Preludio de tango

Armando Cupo

Manuel Adet

Entre los seguidores de Alberto Morán, que no son pocos y mucho menos mansos, hay una larga disputa que seguramente nunca terminará por resolverse. Están, por un lado, los que aseguran que el mejor momento del cantor fue cuando actuó bajo las órdenes del maestro Osvaldo Pugliese, es decir, entre 1945 y 1954; y están los que sin desconocer ese período, estiman que la madurez de Morán se logra con Armando Cupo entre 1954 y 1959, oportunidad en la que graban cuarenta y seis canciones, un periplo musical que se inició con dos temas que algunos llegaron a calificar de hacha y tiza: “No te engañes corazón” y “Avergonzado”.

El duelo continúa, pero la sabiduría aconseja no sumarse a facciones y disfrutar a Morán en todas las circunstancias, es decir, con Pugliese y con Cupo. En realidad, Morán grabó setenta temas con Cupo, porque entre 1968 y 1969 hubo otra etapa en la que registró para la Rca Víctor veinticuatro canciones. Es verdad que en este período la voz de Morán ya no es la de antes, pero lo que le faltaba de voz le sobraba de experiencia y de capacidad de interpretación.

De las grabaciones de Morán con Cupo, merecen destacarse temas como “Bailemos”, “Su nombre era Margot”, “La vi llegar”, “Pasional”, “Dichas pasadas”, “Qué solo estoy” o “Cualquier cosa”. La orquesta de Cupo siempre fue reconocida en el ambiente tanguero; él personalmente era un hombre respetado y respetable. A diferencia de otros maestros no conformó una orquesta estable como Pugliese, Di Sarli o Troilo, sino que sus iniciativas musicales giraban alrededor de algún cantor prestigiado que solicitaba sus servicios. Conocedor del ambiente tanguero y amigo de los músicos de sus tiempo, inmediatamente constituía una orquesta para que lucieran sus habilidades cantores de la talla de Roberto Rufino, Miguel Montero o Alberto Morán.

Oscar Armando Cupo nació en el barrio porteño de Liniers el 26 de diciembre de 1921. Con la música se relacionó desde muy pibe y ya a los dieciséis años integraba su propio cuarteto en donde lucía sus habilidades de pianista. Sus biógrafos afirman que en 1938 acompañaba musicalmente a Roberto Chanel en sesiones tangueras ejecutadas en los estudios de Radio Prieto y Radio Splendid. Después de una breve temporada con Enrique Rodríguez ingresó a la década del cuarenta con un flamante cuarteto que contó con la participación del violinista Oscar Herrero. Otra temporada corta, esta vez con Florindo Sassone, pero para 1950 Roberto Rufino que perfeccionó su canto y cumplió una etapa promisoria al lado de Di Sarli, le propuso a Armando Cupo que organizara y dirigiera una orquesta para acompañarlo a él como solista.

Éste es el momento en que efectivamente Cupo empezó a jugar en las divisiones superiores. A diferencia de otros clásicos cuya edad de oro fue la década del cuarenta, Cupo reservará sus éxitos para los años cincuenta y sesenta. La orquesta que acompañará a Rufino ya es de lujo y con él graba diez temas, los dos primeros de antología: “Tangueando te quiero” y “Flor campera”.

En los violines de esta orquesta, están Elvino Vardaro, Tato Besprovan, Atilio Blanco, Fidel De Luca y Emilio Fariñas; la línea de bandoneones está integrada por Edelmiro D’Amario, Pascual Mamone, José Dames y Luciano Leocata; en el contrabajo, está Alcides Rossi y en el piano y la dirección, Armando Cupo. Una gran orquesta, hecha para acompañar a grandes cantores.

Para esa época lo invita Ismael Spitalnik para acompañar al cantante Aldo Calderón que acababa de separarse de Troilo. Catorce temas graban con Calderón para la Rca Victor. En esta orquesta se destacan con los fueyes el propio Ismael Spitalnik, Leopoldo Federico y Fernando Tell; en los violines, están David Díaz, Tato Besprovan y Simón Broitman; Alcides Rossi estará presente en el contrabajo y, por supuesto, el rey del piano será Armando Cupo.

Para mediados de 1960, con Hugo Baralis, Jorge Caldara y Kicho Díaz se dan el lujo de constituir el grupo Estrellas de Buenos Aires. Los cantantes son Marga Fontana y Héctor Ortiz. Participan en locales nocturnos, algunos clubes de barrios y hasta se dan el gusto de realizar una gira estelar por el Pacífico. También graban un disco con doce temas, entre los que merecen destacarse temas como “Quejas de bandoneón” e “Ilusión de mi vida”.

En 1963, Cupo está con Luis Stazo y Mario Monteleone, un trío de lujo para acompañar a un Roberto Goyeneche que acababa de separarse de Troilo, decisión tomada por el propio Pichuco, porque consideraba que el ciclo con su orquesta Goyeneche lo había agotado y ahora debía largarse como solista. “Si no se va lo echo”, decía Troilo medio en broma medio en serio. Con Cupo, Stazo y Monteleone, el Polaco grabó entre otros temas, tangazos como “Frente al mar”, “No nos veremos más”, “Mi malacara y yo” y “Que falta que me hacés”.

En esos años se dice que el tango estaba en crisis, cosa que era cierto, pero los músicos y los cantores de calidad pululaban por la ciudad y siempre había alguna iniciativa digna de los grandes. En 1965, Cupo acompañó al Negro Miguel Montero con quien grabó catorce temas para el sello Odeón. Merecen destacarse: “Tristezas de la calle Corrientes”, “Me están sobrando las penas”, “Qué solo estoy”, “Fuimos”, “Por las calles de la vida”.

Para ese tiempo se incorporó a la orquesta estable de Radio El Mundo. Los reconocimientos continúan. En 1968, el señor Alejandro Romay, dueño de canal 9, lo convocó para que dirigiera la orquesta estable de “Grandes valores del tango”. En el emprendimiento artístico participaron Kicho Díaz, Hugo Baralis y Armando Calderaro.

Pero la gran consagración como músico, Cupo la recibe cuando en 1972 participa en el Sexteto Mayor. Allí están Fernando Suárez Paz y Reynaldo Michelle en los violines; José Libertella y Luis Stazo con los bandoneones; Omar Mustagh en el contrabajo y, por supuesto, Armando Cupo con el piano. El Sexteto Mayor, debutará en La Casa de Carlos Gardel ubicada en calle Jean Jaurés y sus principales grabaciones las harán con el sello Odeón.

Durante años Cupo lució su talento en la Confitería Montecarlo, ubicada en Corrientes y Libertad. Después se trasladó a Caño 14 con su propio sexteto. Allí recibió el reconocimiento del más selecto público tanguero y de los exigentes músicos de esos años. A su talento como pianista se le deben sumar sus dotes como compositor. Así lo prueban temas como “Y no puedo olvidarte”, “Una vida más” y “Bien de tango”. Oscar Armando Cupo falleció en Buenos Aires, el 21 de julio de 1990.