Julio Lamas, el padre de la Generación Dorada

“A Manu Ginóbili no le encontré ningún defecto”

  • Un mano a mano imperdible con El Litoral en Sunchales, donde lo aman: fue campeón de la Liga con Libertad. Espera que vuelva el “Cabeza” Delfino y elogia a León Najnudel.
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A solas con El Litoral

En la intimidad del Hostal Parque Casic, en Sunchales, una charla que se prolongó más de una hora, con el “Gringo” Andrés Pelussi como testigo. El referente de ese Libertad de Sunchales campeón de la Liga Nacional con Lamas como DT tiene un profundo respeto por el Padre de la Generación Dorada. “Como entrenador, un crack; como persona, Lamas es un tipazo”, confió Pelussi a este diario. Foto: Daniel Ponce

 

Darío Pignata

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SUNCHALES (Especial para El Litoral).- Julio César Lamas, apodado para todos los tiempos “El Padre de la Generación Dorada” del básquetbol argentino, vive, come y sueña en anaranjado. Uno de sus alumnos —en Libertad de Sunchales y en la Selección Argentina—, el “Gringo” Pelussi hace de nexo para conseguir una entrevista que entre anécdotas previas y nota formal para El Litoral con las cámaras del Grupo Meridiano duró casi dos horas.

El “otro” hombre que cambió la historia del básquetbol criollo fue hijo de padre mozo y madre enfermera. Unico hijo de ellos dos, con hermanos de un matrimonio anterior de su mamá. Su infancia, feliz por lo que dice, fue en San Martín, en el conurbano bonaerense.

“Mi infancia fue fútbol primero, básquet después, en familia. Y después de los 9 años aparece en el básquet. Fui a San Andrés a jugar al básquetbol, desde los 15 era monitor de inferiores y me llamaba la atención enseñar a jugar. Estaba enamorado del básquetbol. Yo fui tan precoz que hacía cosas más por intuición e impulso que por tener un plan”, explica.

—¿Cuál es el momento exacto que aparece definitivamente el entrenador?

—Si desde acá debo revisar un momento clave de mi carrera es cuando voy a Sport Club de Cañada de Gómez con León Najnudel. Fue un momento decisivo en mi carrera, no se si hubiera podido hacer las cosas que hice en el básquetbol si no me hubiera cruzado con él. Tan rápido, seguro que no.

—¿Qué te dejó León?

—Me enseñó con total generosidad y desinterés este oficio, un gran maestro. Me enseñó este oficio y yo fui aprendiendo con él. Tenía tanta experiencia, adopté muchas cosas por admiración y respeto hacia él. Algunas cosas las valoré ahí mismo y otras con el paso del tiempo. Porque yo empecé a dirigir a los 24 años como profesional hasta que me fui de San Andrés a Cañada de Gómez. En San Andrés, lo que quería era enseñar a jugar al básquet a los pibes de mi club. Lo hacía con ganas y dedicación total pero con poco conocimiento. Me sobraban ganas y me faltaba conocimiento, León me emparejó un poco (se ríe).

—Cuando empecé a venir a Sunchales, el año que se gana la Liga Nacional, me quedó grabada una frase tuya...

—¿Cuál de todas?

—La que escribías en la pizarra antes de entrar al Hogar de los Tigres y que veían todos los días los jugadores antes de entrenar o jugar: “En el único lugar que la suerte está antes que el trabajo es en el diccionario”.

—No tengo dudas que es así...

—De todos modos...¿haber conocido a León Najnudel para trabajar con él no fue un aspecto casi mágico?

—Yo creo que un toque de suerte hay que tener. He conocido entrenadores que nunca se les dio y lo buscaron toda la vida. Suerte es cuando la oportunidad se junta con la preparación y las ganas y hay que aprovecharla. Yo estaba dispuesto a todo. Y León le puso los contenidos en ir a buscar el conocimiento a los dos mejores lugares del mundo: Estados Unidos y Europa. Yo había cumplido 25, me empezó a llevar con él y fui todos los años.

—Ya hablamos de la suerte cuando te cruzás con León

—Sí

—¿Y qué decir de cuando te cruzás con “Manu” Ginóbili?

—Yo tuve dos o tres situaciones afortunadas en mi carrera y las valoro enormemente. Ese primer plano de la Generación Dorada me había dado una plenitud e ilusión de ver que era algo distinto. Y el último tramo, también, muy afortunado para mí. El haber dirigido a Ginóbili, sin dudas. “Manu” es el mejor jugador de la historia de la FIBA, va a ser Hall Fame de la NBA y es uno de los mejores deportistas de todos los tiempos en nuestro país. El jugador perfecto no existe pero yo a “Manu” no le encontré ningún defecto nunca como jugador de básquetbol. Es una mente brillante con una pierna privilegiada. “Manu” es el jugador que todos hubiéramos querido seràen la noche más inspirada e imaginada. Pero quiero decir que también disfruté a Scola, Nocioni, Priggioni, Delfino, Oberto.

—¡Qué nenes me estás nombrando!

—Sí, pero además me pasa otra cosa. Hay otros jugadores, con los cuales integré equipos y he sintonizado el amor por el juego, su nobleza y los respeto igual que a esos cracks. Para mí, el que interpreta así aunque tenga menos difusión significa lo mismo. Yo no me sentí diferente entrenando la Selección Argentina, Real Madrid o Libertad de Sunchales en el día a día. Jugar bien diez partidos seguidos es lo mismo en cualquier lado.

—Se te nota realizado como entrenador, me parece estar entrevistando a un tipo que es feliz

—Tuve mucha suerte de tener a tipos como Darrás, Oroño y el “Gringo” Pelussi, que me ayudaron un montón para ser mejor entrenador. Esta es una actividad de recursos humanos, porque el mes más importante es cuando elegís a los jugadores.

—Es innegable que ustedes, con la famosa Generación Dorada, dejaron la vara muy alta

—Puede ser

—Nos pasó lo mismo con Los Pumas y Las Leonas. En el rugby el quiebre de los últimos años fue el retiro de Pichot, lo mismo ahora sin Lucha Aymar en el hóckey. —Ya imagino hacia dónde va la pregunta...

—¿Qué va a pasar en el básquetbol argentino sin Ginóbili?

—¿La verdad? Ya estábamos jugando sin “Manu”, la realidad es que en Londres fue la última vez que jugó una parte del grupo de la Generación Dorada juntos. Es así: la Generación Dorada no está jugando más en la Selección y no pasa nada. Ya pasaron tres años de ese torneo en Londres, lo que pasa es que los queremos tantos, los admiramos tanto y los respetamos tanto que nos cuesta despedirlos.

—Saliste fácil...

—Es que jugamos varios torneos sin “Manu” y no pasa nada. Entre Maradona y Messi hubo 20 años de muy buenos jugadores y no pasa nada. Ortega, Riquelme, Aimar. El deporte no es para andar llorando. Las cosas importantes de la vida pasan por la salud, el trabajo, la educación. El deporte es una actividad para enaltecer a las personas...

—Lo más importante de las cosas menos importantes como dijo Arrigo Sacchi

—Tal cual, esa frase es perfecta. El deporte no puede llevar de compañero al miedo, porque es el peor compañero que uno puede elegir en esta profesión. Si lloramos a “Manu”, le transmitimos miedo a las generaciones que vienen. Mirá te voy a decir algo para el final de la charla: yo me conformo estando Scola y volviendo Carlitos Delfino, que es de ustedes ahí en Santa Fe. Con esos dos, acordáte lo que te digo, podemos empezar a sembrar de nuevo esa semillita que se llama gloria.

“En Rafaela con Ben Hur y en Sunchales con Libertad me di cuenta de la cultura del trabajo, exceden el poderío de sus habitantes con sus empresas. Madrid y Buenos Aires me dieron cultura y entretenimiento. Yo siempre me paré respetando el lugar en el cual llegaba”.

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En Sunchales es Gardel

Julio César Lamas es el actual entrenador de Obras y volvió a Sunchales para enfrentar a su querido Libertad, equipo al que coronó campeón de la Liga Nacional. Cuando pisó el Hogar de los Tigres, se llevó una ovación y el club le rindió un homenaje. En la foto, Enso Olocco, el dirigente que lo buscó en el 2007 para llevarlo a Sunchales y salir campeón. Foto: Daniel Ponce

“Todos los jugadores tienen un botón y el DT que logra entrar por ese botón, saca ventaja. A mí se me juntó la pasión con la profesión, por eso disfruto mucho lo que me tocó y valoro la oportunidad que he tenido”.

“No me tiembla el pulso para decirle a Manu “no usen el celular”, pero en los Juegos Olimpicos de Londres tenía jugadores con dos millones de seguidores en Twitter. Los entrenadores deben liderar la diversidad. No va a suceder más que en un equipo los diez jugadores hagan y sean como le gusta al entrenador”.

“Yo amo el básquetbol profundamente, al juego lo disfruto todo el tiempo como un chico. Amo mucho el juego, me encanta ser entrenador, guiarlos, sacar lo mejor. Me gusta el entrenamiento y el vestuario. A mí me gusta lo que yo hago. Mis sueños tienen que ver con el básquetbol”.

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“Muy feliz en Alicante, una ciudad con 400.000 habitantes, playa y el Mar Mediterráneo al lado. Viví en siete ciudades, cuatro en Argentina y tres en España. El club más pequeño es más importante que Maradona, Messi y Ginóbili juntos”.

Del alumno al gran maestro de la Liga

“León fue lo más importante para el básquetbol argentino”

D.P.

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SUNCHALES (Especial para El Litoral).- Estaba “cantado” que el tema León Najnudel se llevaría, por cuestiones obvias, una parte importante de la charla con Julio César Lamas.

—Contabas que hubo algo de suerte al cruzarte con León, pero también se dice que a la suerte “hay que ayudarla”...

—Creo que yo también lo busqué. Te cuento algo: el día que León se da cuenta que existo, yo ya le daba vueltas alrededor de él como una mosca. Venía de Paraná, en un Argentino en el ‘87, donde me le puse cerca para escuchar y en el ‘88 él viene a San Andrés con Sport y le saqué tema de conversación. Ahí arrancó todo, fui a su casa dos días por invitación a trabajar y me preguntó si podía venir. Era martes, volví a Buenos Aires y el domingo estaba viviendo en Cañada de Gómez.

—A uno le da la impresión que cuando nacen los tipos como León se tira el molde

—Yo pienso que León es la persona más importante de la historia del básquetbol argentino, porque lo que él hizo no lo hizo nadie. Si hay que comparar los títulos ganados por Magnano o Hernández, lo superan, pero León cambió la competencia interna. Fue lo que nos permitió a todos ser profesionales de dedicación exclusiva y graduarnos hasta un nivel. Después, vino una generación de jugadores que hicieron un Master en Euroliga y en NBA, con resultados únicos para el básquet nuestro. Pero sin la Liga Nacional no hubiera existido nada.

—Todo el mundo habla de Najnudel...¿cómo era León?

—Una mente brillante con una forma simple de explicar cosas que para él eran fundamentales. Instaló la Liga en un momento donde eran todas complicaciones. Casado con el básquetbol, aglutinaba gente alrededor de él y lideraba. En esos años, León no pensaba en su equipo sino en la actividad en general. Decidía comprometerse con la actividad para hacerla crecer. Y lo logró. En ese tiempo, la información era poder y él la compartía. Fue maestro de jugadores, dirigentes, entrenadores, árbitros. A la hora justa, en el momento justo. León es una persona única en el básquetbol. Un apasionado, muy inteligente, con mucha calle.

—Bilardo dijo alguna vez que Zubeldía era un adelantado...

—León, cuando iba a un lugar lo modificaba para él, producía cambios. A las mayores frases con las que me muevo en esta profesión las aprendí de él. León estaba adelantado. Agarrá cualquier nota a León en un diario o revista de los ‘80. Paenza dijo una vez: “El Ruso viajaba al futuro, veía como eran las cosas y volvía acá para contarlo”. Bilardo, Paenza, Griguol...todos lo escuchaban.

—Anécdotas para tirar para arriba imagino

—Cuando firmo con el Madrid, Jorge Valdano me pregunta ¿Lamas usted era ayudante de León, no? Sí le dije. “Es la mejor carta de presentación que podés tener en España”, me dijo cuando me firmó mi contrato. Esa es una.

—Debe haber otras...

—Salgo un día de casa y estaba el “Flaco” Menotti en la puerta. Enfrente había un taller de autos que atendía un argentino, entonces le digo “Se equivocó, es enfrente”. Y me dice no, te busco a vos porque sos el amigo de León Najnudel y no lo puedo ubicar.

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Aquél jovencito DT

La foto es de hace casi 20 años. Nicola, Sconochini y Rifatti acompañan a Julio Lamas. Foto: Archivo El Litoral

Dirigió cuatro equipos de la provincia de Santa Fe: Sport Club de Cañada de Gómez, Olimpia de Venado Tuerto, Ben Hur de Rafaela y Libertad de Sunchales. Con estos dos últimos fue campeón de la Liga Nacional.