eDITORIAL

  • Aníbal Fernández culpó a sus contrincantes en la interna kirchnerista de haber montado una operación en su contra.

Efedrina: se rompió el código binario

Cuando apenas restan cuatro meses para el final de mandato de Cristina Fernández y en medio de una encarnizada interna del kirchnerismo en provincia de Buenos Aires, el código binario que el gobierno intentó imponer desde el relato en la Argentina terminó haciéndose trizas.

De repente, y de la forma menos pensada, la sociedad acaba de encontrarse frente a una situación donde no todo es blanco y negro. Y fue Aníbal Fernández, uno de los principales arietes del discurso kirchnerista, el que se encargó de pulverizar esa lógica perversa y maniquea.

A partir de ahora, los argentinos deberán saber que pueden existir “malos” en el bando de los “buenos”. Lo cual deja abierta la posibilidad de que también existan “buenos” en el supuesto bando de los “malos” que sólo quieren llevar al país al peor de los escenarios posible y acabar con los logros de la “década ganada”.

Esta novedad en el discurso del kirchnerismo se planteó luego de que en el programa Periodismo para Todos, que se emite por Canal 13 de Capital Federal, uno de los detenidos por haber cometido en 2008 el triple crimen de General Rodríguez -también conocido como el triple crimen de la efedrina-, dijera que el jefe de Gabinete de Cristina Fernández fue quien brindó la protección política para que esa banda de narcotraficantes pudiera operar en el país.

Según el detenido Martín Lanatta -que cumple condena a cadena perpetua- tras el crimen de Sebastián Forza, Damián Ferrón y Leopoldo Bina, “el negocio del tráfico de efedrina se lo termina quedando Aníbal Fernández”.

Hasta aquí, bien podría tratarse de una nueva denuncia realizada desde el periodismo contra algún integrante del gobierno, ante la cual se contrapone la previsible versión oficial de los hechos. No sería nada nuevo. En definitiva, fue lo que ocurrió frente al caso de Lázaro Báez y su supuesto vínculo con los Kirchner; o con la causa Hotesur, donde se investiga si la familia presidencial incurrió en el delito de lavado de dinero.

Lo realmente novedoso y sorprendente es que, ante la denuncia periodística en su contra, Aníbal Fernández reaccionó responsabilizando a los contrincantes en la interna del kirchnerismo en provincia de Buenos Aires de haber montado una operación para desprestigiarlo.

En otras palabras, según el jefe de Gabinete, el detenido Martín Lanatta y el programa Periodismo para Todos actúan en connivencia con Julián Domínguez -actual diputado nacional por el Frente Para la Victoria- y Fernando Espinoza -intendente del populoso municipio de La Matanza-.

Esta vez, los ataques no provienen de la oposición, el campo, la Iglesia, los medios de comunicación o las potencias internacionales. En este caso, quienes están jugando sucio -siempre según Aníbal Fernández- pertenecen a las filas del kirchnerismo.

Lo que no queda del todo claro es si Cristina Fernández o quien pretende sucederla en el cargo, Daniel Scioli, tiene algún tipo de participación en este peligroso juego. Es que, si bien en ambos casos el kirchnerismo intentará mantenerlos al margen de la situación, ninguno de los dos está en condiciones de hacerse el distraído, como si este verdadero escándalo estuviese sucediendo en otra fuerza política. En todo caso, habrá que aguardar para conocer cuáles serán las próximas señales desde lo más alto del poder.

Por ahora, alcanza con saber que el discurso maniqueo y perverso que el kirchnerismo buscó imponer durante una década acaba de implosionar. Y eso, no es poca cosa.

El discurso maniqueo y perverso que el kirchnerismo buscó imponer durante una década acaba de implosionar.