Talcahuano: ese puerto y aquel tsunami desvastador

La historia de dos pueblos que se levantaron luego de los efectos terminales de terremotos que se ensañaron con ellos.

TEXTOS Y FOTOS. ENRIQUE CRUZ (H), ENVIADO ESPECIAL A CHILE.

Talcahuano: ese puerto y aquel tsunami desvastador

Canoas que se usan en el puerto para los recién casados o novios.

 

Don Pedro es un veterano de 83 años. Su aspecto es humilde y parece un pescador. La piel curtida por el frío, los años y, por qué no decirlo, las penurias, los sufrimientos y las tristezas que parecen no acabar. Don Pedro tenía 28 años cuando se produjo aquel terremoto de mayo de 1960 en Concepción.

Él vive en Talcahuano, que es una ciudad lindera, esencialmente portuaria y dedicada a la pesca. Sus casas son bajitas, más bien humildes. Hay grandes fábricas, del tipo de refinerías, que durante la noche producen un espectáculo realmente único, entre las luces que iluminan esas altas torres y el humo que emana de sus chimeneas.

Pero volvamos a Don Pedro. El hombre tiene la mirada perdida en el horizonte, quizás buscando alguna explicación de por qué, a veces, la diosa naturaleza puede ser tan devastadora con un pueblo. Don Pedro también estaba, lógicamente, cuando se produjo el último terremoto, el de febrero de 2010.

“Eran las 3 y media de la mañana y nos levantamos todos, mi casa sufrió daños tremendos, como la de la muchos. En el 60 había muchas casas de adobe que no aguantaron. Las de material, si estaban bien hechas, sufrieron algunas rajaduras, pero la mayoría la pasó muy mal”, cuenta Don Pedro.

Como ocurre habitualmente, al terremoto le sucede el maremoto, o el ahora llamado tsunami. No vale la pena entrar a considerar si lo segundo produce lo primero, si es al revés o si no tienen nada que ver. Esto último está descartado porque detrás de un terremoto sucede el tsunami. Y eso fue lo que ocurrió en el puerto de Talcahuano.

“Mirá, los barcos se vinieron encima sobre la costa y quedaron navegando en el bulevar que hay detrás nuestro, con los contenedores pasó lo mismo. La gente, cuando todo se calmó, se llevó todo lo que encontró porque tanto en los barcos como en los contenedores había comida. Hubo muchos muertos y hay gente que no se encontró nunca”, cuenta Don Pedro, mientras le señala al enviado de El Litoral un barco que quedó dado vuelta desde aquel momento.

MÁS ANÉCDOTAS

Las anécdotas e historias de Don Pedro no se terminan allí. “Acá teníamos un buque de guerra que se llamaba ‘La Torre’, era tremendo, temible, lleno de cañones. Estaba custodiando nuestro puerto y nuestra costa. Estaba aquí mismo, lo veíamos todos los días. Yo buceo y una vez nos mandaron a ver cómo estaba el motor de ‘La Torre’. No te lo puedo asegurar porque no alcanzamos a verlo muy bien pero lo que dicen es que ese motor estaba recubierto en oro. Es que en la época que se construyó me parece que no se sabía muy bien que el oro valía tanto. Se lo vendieron a los japoneses”, dice Don Pedro.

La gente de acá tiene miedo y lo demuestra. La señora es pescadora artesanal pero no tiene mucho para vender. Nos muestra machas y nos enseña de qué manera se cocinan. También el jurel y nos asegura que “es tan rico que ni siquiera se debe condimentar”.

Ocurre que los pescadores han salido al mar y por eso la variedad no abunda. “Estamos esperando con los brazos abiertos que vuelvan porque nos hemos quedado sin mercadería”, señala la dueña, mientras también nos muestra el albacora, otro de los frutos que suelen pescarse en estos mares.

El puerto fue prácticamente reconstruido después del tsunami de hace cinco años, se observan nuevas construcciones y hasta algunos comedores con vista al mar. Los lobos marinos hacen de las suyas y hasta se invita a los recién casados o a los novios acaramelados a dar una vuelta en canoa, que se ambienta para la ocasión.

Talcahuano y Concepción, dos ciudades que han sabido salir de desastres naturales que las hicieron prácticamente desaparecer. Se levantaron y allí están, tratando de encontrar fuerzas en el mismo dolor para seguir adelante. Han perdido vidas, seres humanos, bienes materiales que fueron el producto de toda una vida de trabajo. Una historia que se repitió a través del tiempo, sin piedad y sin avisos.


El puerto fue prácticamente reconstruido después del tsunami de hace cinco años, se observan nuevas construcciones y hasta algunos comedores con vista al mar.

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Los lobos marinos también abundan en la zona del puerto de Concepción.

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Este barco se dio vuelta en el tsunami que azotó a la ciudad y así quedó.

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El autor de la nota en el estadio “Alcaldesa Ester Roa”, que se terminó de construir unos días antes del primer partido que se disputó allí.

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diferentes tipos de mariscos salen en estas aguas del Pacífico.