El pintor de Luis XIV

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Luis XIV, retratado por Charles Le Brun.

EFE/De la Redacción de El Litoral

El Louvre devela parte de los 74 bocetos finales, entre los cuales dos inéditos recién descubiertos, que el pintor de cámara de Luis XIV, Charles Le Brun, empleó para decorar Versalles, un tesoro en plena restauración que Madrid y Barcelona expondrán en primicia a partir del próximo noviembre.

Conocido por su trabajo en la ornamentación del Palacio de Versalles, Charles Le Brun fue pintor de la corte de Luis XIV durante treinta años, un período durante el cual recibió una pensión real a cambio de legar a la corona la totalidad de su obra.

Tras el fallecimiento del artista, en 1690, la colección real incorporó sus cerca de 3.000 dibujos, redescubiertos a mediados del siglo XIX y que ahora, tras una cuidada selección, recupera el departamento de restauración del parisino Museo del Louvre.

El resultado final, fruto del mecenazgo de la Fundación La Caixa, podrá contemplarse en el Caixaforum de Barcelona desde noviembre próximo hasta febrero de 2016, así como en su hermano madrileño entre marzo y junio siguientes.

Son 74 las obras seleccionadas por los curadores del Louvre, un lote sin precedentes que “incluirá dos esbozos cuya existencia se desconocía” y que los equipos de restauración descubrieron en el reverso de otras pinturas, reveló el director del departamento de artes gráficas del museo, Xavier Salmon. “Tal vez demos con más ejemplares, no es descartable”, opinó el experto.

Poco frecuente, el empleo de las dos superficies del papel pone de manifiesto la voluntad del artista de “economizar el material y ganar tiempo”.

“Estamos ante un conjunto de incuestionable valor artístico que los españoles podrán disfrutar antes que los franceses”, afirmó el responsable, tras subrayar que algunos de los ejemplares restaurados, apilados junto a la colección real desde finales del siglo XVII, “ni siquiera habían sido desplegados hasta ahora”.

En desigual estado de conservación, los esbozos reunidos permiten zambullirse en el proceso creativo de Le Brun, quien se sirvió de estos dibujos como plantilla para decorar algunas de las más célebres estancias de Versalles, como la famosa y desaparecida Escalera de Embajadores o la Galería de los Espejos.

Ejecutados a la medida del soporte final, los bocetos presentan en su mayoría un contorno punteado que el artista, en un proceso similar al calco tradicional, empleaba como guía para trasladar a la superficie los trazos del modelo.

“El material resulta aún más interesante si tenemos en cuenta que este tipo de dibujos no solía conservarse”, manifiesta una de las conservadoras del departamento de Artes Gráficas del museo, Bénédicte Gady, antes de precisar que “en la época, se les atribuyó un valor residual y eminentemente práctico”.

Tal consideración sumió el lote en el olvido hasta que el Louvre, a mediados del XIX, decidió exponer una parte de los bocetos “como si fuesen pinturas al uso”.

Para ello, relata la experta, se trató de aplanar las imperfecciones del papel yuxtaponiéndolo a una tela, un procedimiento que, pese a ser considerado como la primera restauración, castigó el material y oscureció el color del papel”.

El conjunto conserva una “asombrosa fuerza plástica” que se expondrá íntegramente en las muestras organizadas en Madrid y Barcelona, donde se reconstituirán algunos de los históricos decorados para los que sirvieron los bocetos.

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Charles Le Brun retratado por Nicolas de Larguillieri.