En el barco de Al Capone

María M. Mur

(EFE)

De todos los barcos que ofrecen tours turísticos por el Canal de Panamá destaca uno en particular, el Isla Morada, un centenario buque que perteneció a Al Capone y que el cinematográfico gangster usó para el contrabando de bebidas alcohólicas cuando la Ley Seca imperaba en los Estados Unidos.

“Al Capone utilizaba este barco para traficar y llevar ron y whisky a Estados Unidos”, explica Alberto Ortiz, un experimentado marinero panameño que desde hace 27 años es capitán del buque. Isla Morada es el barco más antiguo que transita por el Canal de Panamá: fue construido en 1912 en un astillero de Massachusetts, en Estados Unidos, y tras tener distintos propietarios, terminó en manos del sanguinario Al Capone (1899-1947).

El archiconocido mafioso, que dominó el hampa de Chicago en la década de los 20 del siglo pasado, amasó gran parte de su fortuna traficando con licores que traía del Caribe, especialmente de Cuba y República Dominicana, cuando en Estados Unidos estaba terminantemente prohibido beber alcohol.

De hecho, el nombre del buque hace referencia a un pequeño cayo de Florida, en Estados Unidos, conocido por su agua violácea, donde el gangster descargaba todo el material para distribuirlo después por el país. “Me imagino a Al Capone haciendo sus negocios y contando sus monedas de noche aquí en el barco”, dice Florentino Suira, el ebanista y jefe de máquinas de esta embarcación de madera de tres pisos.

Isla Morada, que pesa 94 toneladas y mide 96 metros de eslora, tenía cinco camarotes de lujo, un fastuoso comedor revestido de caoba y una pequeña biblioteca. Ahora, el interior del barco es prácticamente diáfano y se usa como salón-comedor durante las excursiones turísticas. “Aquí estaba la habitación de Al Capone”, señala el capitán Ortiz, que estimó en un millón de dólares el valor actual de la nave en el mercado.

Cuando el capo entró en la prisión de Atlanta en 1932 acusado de evadir impuestos, el barco fue requisado por la Marina de Estados Unidos y utilizado como “barreminas” durante la Segunda Guerra Mundial. En 1960, llegó a Panamá, cuando el Canal estaba bajo dominio estadounidense, y se convirtió en una especie de hotel flotante. Desde el 2003, pertenece a la empresa panameña Canal and Bay Tour, que se dedica a hacer recorridos por el Canal de Panamá y por la Bahía. También se alquila para celebrar bodas y fiestas privadas. “Hemos celebrado fiestas en las que la gente se ha disfrazado de gangster”, cuenta el capitán Ortiz.

De su estructura original, Isla Morada conserva la madera de la cubierta, las escaleras de caoba que bajan al salón, la luz de búsqueda, las claraboyas redondas y el timón de cadena, “un mecanismo que ya no se encuentra en ningún lado”, añade el jefe de máquinas.