Identidad y justicia

Procesaron a un matrimonio, un familiar y un médico de la Esma por apropiación

  • Las cuatro personas, todas mayores de 70 años, están acusadas por “ocultación y retención de un menor” y por la falsificación del certificado de parto y partida de nacimiento.

DyN

La jueza federal María Servini de Cubría procesó a un matrimonio, a un pariente y a un médico de la Esma por la apropiación ilegal de un niño nacido en cautiverio durante la última dictadura. Se trata de los procedimientos dictados en el caso de quien creció como Jorge Daniel Cresto, pero recientemente descubrió que era Jorge Castro Rubel, hijo de una pareja que permanece desaparecida.

Los procesados fueron Juan Carlos Cresto y Olaya Iris Gómez, un endocrinólogo de 79 años y una asistente social de 77, el matrimonio que crió al joven como propio; Ramón Abel Gómez, de 78, tío materno del muchacho, y el médico de la Esma Jorge Luis Magnacco, de 73 años, preso en el complejo penitenciario de Marcos Paz por condenas previas.

Padres desaparecidos

Se los encontró, en esta instancia, responsables de los delitos de “ocultación y retención de un menor de diez años que había sido sustraído del poder de sus padres, en concurso ideal con la alteración del estado civil de un menor, que a su vez concurre idealmente con los delitos de falsedad ideológica de instrumento público -certificado de parto y partida de nacimiento- y falsedad ideológica de instrumento público destinado a acreditar la identidad de las personas”.

Ana María Rubel fue secuestrada en 1977 cuando estaba embarazada de dos meses, junto a su pareja Hugo Castro, y ambos fueron llevados a la sede de la Esma donde permanecieron “clandestinamente detenidos bajo condiciones inhumanas”, dice la resolución. Castro fue “trasladado” en junio de 1977 y permanece desaparecido mientras que su mujer fue “picaneada” estando embarazada y en la enfermería del casino de oficiales de la Esma dio a luz a un bebé que habría sido llevado al Hospital de Niños de Buenos Aires porque nació cianótico.

Padres de crianza

Según señala el procesamiento firmado por Servini de Cubría, Cresto contó que siempre pensó que sus criadores eran sus “padres biológicos” hasta que en agosto pasado se encontró con una tía que le reveló que era adoptado, aunque le aclaró que no sabía su origen. Al día siguiente enfrentó a quienes lo criaron, quienes le confirmaron que no lo habían gestado. Días después el supuesto padre, un endocrinólogo pediatra, le confió que estando de guardia en la ex Casa Cuna llegó él, apenas nacido, en “muy malas condiciones” y lo adoptaron, sin que ello quedara registrado en ningún documento.

“Según el relato de mi papá, yo le pregunté después de su relato, quién me había dejado en la guardia, y me dijo que dos hombres jóvenes entre 20 y 30 años y que uno de ellos tenía bigote; y yo le pregunté, considerándome yo una persona informada de la historia trágica del país en esos años, si él podía determinar si quienes me habían dejado eran militantes revolucionarios o militares, y él me afirmó que no podía determinarlo y que no conocía mi procedencia”, relató el joven a la jueza.

Con las Abuelas

El muchacho precisó que se presentó entonces en la sede de las Abuelas de Plaza de Mayo, donde se confirmó que era hijo de la pareja desaparecida. Cuando declaró, afirmó que Cresto y Gómez “se mostraron contentos y también preocupados por las repercusiones legales que pudiera haber, por el hecho de la inscripción como hijo propio”, pero “se mostraron contentos porque se había podido determinar cuál había sido mi origen y me preguntaron cómo se componía mi familia biológica”.

Al declarar como indagado, Cresto relató que era común que se abandonaran bebés en la Casa Cuna, contó que llevó al pequeño a su casa para una mejor recuperación, que siempre preguntó si la madre había vuelto para buscarlo y que “jamás se le ocurrió” que el menor fuera consecuencia del “funesto plan sistemático del robo de bebés porque nada se sabía al respecto”.