Editorial

  • En las últimas décadas, se han logrado avances en la lucha contra la mortalidad infantil. Sin embargo, queda mucho trabajo por hacer.

Niños en riesgo

Quizá haya pasado desapercibido para la mayoría, pero todos los futbolistas que están disputando por estos días la Copa América llevan una imagen alusiva a Unicef en la manga izquierda de sus camisetas.

Esto forma parte de la campaña “América nos une. No hagas vos la diferencia”, a través de la cual se intenta reducir la discriminación y promover la inclusión social de la infancia en América Latina y el Caribe. La idea, además, es que durante la competencia los hinchas puedan compartir contenidos a favor de la infancia a través de las redes sociales.

El último informe de Unicef sobre la situación de los niños a escala planetaria contiene datos preocupantes. Es que, si bien se han logrado algunos avances importantes, millones de chicos continúan sumidos en la pobreza y muriendo antes de cumplir 5 años.

Si no se toma conciencia de la situación y mientras no se adopten algunas medidas que resultan indispensables, se calcula que para 2030 habrá 68 millones de muertes adicionales de niños menores de 5 años por causas evitables. Para el mismo año, 119 millones de niños continuarán padeciendo malnutrición crónica.

Las Naciones Unidas advierten que debido a las desigualdades dentro de los países, los niños que pertenecen a las familias más pobres tienen el doble de probabilidades de morir antes de su quinto cumpleaños que los niños de las familias con un mejor pasar económico.

Puede que para algunos resulte apenas una utopía la posibilidad de encontrar soluciones viables y concretas a estos flagelos. Sin embargo, la experiencia de las últimas décadas ha demostrado que es factible lograr avances, siempre y cuando los gobiernos y las sociedades en su conjunto se comprometan detrás de estos objetivos.

De hecho, desde 1990 a la actualidad, la mortalidad entre los niños menores de 5 años se redujo más de un 50 por ciento, pasando de 90 a 43 por cada 1.000 nacidos vivos en el mundo. El peso inferior al normal y la malnutrición crónica entre los niños menores de 5 años disminuyeron un 42% y un 41%, respectivamente. La mortalidad materna se redujo un 45%. Y alrededor de 2.600 millones de personas obtuvieron acceso a fuentes mejoradas de agua potable.

Según Unicef, la disparidad en las tasas de mortalidad materna entre los países de bajos ingresos y los países de ingresos altos disminuyó a la mitad entre 1990 y 2013. Hace 25 años, las mujeres de los países pobres tenían 38 veces más probabilidades de morir en el parto que las de los países ricos. Hoy, la diferencia se redujo y es de 19 a 1.

Las estadísticas en nuestro país han dejado de ser confiables desde hace algunos años. Sin embargo, un documento titulado “Mortalidad infantil en la Argentina”, realizado por equipos interdisciplinarios del Ministerio de Salud de la Nación, indica que en 2013 se produjeron 21 decesos de niños por desnutrición.

Los especialistas coinciden, sin embargo, en que estos datos deben ser tomados con cierto recaudo, ya que en muchos casos los chicos mueren por otras causas aparentes que, en realidad, están directamente vinculadas con la falta de una alimentación adecuada.

El trabajo que la Fundación Conin y otras organizaciones vienen realizando en distintos puntos del país -entre ellos en Santa Fe- demuestra de manera irrefutable que se puede enfrentar con éxito a este flagelo, garantizando a los chicos y a sus familias una mejor calidad de vida.

Desde 1990, la mortalidad entre los niños menores de 5 años se redujo más de un 50 por ciento, pasando de 90 a 43 por cada 1.000 nacidos vivos en el mundo.