La liturgia de la modernidad

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“Kerze”, de Gerhard Reichter.

 

Por Irma Verolín

“Corazón sagrado”, de Enrique Solinas. Viajero Insomne editora. Buenos Aires, 2014.

Si algo podría definir la poesía de Solinas es su profundo humanismo expresado con una rigurosidad formal que tiende al despojamiento. De la dramatización de la escena que se despliega en cada poema brota una verdad que se vislumbra o se esconde o es buscada pero no aparece de un modo frontal, sino que se asoma en la entonación, en el gesto de la voz. El nivel ontológico en la poesía de Solinas se encuentra en la articulación estética, lo que se sabe y lo que no, puede rastrearse debajo de lo enunciado como interrogante y como anhelo. En la aparente sencillez hay inflexiones, cruces de registros, leves guiños, un afán de totalidad encubierto en el trazo limpio de las palabras. En ese tono de placidez que marca la escritura de este nuevo libro, en Corazón Sagrado se rastrea, sin embargo, la inquietud, la sed de eso que apenas se nombra. Búsqueda y confesión, susurro, verdad desnuda a veces como revelación inusitada, cántico, celebración, todo en estos poemas que pulsan el trayecto de una búsqueda estética caracterizada por la originalidad, la impecabilidad y la variación de matices y un innegable entronque con la oralidad por su tono de invocación y plegaria. Hay, además, algo de testigo en esta voz poética, testigo del suceso, del acto, de una verdad. En estos poemas se percibe nuevamente la combinación de una mirada inocente y a la vez aguda en un equilibrio delicadísimo, aunque es probable que el giro en la escritura dé cuenta de una decantación mayor en el tratamiento de la palabra que se vuelve translúcida, abarcadora, única. Reducir este conjunto de poemas a una tradición encuadrada en el lirismo místico sería empobrecer la propuesta del autor, si bien aparecen los motivos y los escenarios típicos del Nuevo Testamento de la Biblia el desierto, los cuarenta días y las cuarenta noches, la escena de la crucifixión- es imposible no leer entre líneas para descubrir que el texto al nombrar celebraciones, ceremonias y creencias nos habla del ejercicio de la palabra poética como una liturgia de la modernidad. El poema “Dionisios” opera como un contrabalanceo de la figura crística que atraviesa la mayor parte del libro. El desborde de los sentidos frente a la contención y mesura que se repliega hacia un centro, la expansión hacia el afuera sin tope ante una mirada interior, expresada en la metáfora del Sagrado Corazón de Jesús, que ha sido considerada por algunas tradiciones del pensamiento del nuevo paradigma como una superación del Cristo crucificado o, quizá, una representación del Cristo más acorde con el nuevo siglo. Cabe señalar que la estructura del libro en su totalidad guarda un equilibrio en la reunión y combinación de poemas marcados por la belleza expresiva y el rigor formal.