llegan cartas

Pasacalles

SUSANA PERSELLO

DNI. 10.575.001 /

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El gran pasacalle tenso entre dos postes, un nombre escrito en grandes letras de colores, me pide que lo vote en 2015. Imposible no verlo, porque mi vista busca los árboles florecidos que hay en la esquina, un palo borracho rosado, uno blanco, el viejo ceibo rojo. A los pocos días, en los mismos postes, un poco más abajo, con letras y colores diferentes, otro nombre también pide el voto en 2015. Al tiempo un tercero disputando el espacio. La cuestión es que la vista de la esquina verde y florida, de naturaleza pura en esplendor, está groseramente interferida. Mientras tanto, el primero ya fue aflojando su tensión, se le cortó una de las cuerdas, cae en parte y las letras del nombre del candidato, con palidez mortal flamean hasta deshilacharse, ya se arrastran por el suelo. Pasan los días con sus soles, lluvias y vientos. Los tres pasacalles que arruinaron la belleza de la esquina, que agraviaron a las flores y se apropiaron de un espacio de la gente, ahora tienen el mismo y triste final. Queda por lamentar que a esos nombres, a esos candidatos, simplemente no les importó el otro, a quien justamente iría dirigido su mensaje callejero. Y lo peor es que no fueron al rescate de su dignidad, aun viendo sus nombres destrozados, ni pidieron disculpas por la contaminación visual, por no cuidar el espacio público por arruinar el suelo. No limpiaron, no juntaron su propia basura.

Y por favor, señores que piden votos desde los pasacalles: no pongan más entre sus argumentos que promoverán la convivencia, el respeto por los derechos del ciudadano y el cuidado del medio ambiente.

Veo esos colgajos entre las ramas de los tres magníficos árboles y sus flores humilladas. Con indignación, con rebeldía, me armo, apunto... y escribo.