Lluvias en un período seco

El Niño en los Bajos Submeridionales

  • Las lluvias producidas en el noroeste santafesino, durante este mes de agosto, confirman el pronóstico generalizado de la presencia del fenómeno del Niño.
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La provincia de Santa Fe carece de una planificación para enfrentar la problemática que plantea la alternancia de humedad y sequía y actúa en un contexto coyuntural desde el asistencialismo. Foto: Eloy Rodríguez

 

Eloy Rodríguez

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Podemos decir que el fenómeno del Niño es la consecuencia del calentamiento de las aguas del océano Pacífico que se desplaza a las costas del Perú, Ecuador, etc. produciendo grandes lluvias en Sudamérica, por la mayor evaporación y formación de nubes, y sequías en Australia, Nueva Guinea e Indonesia. La denominación El Niño se la debemos a los pescadores peruanos que notaban que el fenómeno ocurría para navidad y disminuía la pesca porque la temperatura del agua (caliente) no era propicia para los peces.

Algo de esto ha pasado, y pasa, en esta gran planicie deprimida llamada bajos submeridionales.

Pareciera que El Niño ha inmiscuido sus narices en este mes de agosto, en el cual durante dos días llovieron casi 100 milímetros, en una clara contradicción con la característica del clima de la región que es subtropical con estación seca durante el invierno. En los últimos treinta años, hubo varios meses de agosto sin precipitaciones y otros con escasísimos registros.

Esta lluvia se produce luego de un 2014 con de más de 1.200 milímetros y un primer cuatrimestre de 2015 con casi 700 milímetros. Por suerte, desde mayo hasta julio, casi no hubo precipitaciones, de lo contrario hubiésemos asistido a una inundación sin precedentes.

Especialistas en clima afirman que el calentamiento global es el responsable de estas copiosas lluvias, con bruscas variaciones de temperatura, incidiendo la presión atmosférica y la radiación solar. Así se producen nubes con formas de yunque que se mueven erráticamente originando la caída de una gran cantidad de agua, en zonas determinadas, a veces acompañada por granizo.

El meteorólogo Osvaldo Canciani afirma que “la temperatura global seguirá aumentando cada año y la Argentina sufrirá cada vez más las tormentas fuertes, granizadas y el aumento del nivel del mar”.

Para el Dr. Juan Minetti, director del Laboratorio Climatológico de Tucumán, “la primavera será calurosa y húmeda con tormentas reiteradas”.

Otros especialistas, afirman que durante El Niño se produce, globalmente, un cambio en la circulación atmosférica y que frentes fríos evitan el traslado de vapor, originando precipitaciones focalizadas.

La problemática se complica, porque: 1) este fenómeno ocurre en un período en el cual el agua no se evapora con la intensidad que lo hace en el verano; 2) el sudoeste chaqueño y este santiagueño, zonas limítrofes al noroeste santafesino, con bastante asiduidad están en estado de alerta climático y 3) el drenaje de esta gran planicie es lento, ya que escurre, en sentido noroeste-sureste, 21 cm cada 1.000 metros. Además, el departamento 9 de Julio es el paso obligado del desborde santiagueño y tiene sus 11 localidades en constante riesgo hídrico.

Falta de política hídrica

La provincia de Santa Fe carece de una planificación para enfrentar la problemática que plantea la alternancia de humedad y sequía y actúa en un contexto coyuntural desde el asistencialismo.

El agua de lluvia tiene que quedar en el lugar donde cae y escurrir ordenadamente el exceso. Pero como la avaricia humana deforestó, degradó las capas superiores del suelo y destruyó el equilibrio natural del sistema, cada vez nos inundamos más con menos precipitaciones. Santa Fe debería conformar con Santiago del Estero y Chaco un equipo interdisciplinario compuesto por técnicos de universidades, referentes de localidades afectadas, productores y actores involucrados en la problemática, para lograr plasmar una política de Estado que considere que el problema es la sequía, que el agua no se puede eliminar y que a la naturaleza no se le declara la guerra, sino que se la interprete.