Salvaje “entradera” en barrio Transporte

Protegió a su hijita de un asalto y le pegaron un tiro en la espalda

  • El afectado es un hombre de 39 años. El balazo ingresó a la altura de los riñones y por fortuna no tocó ningún órgano vital.
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La esposa del herido recibió un trato descortés cuando buscó ayuda en la comisaría 26 de Pompeya y al hablar con una operadora del 911. Foto: Guillermo Di Salvatore

 

Danilo Chiapello

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La noche del miércoles 13, Juan Carlos Córdoba (39) llamó por teléfono a su casa para avisar que estaba a minutos de llegar. Quien atendió la llamada fue su pequeña hija, la que con lógica alegría salió a la calle para esperarlo.

Claro que padre e hija jamás imaginaron que con dicha acción se ubicaban en la antesala del peor momento de sus vidas.

Eran las 22.45 cuando Juan Carlos (comerciante) venía al mando de su Citroen Aircross y estacionó frente a su domicilio, en Reg. 12 de Infantería al 2800, en barrio Transporte.

Ni bien se aproximó a la vivienda observó a su hijita que lo estaba esperando en la vereda. Pero en simultáneo también advirtió la presencia de tres sujetos que se acercaban al lugar de manera amenazante. El asalto era inminente.

Rápido de reflejos el hombre se arrojó del auto y fue en busca de la niña, a quien le ordenó que de inmediato ingrese a la casa.

Fue entonces cuando los malvivientes (todos menores de edad) abrieron fuego sin piedad. Uno de los disparos alcanzó a Juan Carlos en su espalda quien, herido y todo, pudo también refugiarse en su vivienda.

La demencial escena fue observada por un hermano del comerciante, quien también llegaba al lugar a bordo de un automóvil.

Sin más este hombre se lanzó en persecución de los delincuentes que también le dispararon mientras se daban a la fuga. Para su suerte no le pegaron.

Desgracia con suerte

“Cuando lo ví herido llamé a la policía. También pedí una ambulancia, pero ésta nunca llegó”, dijo hoy Pamela Tobar, la esposa del comerciante.

“Al ver la situación, un vecino sacó su auto rápido y se lo llevó al hospital. Por una cuestión de cercanía primero fueron al Sayago. Allí lo estabilizaron y luego lo derivaron al hospital Cullen.

“Los dos médicos cirujanos que lo vieron me dijeron lo mismo. Que había sido una desgracia con suerte. La bala ingresó a la altura de los riñones pero no tocó ningún órgano vital. Me indicaron que el proyectil pasó a centímetros de una arteria principal.

“Después me explicaron que el plomo pegó en un hueso, recorrió la cintura y quedó alojado en la grasa abdominal. Por eso no lo van a operar.

“Yo soy muy creyente y sin dudas que Dios lo protegió. Ahora el susto no me lo quita nadie. Si él se quedaba afuera esto terminaba en una tragedia. Lo hubiesen matado, ó incluso haber tomado a la nena de rehén”, sentenció.

Doble calvario

Pero la angustia no terminó allí para Pamela.

“Llegué del hospital a las 3.30 y los vecinos me dijeron que habían estado agentes policiales frente a mi casa y habían encontrado una billetera. Llamé al 911 y me dijeron que ellos no sabían nada de lo que había pasado. Que tenía que ir a la comisaría del barrio.

“Al otro día fui a la seccional 26 y la respuesta fue la misma. Que nadie les había informado de un asalto ni de una persona herida.

“Entonces me vuelvo a comunicar al 911 y me atiende una chica que solo se dedicó a tratarme mal. Me insistía en que ella no sabía nada. Yo traté de explicarle que necesitaba información. Que mi esposo tenía un tiro en la espalda y era imposible que ellos no supieran nada. Ahí la operadora me contestó ‘mire señora.... eso es problema suyo' ”, culminó.