no se amilanó frente al poder del Estado, su investigación lo apasionaba y el ritmo lo estimulaba para ser más exigente en su gestión. Su investigación y las escuchas llegaron a un punto en que debió pedir indagar a la presidente y su canciller Héctor Timerman, Andrés Larroque, Luis D'Elía y Fernando Esteche.

El Dr. Nisman llevó durante años una mochila muy pesada: ya hacía diez años que investigaba el atentado más sangriento y cruel que sacudió los cimientos del país dejando 86 muertos. Todas las muertes producen dolor, desazón, desconcierto. Los deudos buscan paz, afecto, consuelo y contención. Éste no fue un caso más, hablamos de un fiscal de la Nación, un hombre de la Justicia que investigaba una mancha negra que otras investigaciones no habían podido resolver. Pero el atentado a la Amia tomó otro cariz con la firma del tratado con Irán, principal sospechoso de la masacre.

Un día antes de presentar sus pruebas al Congreso Nisman murió. Lo más lamentable y humillante fue la actitud del Estado con su indiferencia. Murió un fiscal de la Nación en una situación dudosa; no se le han concedido los más mínimos honores de Estado, ni siquiera su familia recibió condolencias. Únicamente el periodismo le ha dado la relevancia. El pueblo le rindió honores el 18 de febrero, sin consignas, sin banderas partidarias y en silencio, porque el pueblo está de “duelo”. El gobierno descalificó duramente esta marcha etiquetándola como golpe institucional, como golpe político. ¿Quién calló al doctor Nisman? ¿Cómo antes de que termine la investigación acusan de traición y de intencionalidad de provocar un golpe? La Justicia investiga la muerte de un fiscal de la Nación. ¿Se suicidó?, ¿lo mataron?, ¿lo indujeron? La trama de la otra investigación abierta es el acuerdo pergeñado con Irán, país sospechado de provocar el atentado a la Amia. Soy un ciudadano amante de la paz, de la justicia y la democracia, sólo pido que a la democracia no la coarten, dejen que ella fije su rumbo, que pague quien tenga que pagar, que se dejen de escudar detrás de sus fueros, si han delinquido que paguen con la pena que les corresponde. Que una vez la Justicia sea dura e “independiente” y no “dependiente del gobierno de turno”, que la Justicia deje de ser refugio de estafadores, de gobernantes inescrupulosos, corruptos, que se han enriquecido indebidamente. Que una vez por todas podamos gritar a viva voz “se hizo justicia”.