El profesor Marcelo Avaro cuenta sus experiencias en el fútbol...

“De la selección me sacaron como si fuese un delincuente”

El ex colaborador de Dibos en el cuerpo técnico de Basile, hoy con Mario Sciacqua trabajando en Quillota, dice que “debo haber sido el tipo que menos duró en la selección, apenas cuatro horas” y habló de un secreto “que me llevaré a la tumba”.

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El profesor Marcelo Avaro junto a Darío Sabena, uno de los colaboradores de Sciacqua, con la geografía de Quillota como fondo. Foto: El Litoral

 

Enrique Cruz (h)

(Enviado Especial a Viña del Mar, Chile)

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El profesor Marcelo Avaro vivió situaciones que no son comunes. De alguna manera fue tocado por la varita mágica cuando llegó Alfio Basile a trabajar a Colón en 2004, porque teniendo tantos preparadores físicos conocidos y las tremendas influencias de un entrenador de esa naturaleza, terminó eligiendo a Avaro para que lo acompañe no sólo por su incursión en Boca, cuando el Coco lo sacó campeón de todo hace nueve años, sino también para que se sume al trabajo del cuerpo técnico en la selección cuando se produjo aquel retorno que terminó con una renuncia que se dio en una situación también extraña, generando aquella frase de Basile que repiquetea cuantas veces se la quiera escuchar o le preguntan (“Las razones de mi salida me las llevaré a la tumba”).

La historia de Avaro tiene mucha riqueza por más que haya tenido momentos ingratos para él, varios de los cuales prefiere no recordarlos, por más que los afronte y hable de ellos. Hoy vuelve a trabajar con un “viejo conocido” como Mario Sciacqua en San Luis de Quillota, muy cerca de esta impactante ciudad que hoy vive un momento de esplendor por la Copa América.

—¿Es la primera vez que salís del país, Marcelo?

—No, es la segunda. La primera fue cuando entrené en La Paz, al The Strongest, con Toresani de entrenador.

—A propósito, ¿cómo hiciste para ambientarte y para preparar físicamente a un equipo en un ambiente tan hostil como es la altura?

—Le pedí información a algunos colegas que habían trabajado en Bolivia y Ecuador para tener un conocimiento más real de cómo trabajar. El principal aspecto es que ellos tienen más glóbulos rojos, eso hace que tenga más oxigenación y entonces hay que trabajar mucho en la parte anaeróbica y de fuerza, no tanto en lo aeróbico.

—¿Y cuándo bajaban al llano...?

—El jugador de La Paz no siente tanto cuando baja al llano porque ellos corren con la ventaja de la oxigenación; en cambio, nosotros, los del llano, tenemos que captar más oxígeno y por eso parece que no tenemos aire. Los glóbulos rojos no alcanzan a proveer el oxígeno para vivir normalmente. Te doy mi caso: yo llegué con 5 millones, que a nivel de llano es normal, pero que en la altura es el piso de la anemia. En tres meses produje 800.000 glóbulos rojos más, indudablemente que eso me favoreció en mi vida diaria.

—¿Y los jugadores?

—Depende. Algunos, por ejemplo, dormían con máscara de oxígeno porque les faltaba el aire y otros parecía que habían vivido toda la vida en la altura.

—Y con los distintos comportamientos de la pelota, ¿qué hicieron?... Te lo pregunto por aquella famosa frase de Passarella de que la pelota no dobla.

—Eso sale naturalmente por el hecho de entrenar ahí, se acostumbran rápidamente. En realidad, el problema lo tienen aquellos que van del llano a la altura, porque en el caso de los que viven en la altura y tienen que subir más, como cuando debimos ir a Potosí, que está a 4.200 metros contra los 3.600 de La Paz, se siente un poco más pero no tanto.

—¿Cuánto hace que no hablás con Basile?

—Bastante. La última vez fue el año pasado, porque con esta vorágine uno gasta más de teléfono y aprovecha para hablar con la familia y no tanto con los amigos.

—¡Cuántas situaciones que, se me ocurren, fueron inesperadas para vos y que pudiste vivir por aquella relación de menos de medio año de Basile en Colón!

—Todo fue inesperado para mí. La llegada a Colón después de Ciclón Racing, el paso rápido para trabajar con Maturana y el profesor Riccino, la incorporación con “Coco” y el profesor Dibos al plantel superior... En el 2003 estaba en Ciclón Racing entrenando en la Liga y en el 2006 en la primera de Boca... ¡No se puede creer!... Fue un salto inmenso y gratificante para mi persona.

—A propósito de Boca, ¿cómo fue tu relación con Riquelme?

—Muy buena. Conocía al cuerpo técnico de su paso por la selección y eso era una ventaja. Román era uno más del grupo y no había inconvenientes. Se portó muy bien, muy responsable con su trabajo, nunca un problema, una noche nos invitó a comer a todo el cuerpo técnico cuando nosotros ya estábamos en Racing y él en Boca, es muy profesional en su trabajo y no puedo decir nada más ni nada malo de él.

—Los jugadores de esa condición tienen sus cosas, sus berrinches. ¿Le escapó alguna vez al entrenamiento o te condicionaba?

—En la medida en que lo dejaban sus lesiones, su contracción al trabajo era total, pero en ese entonces estaba con el problema de la fascitis plantar, inclusive se le cortó el tendón en un partido y eso lo condicionó. Si no estaba con los kinesiólogos, se entrenaba a la par de sus compañeros. Nunca una diferencia por ser Riquelme.

—Y del mundo Boca, ¿qué fue lo que más te sorprendió?

—Que en todas las prácticas había 20 ó 30 periodistas y las condiciones para trabajar. En Colón viajábamos en micro siempre y en Boca nos daban a elegir si queríamos chárter con 36 asientos, con azafata o sin azafata, y después, la convocatoria. Me sorprendía la cantidad de gente que nos esperaba en todos lados. Una vez se dividió el plantel y me tocó ir a Israel con Guillermo, Palermo y otros muchachos, y en Tel Aviv éramos locales. Obviamente que ese plantel era muy bueno y trabajar con Gago, Palacios, el Cata Díaz, Román, Martín Palermo, Battaglia, el mellizo, que eran jugadores de mucha trayectoria y jerarquía, fue muy gratificante.

—¿Y qué podés decir de lo que todo el mundo hablaba respecto del enfrentamiento entre Riquelme y Palermo?

—Que todo el mundo hablaba de cosas que ni yo ni el cuerpo técnico veíamos que estuvieran pasando, al menos yo. Si hubo algo, ellos no hicieron notar nada. En todo grupo hay subgrupos y de hecho que había gente que tomaba mate con Martín y otros con Román, pero eso es algo normal. A la hora de entrenar, todos le daban para adelante.

—¿Y la selección?

—Ja... Fue todo muy extraño, pero ahora que se están conociendo tantas cosas, no me sorprende. Mi incorporación se arregló estando Basile y Dibos en una gira por Europa. Me convocaron en ese momento porque Tevez estaba en el predio, recuperándose y sin preparador físico. Entonces, ellos arreglaron para que me sume al grupo y me presenté a trabajar el día y a la hora estipulada. Llegué al predio, desarmé la valija, me dieron la ropa de entrenamiento, me acomodo en las instalaciones y cuando estoy por bajar a almorzar, me dicen que no me podía quedar porque Grondona no iba a firmar contratos nuevos.

—Y te tuviste que ir...

—De una manera muy fea y rara, porque ni siquiera me pude quedar a almorzar. Me tuve que ir a otro lugar, a un sector en el que estaban los juveniles que eran entrenados en ese entonces por el Checho Batista. Fue ingrato e irrespetuoso.

—¿Quién fue el que te invitó a que te fueras?

—Me lo dijo Moschella, que supongo que todavía está, quien a su vez abrió el teléfono cuando Pellegrino, que era director de selecciones, me decía que no me podía quedar porque “don Julio no quería firmar nuevos contratos”... Parecía un delincuente que estaba inmiscuido ahí cuando, en realidad, me habían convocado para trabajar.

—Me imagino la situación...

—Me costó muchísimo ese momento, me costó entender la situación y por suerte lo tomé con calma, entendí que son las reglas de juego y que no iba a poder hacer nada, me quedé con el concepto de que Grondona, efectivamente, manejaba todo, desde cuándo se cortaba el césped, si se ponían o no las redes de los arcos... Él manejaba todo y ponía las reglas. Se ve que alguien no le había dicho que yo iba a trabajar con Basile y Dibos.

—¿Qué te dijo Basile de la situación?

—Yo me fui muy enojado del predio, después me llamó y me pidió disculpas un montón de veces; con el que más hablé fue con el profesor Dibos, con quien mantengo una amistad y seguramente alguna vez volveremos a trabajar juntos... Lo de la selección fue como si te dieran un chupetín, le sacaron el envoltorio y no me dejaron ni pasar la lengua... O peor todavía, me dieron esas paletas grandes de todos colores, me dejaron pasar la lengua una vez y luego me la quitaron... Creo que fue el paso más rápido de alguien por la selección, duró cuatro horas, desde las 8 de la mañana a las 12.

—¿Fue lo peor que te pasó en el fútbol?

—No... Lo peor que me pasó me lo voy a llevar a la tumba...

—¡A la pucha...! No me la dejés “picando”, dame aunque sea una punta de lo que pasó...

—... Me lo voy a llevar a la tumba...

—¿Fue en Santa Fe?

—No fue en Santa Fe. Creo que es peor que aquello de la selección... Creo no, estoy seguro de que así fue.

—Si me decís que fue peor que en la selección, imagino que además de terminar con un trabajo hubo algo más... ¿Con trompadas?

—Sólo te digo que fue peor que lo de la selección y que no lo había vivido con anterioridad.

—¿Fue con una sola persona?

—Sí.

—¿Hablarías con él?

—No sé qué decirte, hoy te digo que no sé...

—¿Y si lo tuvieras enfrente?

—No haría nada, para mí es una etapa cerrada...

" Me dieron una paleta rica, esa de todos colores y sin envoltorio, dejaron que pasara una vez la lengua y me la sacaron. Eso fue lo que me pasó en la selección”.

Profesor Marcelo Avaro

PF del cuerpo técnico de Mario Sciacqua, ex colaborador de Alfio Basile

" Esto que pasa en el fútbol hoy, me ayuda a comprender todo. Conmigo, Grondona demostró que era el que mandaba, ordenaba hasta cuándo se debía cortar el césped de la cancha del predio”.

Profesor Marcelo Avaro

PF del cuerpo técnico de Mario Sciacqua, ex colaborador de Alfio Basile