Mesa de café

La persistencia en el error

Por Remo Erdosain

Marcial pide su habitual taza de té con galletitas y mientras espera que lo sirvan, mira a Abel con tono burlón. José no entiende bien lo que está pasando pero yo veo venir la bronca.

—Interesantes las declaraciones de Bonfatti- dice Marcial dirigiéndose a Abel.

—No sé a qué te referís.

—A que si hubiera una segunda vuelta, él votaría a un candidato kirchnerista.

—No fue eso exactamente lo que dijo.

—¿Ah, no?

—Dijo que no va a votar a la derecha porque no quiere retornar a los noventa.

—Lo que traducido a buen criollo quiere decir que si hay que optar por Macri o Scioli, él optará por Scioli -agrego.

—Tal vez, tal vez -medita Marcial mientras juega con la cucharita- pero no descarten alguna otra alternativa.

—¿Por ejemplo? -pregunta José

—Randazzo. ¿Se acuerdan cuando Randazzo dijo un poco en joda, un poco en serio, que le gustaría una fórmula Randazzo-Bonfatti?

—Lo tuyo me parece un razonamiento medio retorcido.

—No tanto. Ya que usás esa palabra, te diría que mucho más retorcido es salir a decir que va a votar a los kirchneristas en el orden nacional un mes antes de las elecciones en la provincia donde el Frente Progresista tiene que enfrentarse con el peronismo y su versión neoperonista liderada por Torres del Sel insiste Marcial.

—Lifschitz debe de estar chocho de la vida. Con amigos así para que querés enemigos.

—Convengamos -dice José- que Bonfatti está en su derecho en decir que simpatiza con el kirchnerismo o que quiere una alianza nacional con ellos.

—Por supuesto que está en su derecho -digo- pero lo que se discute es el momento de decirlo.

—No se olviden que no es la primera vez que Bonfatti le guiña el ojo a los kirchneristas.

—¿Podés ser un poco más claro?

—Cómo no. En febrero, para no irnos tan lejos, declaró que no asistiría a la marcha por Nisman. También estaba en su derecho a hacer esa declaración, pero con quedarse callado la boca y no ir, alcanzaba y sobraba. ¿Por qué esa sobreactuación?

—¿Por qué? -pregunta Abel algo desafiante.

—Yo hablaba del guiño y la caída de ojitos a los K. Agregale, además, la irregularidad en el escrutinio.

—Eso se arregló bien.

—Se arregló bien, pero el daño hecho no sé si se arregló. Y el principal perjudicado de todo esto es otra vez Lifschitz.

—Yo lo que digo -observo- es que los socialistas cada vez que intentaron acercase al peronismo, no les fue muy bien que digamos. Para ser preciso, diría que tampoco le fue bien a los desarrollistas, los democristianos, la izquierda nacional, la Ucedé, los conservadores. Todos los que intentaron acercarse al peronismo para ponerle cerebro al elefante, terminaron acomodados personalmente pero con sus estructuras políticas liquidadas.

—Sin ir más lejos -agrega Marcial- miren el ejemplo de Héctor Cavallero. Un gran dirigente, con carisma, formación política y trayectoria. Pero estaba convencido, por un raro y maravilloso proceso de alienación ideológica que sin el peronismo no se podía llegar, cuando, curiosamente, a todos los logros los había obtenido sin el peronismo.

—Sería bueno que Bonfatti se mire en ese espejo.

—Parecería que esa suerte de “peste emocional” que es el peronismo cíclicamente amenaza a la salud de los socialistas. Esperemos no estar en los umbrales de una nueva epidemia, porque los primeros que van a pagar las consecuencias van a ser los socialistas.

—Sería una lástima -digo- porque si el socialismo pierde la provincia y pierde Rosario se retrotrae al MNR, queda reducido a una agrupación estudiantil y todos los esfuerzos de los últimos treinta años por el suelo.

—Yo creo que están hablando de más. Nosotros no vamos a votar al kirchnerismo, pero tampoco nos vamos a ir con la derecha.

—A mí lo que más me estimula de ustedes -observa Marcial- es que esperaron que llegara Macri para descubrir que son de izquierda. Porque, seamos sinceros, hasta la fecha siempre se ocuparon de convencer a empresarios, sacerdotes, profesionales, señoras del centro, que son unos caballeros prolijos que no tienen nada que ver con la izquierda y con los tumultos.

—Lo que a mí me parece -digo- es que el electorado del Frente Progresista, el electorado del mismo Partido Socialista pertenece para bien o para mal a la tradición liberal democrática, por lo que todas estas fintas y amagues hacia el peronismo lo único que hacen es confundir a sus propios votos.

—Sinceramente -afirma Abel- no creo que nada de esto ocurra. Acá hay una elección difícil y lo importante es que estemos todos unidos.

—¿Y vos suponés que las declaraciones de Bonfatti anticipando que votaría por el kirchnerismo cuando nadie se lo pide, ayuda a esa unidad o, por el contrario, siembra más confusión?

—El aclaró muy bien lo que quiso decir.

—Como se dice en estos casos -dice Marcial- no aclarés que oscurece.

—¿Y que me cuentan de lo de Fayt? pregunto como para cambiar de tema.

—Sinceramente -dice Marcial- yo apruebo la moción de que debe irse.

—¿Cómo es eso? -pregunta Abel sorprendido.

—Así como lo escuchás. Fayt no tiene nada que hacer en esta Argentina. Y te lo explico rápido: nunca apoyó los golpes de Estado, nunca lo acusaron de ladrón o sinvergüenza, nunca le descubrieron cuentas escondidas en algún paraíso fiscal, nunca insultó a sus críticos, nunca fue procesado, nunca administró prostíbulos, nunca se sospechó de que consumiera cocaína o marihuana, nunca se presentó como abogado exitoso, nunca le dijo que no al reclamo de algún preso político, nunca fue a los programas de Moria Casán o Marcelo Tinelli. Además, es inteligente, culto y buen tipo. Está claro que un tipo así molesta en esta Argentina donde los candidatos presidenciales no hablan de política y se reportan con Tinelli.

—Tiene casi cien años -se queja José.

—Su cabeza funciona mejor y es más limpia que la de Boudou, Fernández, Timerman o los pibes de la Cámpora.

Lo insólito en este país es que un tipo que en circunstancias normales debería ser un motivo de orgullo para todos los argentinos está al borde del juicio político, mientras que al asesinato de Nisman se decidió no investigarlo, a un sinvergüenza como Boudou varias veces procesado no le van a iniciar el juicio político, a Hebe Bonafini se la sigue considerando una abanderada de los derechos humanos y la señora presidente no puede explicar cómo hizo para pasar de millonaria a multimillonaria en tan poco tiempo.

-No comparto- concluye José

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