editorial

  • El saldo negativo entre los ingresos y egresos del gobierno nacional se multiplicó por seis durante el último año.

La ilusión de los números en rojo

“A la economía la sigo manejando yo”, dijo Cristina Fernández hace apenas diez días, poco después de promulgar la ley de estatización del sistema ferroviario. E inmediatamente afirmó: “Axel (Kicillof, el ministro del área) es mi mano derecha, mejor asesor y asistente”.

Como suele suceder con la presidente de la Nación, sus halagos siempre van acompañados por la aclaración de que es ella, de manera personalísima, quien manda.

En este contexto, entonces, sólo queda inferir que el asesoramiento de Axel Kicillof y las decisiones de Cristina Fernández son los responsables de que las cuentas del país reflejen un déficit histórico, ya que el saldo negativo entre los ingresos y egresos del gobierno se multiplicó por seis durante el último año, al pasar de 4.366,2 millones de pesos en marzo de 2014, a 27.894,7 millones en marzo de 2015.

Estos datos -que surgen del Ministerio de Economía- revelan que en marzo el déficit de las cuentas nacionales se incrementó a razón de 35 millones de pesos por hora.

El día que elogió a Kicillof, la presidente de la Nación también resaltó que “los argentinos ahorran y consumen”. Lo que no dijo, sin embargo, fue que el ahorro y el consumo se producen sobre una base ilusoria, sustentada en un déficit que, más temprano que tarde, deberá ser corregido.

La experiencia de los años noventa no parece haber servido de suficiente aprendizaje. Durante la segunda mitad de aquella década, todos sabían que el ciclo de la Convertibilidad estaba agotado. Sin embargo, los gobernantes de entonces prefirieron no asumir el costo de la realidad hasta que, finalmente, el país estalló por la acumulación de deudas.

En la actualidad, el gasto del Estado nacional se incrementa de manera sostenida, a pesar de que la recaudación muestra signos de contracción. En abril pasado, la Afip reportó un incremento de sus ingresos del 21,5% con respecto al mismo mes de 2014. Si se tiene en cuenta que el aumento de los precios internos osciló en un 30%, queda claro que se trata de un claro signo de la desaceleración de la actividad económica en la Argentina.

Una importante porción del déficit actual se explica a partir de los subsidios que el gobierno nacional otorga a diversos sectores económicos y que, en el primer cuatrimestre, llegaron a 68.636,9 millones de pesos, lo que representó una suba interanual del 39 %, según datos de la Asociación Argentina de Presupuesto y Administración Financiera Pública (Asap). Sólo los subsidios al transporte totalizaron 15.165,2 millones de pesos. Esto significa un incremento del 54 % interanual, muy superior al 34 % de aumento registrado en 2014.

No será este gobierno el que tome la decisión de sincerar el funcionamiento de la economía durante un año electoral. De hecho, el kirchnerismo juega todas sus cartas para conservar la mayor porción de poder posible durante el cuatrienio que se avecina.

Será, inevitablemente, el próximo presidente quien se verá obligado a pagar las consecuencias del despilfarro y de la irresponsabilidad del período actual.

En realidad, el peso del sinceramiento de las cuentas del país terminará recayendo, una vez más, en el grueso de la población. De esos mismos argentinos que se acostumbraron a enfrentar cíclicas crisis pero que, lamentablemente, suelen optar por la falsa y placentera sensación de un bienestar pasajero.

Estos datos -que surgen del Ministerio de Economía- revelan que en marzo el déficit se incrementó a razón de 35 millones de pesos por hora.