editorial

El Estado como gran generador de empleo

  • Desde 2007, la generación de empleo público se incrementa en el país.

La situación del mercado laboral se encuentra virtualmente estancada en la Argentina. De hecho, las cifras de trabajo en negro continúan siendo elevadas -a pesar de los años de bonanza y del endurecimiento de los controles- y el Estado se ha convertido en el principal generador de empleo.

Según un informe recientemente dado a conocer por la Fundación Libertad, el 34,3% de los trabajadores asalariados del país no realiza aportes jubilatorios porque se desenvuelve en un marco de informalidad.

Las situaciones más comprometidas se registran en el norte argentino. A modo de ejemplo, en el conglomerado Santiago del Estero-La Banda, la informalidad llega al 49,7%, mientras en Tucumán alcanza el 47,5%.

La realidad de la provincia de Santa Fe no difiere demasiado de lo que ocurre en el resto del país. Tres de cada cuatro trabajadores revisten la calidad de “asalariados”. De ese total, en el Gran Rosario el 33,2% no realiza aportes, mientras que en el Gran Santa Fe la cifra llega al 32,9%.

En este contexto de dificultades laborales, el Estado -nacional, provincial y municipal- se ha convertido en la principal fuente de generación de empleo formal. De acuerdo con un relevamiento realizado por el Instituto Argentino de Análisis Fiscal, durante el año pasado el sector privado tuvo un mínimo aporte a la creación de empleo, mientras que el sector público aportó el 75% de las nuevas fuentes de trabajo, lo que evitó en gran medida un deterioro más profundo del mercado laboral.

El mismo informe remarca que entre 2003 y 2006, sí se produjeron mejoras en la situación del mercado de trabajo, generadas por la caída del costo laboral y por “la existencia de una amplia capacidad ociosa en la estructura productiva, que permitió contrataciones por parte del sector privado sin necesidad de grandes inversiones”.

Pero las cosas cambiaron desde 2007, cuando la creación de puestos de trabajo se concentró en el sector público. Tanto es así que, por ejemplo, en 2011 el Estado creó 82.000 puestos de trabajo por trimestre; mientras que el comercio generó 52.000, las actividades inmobiliarias, empresariales y de alquiler, 46.000; servicios sociales, enseñanza y salud, 41.000 puestos; construcción 40.000 y la industria manufacturera, 39.000 puestos en promedio.

Durante 2013, el Estado generó el 41% de los puestos de trabajo formales. Y en 2014, esta situación tendió a profundizarse. Según datos de la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (Fiel), “2014 fue el primer año desde 2003 que se verificó destrucción de empleo, a pesar de la creación de casi 90.000 puestos en el sector público”.

Las últimas mediciones del Indec -de por sí controvertidas- indican que el desempleo es del 6,9% en la Argentina. Sin embargo, esta cifra sería ostensiblemente mayor si se tiene en cuenta que la actual tasa de actividad (44,7%) es la menor de los últimos diez años y que la creación de puestos de trabajo público actúa como una suerte de colchón que amortigua el impacto de la pérdida de fuentes de trabajo en el sector privado.

Frente a un año fuertemente marcado por las necesidades electorales de quienes gobiernan y por un contexto macroeconómico que difícilmente permita un crecimiento sustancial de la actividad, lo más probable es que estas tendencias tiendan a profundizarse en 2015.

Lo más probable es que estas tendencias tiendan a profundizarse en 2015.