Una alfombra roja para una ciudad de película

Una alfombra roja para una ciudad de película

Vista panorámica de calle Larios, con su alfombra roja y la Catedral de Málaga.

Durante el Festival de Cine de Málaga, desde el 17 al 25 de abril, representantes del séptimo arte español acudieron a esta ciudad mediterránea para compartir sus proyectos con una prensa que desplegó aquello a lo que yo, a través de este escrito, rindo mi más sincero homenaje: entusiasmo, curiosidad y una abierta predisposición frente a interminables jornadas de trabajo, como una indiscutible demostración de gratitud y admiración hacia las artes cinematográficas de su país.

 

TEXTO. FLAVIA CATELLA ZANCADA. FOTOS. LORENZO CARNERO/AGENCIA PUNTO PRESS.

He escrito, en una ocasión, que los días se deslizan como sobres debajo de una puerta esperando a ser abiertos. Algunos de ellos, preferiríamos que no llegaran, a otros los recibimos con los brazos en una semicircunferencia abarrotada de expectativas y, a algunos pocos, ni siquiera nos da tiempo a abrirlos. Pero hay algunos que llegan como una enorme maleta de dimensiones imposibles, pero con un amplio espacio por llenar en su interior y que acaba, apurando los minutos, con el cierre imposible y a punto de explotar. Es entonces cuando te das cuenta de que ha sido bueno.

Cuando el festival de cine comienza, las calles se visten de rojo y acudimos al centro con expectativas que se van cumpliendo al ritmo de las ideas y las invitaciones. Las puertas de los teatros Cervantes, Echegaray, Cine Albéniz, Rectorado de la Universidad, entre otros, se abren a diversas actividades artísticas; el Muelle Uno, desde el puerto, regala a los fotógrafos un marco de excepción para un photocall con vistas al mar y al Castillo de Gibralfaro y una amplia zona de prensa se dispone junto al Cervantes proporcionando, a los distintos medios que acuden, encuentros muy interesantes con cineastas y cinéfilos y descansos necesarios con sabor a café y a dulces de “La Canasta”. La Plaza de la Merced se viste de carpas blancas que reúnen diferentes actividades y los bares de la ciudad se preparan para una semana de intenso trabajo, visitas e improvisaciones.

Durante esos nueve días, nos dejamos atraer por largometrajes rodados entre aciertos e ilusiones, activas ruedas de prensas en las que se plantean proyectos, dudas y ambiciones y en las cuales, la interacción con los protagonistas se convierte en un atractivo ineludible; compartimos el entusiasmo frenético de los directores noveles y aprendemos de aquellos que arrastran cultivadas experiencias y, cada tarde, cuando el sol comienza a esconder su primavera detrás de los edificios y las luces del Teatro Cervantes se encienden, un nuevo espectáculo de belleza y vanidades buenas se espera, se aplaude y se ovaciona: son los actores, actrices y directores, agradeciendo su reconocimiento sobre la alfombra roja, envueltos en trajes de alta costura.

UNA SEMANA DE PELÍCULA

La finalidad del Festival de Cine de Málaga (FMCE), ya en su decimoctava edición, es promover la difusión y distribución de la cinematografía española a nivel nacional e internacional. De carácter abierto y cultural, Málaga se convierte en un referente en el ámbito de las manifestaciones cinematográficas, dejando asentado, en cada una de sus ediciones, el nivel de crecimiento que va adquiriendo el cine español y la propia ciudad, como anfitriona de privilegio.

Dentro de su amplia agenda se hacen sitio largometrajes, documentales, cortometrajes, exposiciones, mesas redondas, ruedas de prensa, premios y homenajes a diferentes personalidades de la industria cinematográfica.

El galardón más importante del festival es la Biznaga de Oro, concedido en esta última edición a un emocionadísimo Daniel Guzmán por su ópera prima, “A cambio de nada”, que también recibió los premios a Mejor Director y Biznaga de Plata al Mejor Actor de Reparto. La película, con tintes autobiográficos, trata una historia de dura actualidad que supo paliar, sin embargo, con toques de humor entre sus jóvenes protagonistas y con la tierna inclusión de su abuela en el reparto, a quien no ha apartado de su lado, ni durante las ruedas de prensa, ni a lo largo de una alfombra roja sensibilizada ante su cariño y atenciones constantes hacia ella.

ARGENTINA SE VISTE “DE LARGO”

En “Territorio Latinoamericano”, una de las secciones del festival, han competido diez películas de directores de Argentina, Colombia, Cuba, Perú, Costa Rica, Brasil y Méjico.

Los directores argentinos, Sergio Mazza, con su película “El Gurí” y Juan Schnitman, con “El incendio”, se alzaron con los premios Biznaga de Plata Premio Especial del Jurado y Biznaga de Plata a la Mejor Actriz (Pilar Gamboa), respectivamente.

Este año, y tras su actuación en la película “Sólo química”, el actor y modelo, Rodrigo Guirao Díaz, ha paseado su simpático atractivo por una alfombra que deliraba ante sus ojos verdes y el actor argentino-español, Ernesto Alterio, habiendo pertenecido al jurado oficial en la edición anterior, en esta se hizo justo merecedor de la Biznaga de Plata al Mejor Actor, por “Sexo fácil, películas tristes”, del director, también hispanoargentino, Alejo Flah.

Y, sin duda, un clásico en mí durante el Festival de Cine de Málaga, es compartir los estrenos de otro argentino que ha conquistado las pantallas españolas, Alberto Ammann (“La duda”), quien en el año 2010 obtuvo el Goya al Mejor Actor Revelación por su actuación en la fantástica película de Daniel Monzón, Celda 211, junto a actores de la talla de Luis Tosar, Antonio Resines y Carlos Bardem.

Dueño de una entrañable sencillez y capacidad actoral, el actor cordobés se ha granjeado el respeto del cine español, y contar con su sonrisa y cordialidad en las calles malagueñas es una bienvenida fortuna.

Por otra parte, siempre me resulta muy grato acudir a las recepciones ofrecidas para el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales argentino (INCAA), porque me despierta ese orgullo que poco le cuesta hacerse notar en ocasiones como esas.

El emblemático Bar El Pimpi ha sido el encargado, un año más, de congregar a los representantes del cine argentino y deleitarnos con un ambiente distendido y un extenso surtido de deliciosa gastronomía típica, para el absoluto deleite de los invitados.

El pasado año, en la fiesta celebrada en las mismas bodegas malagueñas, con amplias terrazas al pie de la histórica Alcazaba, tuve la enorme satisfacción de conocer al cantor de tangos, Ariel Ardit, quien, desde Argentina, trajo a estas costas malagueñas esos entrañables versos y acordes que tanto acuno estando lejos y fue un simpático acierto que se hubo convertido en una amistad que mantenemos, al día de hoy, a través de las diferentes oportunidades que le robamos a la distancia.

¡CORTEN!... TERMINAMOS

Hoy me dieron las diez en la cama. El gato levantó la cabeza, despertando de la levedad acostumbrada de su sueño y me observó con evidente inquietud. Había comenzado a llover.

Hoy no hubo maquillajes apresurados, ni cafés frente al espejo de la habitación. Hoy no confirmé el calendario, ni abrí temprano la agenda; mis apuntes descansan, en montón, sobre el escritorio y la acreditación de prensa, compañera inseparable durante estos últimos días, cuelga de la lámpara de mi mesa de trabajo.

El Festival de Cine de Málaga ha terminado.

Hoy toca actualizar las redes sociales, recopilar información de los ganadores y echar mucho de menos a los compañeros de prensa; las cervezas junto a Benito, Carmen, Ana Mary y Antonio en el palco de privilegio de Cruzcampo; coordinar encuentros con María José y Lorenzo, de Agencia Punto Press, disfrutando de esa serena amabilidad que los caracteriza, muy a pesar de sus agendas abarrotadas de compromisos; bajar a la alfombra roja, frente al Teatro Cervantes y saludar a los fotógrafos amigos, abocados a la tarea de regalarnos una imagen que nos recuerde que hemos estado allí, formando parte de algo que trasciende en la historia del cine; buscar a Mariángeles, quien, luego de lo aprendido, me enseñaba que la vida significaba lo que teníamos en ese momento, y bastaba con eso para que la tarde nos resultara un tesoro tan valioso; compartir películas e historias de cine con Javi Rojo, cuya memoria es un largometraje sin final y un placer compartirla; esperar a Cris y a Andrea, con sus bellezas jóvenes y su bagaje periodístico al completo y que me cuenten los pormenores del día, las diferencias sufridas y los encuentros disfrutados y reír con el entusiasmo exagerado de Javi, cámara en mano y con su ansiedad por comenzar los reportajes y recibir las respuestas adecuadas.

Hoy, luego de guardar mi acreditación junto a las anteriores, extraño a quienes me acompañaron en ese desafío anual de conseguir la mejor de las informaciones, entre una vorágine de fotos y horarios imposibles. Y lo seguiré haciendo, hasta que Málaga nos embriague de cine, otra vez, y bajo la enorme pantalla dispuesta frente a las puertas del teatro y ese cielo cultural que sabe desplegar los abriles de cada año, volvamos a ocupar nuestro sitio, repitiendo en el reencuentro, como cada tarde lo hizo Javi, esa “pregunta estrella” que aún perdura en nuestras anécdotas con la precisión de un buen recuerdo: ¿Cómo llevas tu semana de festival?

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Los actores Rodrigo Guirao y Ana Fernández.

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El actor y director Daniel Guzmán, junto a su abuela, la actriz Antonia Guzmán, en el Muelle Uno.