SILVIA BRAUN, ESCRITORA

“Dudo que vuelva al alma adulta”

La Fundación SM le otorgará el premio El Barco de Vapor por su obra “Claro que no es fácil”. “Quiero escribir sobre el mundo adolescente que es tan de vaivén, de dudas, de oscilaciones e inseguridades”, aseguró.

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Para la escritora, “no hay tablets ni notebooks que suplanten el placer de una tarde de lluvia, tapados hasta los ojos leyendo un libro y marcando con un lápiz los párrafos o frases que nos gustan”, dice. Foto: Luis Cetraro

Juan Ignacio Novak

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La escritora santafesina Silvia Braun recibirá el premio internacional de literatura infantil El Barco de Vapor, de la Fundación SM. Será por su obra “Claro que no es fácil” y el acto tendrá lugar el 9 de abril a las 18 en El Molino Fábrica Cultural. La escritora, en una entrevista realizada vía mail por El Litoral, apuntó que quiere “seguir escribiendo, hasta el último momento”, señaló que “es muy difícil, pero no imposible hacer que no se pierda el hábito del libro en la mano”. Y, para los que quieran leer “Claro que no es fácil”, adelantó: “Creo que en la entrega del premio se expondrán ejemplares de la editorial entre los cuales ya estará mi novela”.

—¿Cómo surgió y de qué trata “Claro que no es fácil”, la obra que resultó premiada?

—Como surgió, la verdad es que no lo recuerdo. A veces, sucede que alguien a quien estoy observando me suscita imágenes o vivencias propias o ajenas que hacen que salga disparada a escribir. Pero creo que la escribí por decisión. Quiero escribir sobre el mundo adolescente que es tan de vaivén, de dudas, de oscilaciones e inseguridades. “Claro que no es fácil” trata de todo eso. Creo que Santiago Troncoso me llevó la mano como un tren a control remoto y me sopló al oído su desconcierto, sus amores, sus dudas, sus granos, sus anteojos. Es él, estoy segura, un Santiago Troncoso que me habitó y me hizo feliz mientras lo escribí y luego me dijo adiós y sentí una leve tristeza porque sé que partirá hacia otros ojos y otras manos.

—Usted escribió obras destinadas a un público adulto, otras al juvenil y al infantil. ¿Con cuál de estos públicos siente que tiene más llegada?

—Eso nunca se sabe. Sólo que descarté en mi vida, desde que empecé a escribir, la literatura infanto juvenil. Me parecía que esa lectura para mí ya había pasado y pertenecía a otra edad. Escribir para adultos me amargaba. Uno no toca temas fáciles allí, mete el dedo en la llaga y hurga y hurga hasta que sangra o duele porque detrás de algún verbo o sustantivo está nuestra propia llaga o dolor. Obligada por circunstancias personales comencé a dar talleres para niños pero no desde la literatura sino desde la ortografía. Me había inventado un método para sacarlos del pantano en quince días. Pero, ¿cómo lograr que vinieran? Atrayéndolos. Y no iba a ser por medio de reglas ortográficas sino de cuentos que empecé a revolver en el arcón de mi propia infancia. Y me encontré riéndome a carcajadas, gozando de lo viejo y de lo nuevo que se ha escrito. Soy más feliz ahora. Dudo que vuelva al alma adulta. La paso mejor con el niño o el adolescente.

—¿Cuáles son los códigos específicos de la literatura infanto juvenil? ¿Cómo se hace para atraer a estos segmentos de público?

—No conozco de códigos. Sé que hay que tener prudencia, nada más que eso. Y en cuanto a la atracción, no puedo hablar porque “La cabeza” de Juan es de un éxito notable en Ecuador dicho por sus editores, es el libro más vendido y leído. “Guillermo y el laberinto” fue ganador en Uranito y no sé por dónde anda, y “Claro que no es fácil”... bueno, el premio Barco de Vapor lo dice todo. El destino será el que marque el camino del libro. Yo le deseo la mejor de las suertes.

Seguir escribiendo

—En tiempos en que las pantallas (desde el celular a las computadoras y la televisión) ocupan casi todo nuestro tiempo ¿Cómo se logra que el público juvenil no pierda el hábito de la lectura? ¿Cuál es el desafío de un escritor hoy en este sentido? ¿Qué consejos le daría a los padres para que sus hijos lean?

—Adaptándose a la tecnología, divirtiéndose con ella y sutilmente marcar los peligros que conllevan. “Claro que no es fácil” trata (entre otras cosas) justamente de esto, de la trampa en que cae Santiago y sus dificultades para salir. Es muy difícil, pero no imposible hacer que no se pierda el hábito del libro en la mano. Es tarea compartida entre padres y docentes cómplices en la aventura de descubrir las ventajas y desventajas y asumirlas. No me gusta aconsejar, pero que les lean desde la panza. No falla. No hay tablets ni notebooks que suplanten el placer de una tarde de lluvia, tapada hasta los ojos leyendo un libro y marcando con un lápiz los párrafos o frases que nos gustan. Dar vuelta las hojas; ¿hay algo mejor?

—¿Cuáles son sus próximos proyectos literarios?

—Seguir escribiendo. Hasta el último momento de mi vida. Atrás va quedando la pintura, los pinceles y los intentos de arcilla. Pero ahí están como materiales que esperan el cansancio de la palabra escrita para seguir escribiendo con colores y formas.

—¿Cuáles son sus escritores favoritos y por qué?

—No debo contestar esto. Porque me inicié cuando tuve el primer libro en las manos y estaba en una cuna y claro que tengo preferencias pero no me gusta decirlas, me gusta charlarlas con mis amigos y compartirlas. Pero vaya mi homenaje a Gabriel García Márquez. Por él, siempre que escribo tengo sobre mi escritorio un ramo de flores amarillas.