República Checa

Jan Hus, el reformador quemado en la hoguera hace 600 años

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El reformador. Monumento a Jan Hus en la antigua plaza de Praga, uno de sus principales espacios de prédica. Al fondo, las torres gemelas de la iglesia de Tyn.

Foto: Gustavo Vittori

 

Por Gustavo Monge

La República Checa conmemora hoy el 600º aniversario de la ejecución en la hoguera de uno de sus héroes nacionales, el reformador Jan Hus, quien luchó por una Iglesia más humilde, sin jerarquía y menos corrupta.

Quemado el 6 de julio de 1415, Hus sigue en la memoria del pueblo checo con su mirada desafiante a la muerte, plasmada en su monumento de la Plaza Vieja de Praga, cerca de la capilla de Belén, donde se hizo famoso por su prédicas. Hus fue uno de los filósofos más brillantes del incipiente movimiento protestante en la Edad Media, y el Concilio de Constanza de 1414 lo condenó a ser quemado en la hoguera al insistir en sus denuncias contra la Iglesia de entonces.

Desde el púlpito, este predicador y teólogo arremetió contra la vida relajada del clero de su tiempo, las ambiciones de poder de los prelados, el olvido de las sencillas formas de vida evangélica y los abusos en la venta de indulgencias.

Ante estas acusaciones que ponían en duda la autoridad de la Iglesia, el Concilio de Constanza lo condenó por herejía.

Los poderosos en la Iglesia alegaron que Hus se negó a aceptar una treintena de tesis relativas a la predestinación, la Sagrada Escritura como única fuente de fe o la negación de una jerarquía visible en la Iglesia, entre otras acusaciones.

Su condena a muerte demuestra que Hus estaba considerado por las autoridades eclesiásticas del momento una amenaza.

“Lo más llamativo es cómo logró convertirse en uno de los personajes más influyentes de su tiempo, hasta ascender a rector de la Universidad Carolina, consejero del rey y ganarse el favor de buena parte de la nobleza, algo que ningún reformador había conseguido antes”, comenta Martin Musilek, comisario de una muestra sobre Hus y su legado.

Musilek precisó que la etapa de Hus al frente de la Universidad praguense “coincidió con un período de afianzamiento de los intelectuales checos, frente a los exponentes de la cultura alemana, que perdieron peso en la corporación académica. Pero la influencia de Hus no sólo se limita a lo religioso e espiritual sino alcanza también lo lingüístico y político. Simplificó el idioma, haciéndolo más accesible al pueblo, para que pudiera manejarse mejor en las Escrituras, que consideraba como la única fuente de fe”.

Con motivo del 600 aniversario, se han organizado este año exposiciones sobre Hus, tanto en Praga como en el Museo Husita de Tábor, al sur de Praga. El presidente checo, Milos Zeman, se ha unido a los festejos y ha pedido colgar la enseña de Hus en el balcón del Castillo de Praga, sede de la presidencia.

El Vaticano nunca ha rehabilitado formalmente al reformador checo, pues sus ideales sobre cómo debe ser la Iglesia siguen en contradicción con la doctrina católica. Sin embargo, el fallecido Papa Juan Pablo II lamentó en 1999 “la cruel muerte” que sufrió Hus y destacó “su valentía moral ante las adversidades y la muerte”.

A mediados de junio, el actual Papa Francisco dijo que es necesario continuar con el estudio de la persona y el trabajo de Jan Hus porque se ha convertido en una iniciativa para el diálogo de todos los cristianos, también más allá de las fronteras de la República Checa.

El país centroeuropeo tiene una de las poblaciones menos religiosas del mundo, con apenas un 10 % que se declara católica, según el censo de 2011, mientras que las Iglesias Protestante y Husita no llegan ni al 1 % de la población. La enorme mayoría del resto de los checos dice no tener religión o se niegan a responder sobre su afiliación religiosa.