Entrevista a Daniel Riera

Una novela enviada por SMS

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Daniel Riera.

 

Por Augusto Munaro

En el último libro de Daniel Riera, La menor (Galerna), un hombre de una empresa que fabrica contenidos para celulares pide al protagonista que escriba una novela que se pueda mandar por mensajes de texto. Lo que infiere que cada capítulo tenga, cuanto mucho, mil caracteres de extensión. Con este singular y desafiante puntapié argumental, su autor despliega en sus 60 capítulos, un programa narrativo cuyo frenesí inventivo produce (e introduce), como consecuencia, una nueva e interesante técnica de la novela.

—¿Cómo surgió la idea de escribir esta novela que tiene tantos capítulos como páginas?

—Cuando empecé a escribir no sabía ni cómo seguía ni cómo terminaba. Después, como suele ocurrir, la historia me fue llevando.

—Si bien es un libro que se puede leer rápidamente, inclusive de una sentada, ¿su escritura fue presurosa, hubo mucha corrección?

—No sé si tanto como “presurosa”, pero sí que la escribí en pocos meses. La corregí, no sé si mucho o poco, diría que hasta que quedé satisfecho. Como todos los capítulos tienen una misma medida porque así lo exige la trama, cuando terminaba la primera versión de cada uno, contaba los caracteres y, si me había pasado, trataba de cortarlos.

—El método aplicado a la construcción de esta historia te llevó a desarrollar una prosa producto de oraciones breves, hiperbreves. ¿Te sentiste cómodo adoptando ese estilo tan circunstancial?

—Sí. La novela arrancó así y desde el principio adoptó un tono, un ritmo relacionado con esas oraciones.

—En un pasaje de “La menor”, alguien dice: “Las combinaciones entre letras son infinitas”. ¿Qué significa para vos concretamente la invención?

—Supongo que lo primero es la alegría de ver cómo un mundo se despliega ante vos, un mundo cuyas reglas se te van imponiendo a medida que vas avanzando en la historia. A través de esas maquinitas que son los libros, inventamos mundos nuevos que se parecen más o menos a éste.

—¿En qué medida importa la acción en relación al suspenso y la trama?

—Tenemos novelas que son pura peripecia, novelas en las cuales lo que importa son los personajes, novelas de ideas y un largo etc. La novela es el momento más libre y más inclasificable de la literatura. Una vez un profesor en la Facultad creo que Ariel Schettini- dijo algo así como “La novela puede ser cualquier cosa y ese cualquiercosismo es lo mejor que tiene”. Adhiero enfáticamente a esa idea.

—La historia está narrada con una importante cuota de humor. Más allá de lo obvio, ¿qué efectos pensás que produce cuando es aplicado a la literatura?

—Evangelios y apócrifos era una novela, por así decirlo, “agridulce”, donde uno de los protagonistas tenía cáncer, había una pareja en crisis, una búsqueda existencial que atravesaba toda la novela y otros elementos “realistas”, y al mismo tiempo había también mucho humor, muchas situaciones disparatadas, mucha fantasía. Para algunos lectores esa ambigüedad era desconcertante, como si no existiera en sus propias vidas. La menor es una novela mucho más abiertamente lúdica. Mis próximos libros de ficción van a tener un tono bastante más dramático, porque las historias a ser contadas así lo exigen. Diría que si me estoy divirtiendo mientras escribo, es bueno que al lector le suceda lo mismo mientras lee. Y diría también que me gusta mucho más el humor que deviene de las situaciones y de la historia que el mecanismo del “chiste”. Sin embargo, he de aclarar que no pienso en el humor como si fuera un condimento que se le pone a la salsa o un color que se agrega en la paleta del pintor, sino que el asunto es bastante más espontáneo mientras escribo.

—Himalaya, la mamá de Himalaya, Papá soñador, Papá contador, Elena... ¿con cuál o cuáles de tus personajes sentiste durante el proceso de creación una relación especial?

—Supongo que el soñador y el contador se necesitan el uno al otro. Quizá yo estoy más cerca de Papá soñador y últimamente las circunstancias de la vida me han obligado a considerar un poco más la opinión de Papá contador.

—Ahora, entre nos, ¿pensás también que otro protagonista de esta historia es, y debe ser considerado, el celular?

—Sí, por supuesto. Y ahí llegamos a otra de las influencias presentes en La menor: la película The Departed, de Martin Scorsese.

—La acción de la novela transcurre en Nepal, ¿te sorprendió cuando te enteraste del terremoto?, ¡qué coincidencia!

—¡No! Me sorprendió más cuando uno de mis primos se apareció por mi casa con una camiseta de la selección nepalesa de regalo. La novela todavía estaba inédita y él no sabía que la había escrito