Quinta jornada de investigación

Lubitz: “Todos recordarán mi nombre”

Lubitz: “Todos recordarán mi nombre”

Investigación. La Policía registró el apartamento de Andreas Lubitz en Düsseldorf. Mientras tanto se analiza el estado psiquiátrico del copiloto.

Foto: Agencia EFE

Una mujer que dice haber sido novia del copiloto que estrelló de forma deliberada el avión de Germanwings en los Alpes asegura que el joven estaba en tratamiento psiquiátrico y que más de una vez le había dicho que haría algo por lo que todo el mundo le conocería.

 

Redacción El Litoral

Agencias EFE/DPA

Una mujer que dice haber sido novia del copiloto que presuntamente estrelló de forma deliberada el avión de Germanwings en los Alpes franceses con 150 personas a bordo asegura que el joven estaba en tratamiento psiquiátrico y que más de una vez le había dicho que haría algo por lo que todo el mundo le conocería.

“Cuando oí lo de la catástrofe, me vino una y otra vez a la mente una frase que decía: ‘Un día haré algo que cambiará todo el sistema y entonces todos conocerán mi nombre y lo recordarán’. Nunca sabía a qué se refería, pero ahora cobra sentido”, afirma la mujer en una entrevista que publica hoy el diario “Bild”.

Según la azafata, de 26 años y que dice haber mantenido el año pasado una relación en secreto con el copiloto Andreas Lubitz que duró unos cuantos meses, “durante los vuelos era una persona amable y abierta”.

La joven señala que “en la intimidad era muy tierno, una persona que necesitaba ser querida. Era una buena persona, que podía ser tan dulce, y regalaba flores”.

“Siempre hablábamos mucho de trabajo y entonces se convertía en otra persona, se alteraba por las condiciones en las que tenemos que trabajar: poco dinero, miedo por el contrato, demasiada presión”, agrega.

Asegura que se separó de él porque cada vez tenía más claro que “tenía problemas”.

“De repente perdía los estribos durante una conversación y me gritaba. Yo tenía miedo. Una vez incluso se encerró durante un buen rato en el baño”, dice.

Según la auxiliar de vuelo, Lubitz sufría pesadillas y se despertaba por la noches gritando que se iban a estrellar.

“Sabía ocultar muy bien ante los demás lo que le pasaba realmente”, asegura y agrega que “de su enfermedad nunca habló mucho, sólo que estaba en tratamiento psiquiátrico”.

La azafata cree que el copiloto estrelló deliberadamente el aparato, “porque se dio cuenta de que debido a sus problemas de salud su gran sueño de un empleo en Lufthansa, de trabajar como comandante y piloto de rutas de larga distancia era prácticamente imposible”.

“Si a ello se suman problemas de pareja, no lo sé”, añade la mujer.

En tanto, el copiloto tenía una nueva novia que trabaja como profesora en Krefeld, una localidad del estado federado de Renania del Norte-Westfalia, y con la que vivía en su apartamento de Düsseldorf, que ya ha sido registrado por las autoridades alemanas.

Forenses al límite: la difícil identificación de víctimas

 

Llevan trajes de protección blancos, mascarillas y guantes, y esconden su pelo bajo un gorro verde. Su trabajo es muy delicado. En torno a 36 expertos trabajan en un puesto levantado en Seyne-les-Alpes, en los Alpes franceses, en la identificación de las 150 víctimas del accidente de Germanwings del pasado martes.

Algunos de ellos recogen los restos mortales de las víctimas en el lugar donde estrelló el aparato, en lo alto de escarpadas montañas.

Entre 400 y 600 partes de cuerpos han sido recuperados y trasladados ya en helicóptero hasta el valle, pero nadie puede decir cuántos más quedan allá arriba, entre las rocas de la montaña.

Patrick Touron, vicedirector del Instituto de Investigaciones técnico-criminales de la gendarmería francesa, encoge los hombros. La operación en Seyne-les-Alpes está siendo, para él y su personal, fuera de lo común y muy exigente. A veces, incluso ellos necesitan ayuda. También para ellos hay atención psicológica, explica.

Los familiares de las víctimas viajaron el jueves a Marsella, donde se están tomando muestras de ADN para encontrar coincidencias e identificar a las víctimas.

Los médicos forenses utilizan también datos de los países de origen de los fallecidos, como información dental o radiografías. Los miembros de la tripulación pueden a veces reconocerse incluso a partir de los restos de sus uniformes.

“Ne pas ouvrir - analyse en cours”: “No abrir, análisis en curso” se lee en un cartel en un coche azul de la gendarmería. Las pruebas de tejidos se envían a otros lugares en sobres marrones. El objetivo final es lograr atribuir las partes de los cadáveres a las víctimas.

“Trabajamos lo más rápido que podemos”, explica Touron, “hacemos todo lo posible para devolver a cada familia a su ser querido”. Pero no sabe cuándo podrá ocurrir. El permiso para enterrar los cadáveres debe ser aprobado por la Fiscalía general.

Pero la recuperación de los restos en el lugar del accidente está lejos de terminar. “Las mayores dificultades las tiene la gente que está sobre el terreno”, explica Touron. La zona es de muy difícil acceso.

Y la búsqueda es también extremadamente peligrosa. “El terreno es empinado y resbaladizo”, explica el jefe de las fuerzas de rescate de montaña, Olivier Cousin. Su gente es la responsable de asegurar con cuerdas a los expertos durante su difícil trabajo. A veces, el equipo sale con crampones y picahielos, que dan una mayor estabilidad, aunque ya no haya hielo allí arriba.

Y hay otro factor imprevisible: el tiempo. En estos días las condiciones fueron perfectas para el vuelo de los helicópteros: sol y poco viento. Pero si llega el viento, la lluvia o la nieve, los helicópteros que cada día llevan a decenas de personas a la montaña, quizá no podrían despegar, alerta David Girodet, responsable de las operaciones en helicóptero de la gendarmería y de la seguridad de sus vuelos.

Girodet teme sobre todo a la nieve: “porque entonces las nubes estarían bajas”. Y eso sería demasiado peligroso para volar en la escabrosa cordillera.

análisis

Por Pablo Sanguinetti

Más incógnitas que certezas

  • Tenía un problema de salud, estaba en tratamiento y logró ocultar ambas cosas: las nuevas revelaciones sobre el copiloto de Germanwings que al parecer estrelló a propósito su avión el martes con 150 personas a bordo abren nuevas preguntas en torno a un caso que suma giros imprevistos cada día.

¿Qué enfermedad tenía el joven de 27 años? ¿Por qué pudo trabajar si estaba de baja médica? ¿Nadie de su entorno advirtió en él algún comportamiento anormal? ¿La decisión de estrellar el avión fue planeada con anterioridad o espontánea? ¿Cómo pudo superar las estrictas pruebas a las que se someten los pilotos?

La principal pregunta gira en torno al diagnóstico del copiloto. Descartada cualquier motivación política, religiosa o terrorista, los investigadores registraron sus casas en Düsseldorf y Montabaur, en busca de documentos que probaran algún problema psíquico.

La baja médica es un hecho. Que la ocultó, la hipótesis más probable: la ley alemana permite trabajar aun estando de baja. Lo que muchos se preguntan es cómo su problema pudo pasar por alto para colegas y vecinos, que hasta ahora lo describieron unánimemente como un joven “alegre, educado y deportista”.

“Es un estereotipo muy frecuente”, explica el experto médico Christoph Specht. “La gente puede ocultar los problemas muy bien y que no se note”.

Para el experto, esa misma capacidad sugeriría que el copiloto pudo planear con mucha antelación los hechos que le atribuye la fiscalía, “incluso aunque para su entorno haya parecido algo totalmente espontáneo”.

La posibilidad de ocultar problemas explicaría también que el joven lograse superar las estrictas pruebas practicadas por las aerolíneas. Mientras tanto, las compañías alemanas introdujeron la norma que obliga a que haya siempre dos personas en la cabina de sus aviones.

Algunos cuestionan que esa medida descarte situaciones extremas como las de Lubitz que se encerró en la cabina aprovechando la salida del piloto antes de estrellar el avión. Y es que, como concluyó el experto Specht, si algo demuestra la catástrofe es que “el ser humano es una criatura asombrosa”.