¿A quién habla el poema?

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“Melancolía”, de Giorgio de Chirico.

 

Por Roberto D. Malatesta

“La tarea a cumplir”, de Alejandro Nicotra. Editorial Brujas. Córdoba, 2014.

Desde el prólogo del libro, el escritor y crítico Ricardo Herrera hace mención a dos términos para dar marco a la poesía de Alejandro Nicotra. Éstos son: vida retirada, obra contenida. En cuanto a la vida retirada no deja de ser una de las características de muchos de los poetas del interior. Recordemos al Juan L. Ortiz -que ya no viajaba a Buenos Aires-, o a uno de los maestros de Nicotra, el puntano Esteban Antonio Agüero, o a nuestro José Pedroni. La poesía así se ciñe en un marco de distanciamiento de todo cosmopolitismo, y así da paso a un crecimiento interior y proyección a una obra personal. Si a esto se le suma esa “obra contenida” -dos centenas de poemas breves para una obra de medio siglo-, apunta Herrera, da la medida no de aridez sino de trabajo, donde el tiempo sólo puede jugar a favor, nunca en contra. Herrera menciona dos ejemplos españoles: Fray Luis de León y Antonio Machado. Ambos atravesaron aquella “prueba de la soledad”, al decir de Machado, que aquilata toda obra.

En los primeros libros de la obra de Nicotra, es la ciudad la que rige el verso; un universo opresivo lanza la poesía que opone la soledad personal a la soledad pública. El poeta se siente incómodo, “¿en dónde te pondremos, / antigua imagen, / pasión de nuestras vidas inútiles, / hermosa y sucia como un vicio?”, y mientras las nubes van muy alto, en un verso que lo emparenta con el santafesino J. M. Inchauspe, otra obra contenida, las nubes de la poesía ya descenderán. En este espacio urbano se destacan como cuña o contrapeso dos poemas “solariegos” más propios de lo que será la obra poética de A.N. Éstos son: “La casa del maestro” y “el pan de las abejas”, pequeños universos perfectos que evocan al poeta E. A. Agüero.

La poesía de A.N., sobre todo a partir del título “Desnuda musa”, incluido en forma abreviada, como otros títulos, puesto que el presente libro reseñado, “la tarea a cumplir”, es una antología que abarca poemas desde 1967 a 2008, e irá tomando un tono cada vez más íntimo, donde la identificación con el paisaje desborda hacia lo metafísico y humano. La luz pasa a ser un vocablo fundacional y amplio. Un pájaro tiene luz, la nieve es luz, la luna y el fuego de los leños “en que la llama habita / casi, diría, con dolor”, la comarca es luz.

Nicotra llamará “dádiva de un dios” a la poesía, y a su vez dirá que se trata de un “excesivo don”. De esta forma, la poesía como tema ocupará mayor espacio a partir de “el anillo de plata”. De tal manera, indagará sobre la labor de escribir para preguntarse “¿A quién hablo, / cuando habla el poema?”, así la poesía como puente que salva de la nada, como paso insoslayable entre ansia y belleza.

“Llamo a las palabras / como a los pájaros en el jardín / ofreciéndoles / agua y pan de un silencio, / que se parece a mi vida”. Sólo lo primordial, en la retirada y contenida obra, a la que los pájaros de la poesía saben devolver con gratitud y gratuidad: “La nieve de septiembre aún en la cumbre / y en el granado ya la flor. / Oyes el trino...”. Vida y poesía, tarea a cumplir acorde al don que se reparte como migajas a los pájaros.