Explicaciones desde el punto de vista de la geología

Grietas y hundimientos en viviendas y calles: algunas hipótesis bajo análisis

  • Las características del suelo santafesino y el crecimiento de la urbanización son factores determinantes de este grave problema. Se recomienda realizar un estudio interdisciplinario.
Grietas y hundimientos en viviendas y calles: algunas hipótesis bajo análisis

Colapso. A fines de febrero, la rotura de la cloaca máxima provocó un gran socavón en Urquiza y Bulevar. En agosto, se sumó otro hundimiento en bulevar y Rivadavia. Foto: Mauricio Garín / Archivo El Litoral

 

Lía Masjoan

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En el último mes, cuatro familias debieron abandonar sus viviendas de barrio Candioti Sur por el peligro de derrumbe que corrían debido a la aparición de rajaduras y hundimientos. Otras observan crecer las grietas en paredes interiores y exteriores y, cada tanto, realizan reparaciones sin éxito: en poco tiempo vuelven a abrirse. En lo que va del año, dos grandes socavones se produjeron en bulevar, uno en la intersección de Urquiza y Pellegrini y otro en Rivadavia y Gálvez, y algunos más de distinto tamaño en barrios alejados del radio céntrico.

¿Qué sucede en Santa Fe? ¿Cuáles son las probables causas de estas graves situaciones?

Para acercar algunas hipótesis que ayuden a analizar la situación, El Litoral convocó a un especialista en suelos. La primera conclusión que hay que remarcar es que este fenómeno sería multicausal y, en la relación de una causa con otra, podría encontrarse una explicación. De todos modos, la tipología de los suelos sobre los que está asentada la ciudad es un factor determinante.

Jorge Casarotto es geólogo, especialista en Ingeniería Ambiental y fue profesor de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN). Los antecedentes (Ver relacionada) y su propia experiencia le indican que “el fenómeno de hundimientos está activo en la ciudad”.

Incidencia del tipo de suelo

Asentada sobre terrazas fluviales de los ríos Paraná y Salado, los suelos de la ciudad son en gran proporción limo arcillosos. (Ver gráfico). “Las crecientes ordinarias de los ríos fueron formando antiguas terrazas depositando sedimentos de limo, arcilla, materia orgánica y, en mucha menor proporción y a mayor profundidad, arenas finas”, explicó Casarotto. Esto hace que en sus capas más cercanas a la superficie -por donde se ubica la mayoría de las cañerías de los servicios- los suelos santafesinos tengan baja permeabilidad.

Las condiciones geológicas y sedimentológicas de la ciudad se fueron modificando con el paso del tiempo: hace muchos años, el cauce de los ríos corría más próximo al emplazamiento actual de la ciudad, que poco a poco le fue ganando territorio con nuevas urbanizaciones. “Desde el punto de vista geológico, estos depósitos aterrazados son recientes y están constituidos por limos transportados por los vientos y redepositados por el agua”, agregó Cassarotto y recordó que la creciente de 1905 llegó casi hasta bulevar Gálvez.

Los caños de los servicios de agua, cloacas y desagües pluviales están colocados y enterrados a poca profundidad (hasta 6 metros) dentro de los suelos cohesivos superior (limos y arcillas). En caso de haber pérdidas de líquido por rotura de alguna cañería, el fluido satura los suelos arrastrando las partículas más finas de limos y arcillas a través de los poros de la tierra. Además, se crean pequeños y finos canales favorecidos por suelos saturados con niveles freáticos altos.

El arrastre por lavado de esas finas partículas acontece durante largos períodos sin que sea advertido en superficie, creando espacios y oquedades que generalmente terminan colapsando imprevistamente.

El nivel freático (NF), siempre dinámico, también incide. ¿Qué es? Es el nivel superior del agua subterránea alojada en los poros de los suelos; es libre y fluctuante y se mueve según se recargue o no con el agua de lluvia que se va infiltrando. En la actualidad, en presencia de un ciclo húmedo, la profundidad es de 2,90 metros para una cota de superficie de 16,50 a 17,50 metros. (Ante la presencia de ciclos hidrológicos secos, el NF desciende). Cuando los suelos son saturados por la elevación del NF disminuye su densidad, con lo cual es más fácil el lavado y arrastre de partículas finas.

Impacto de la vida urbana

En un contexto de constante crecimiento urbano, los suelos sobre los que está asentada la ciudad también sufren. A simple vista, sólo se observan las transformaciones sobre la superficie: nuevas calles pavimentadas, crecimiento del tránsito vehicular, extensión de la red de servicios, más edificios en altura. ¿Pero cómo impactan estos cambios capas abajo del pavimento?

Casarotto habla de microtrepidaciones (microsismos) y vibraciones ambientales. “La corteza terrestre se halla sometida sistemáticamente a esfuerzos de diferente magnitud. Así, la superficie vibra constantemente con magnitudes muy pequeñas, del orden de algunos micrones. Son microsismos originados por el desplazamiento vehicular, operaciones en fábricas, talleres, el viento que mueve los árboles, construcción de edificios”.

El tránsito vehicular “ha aumentado considerablemente en los últimos años, agregando colectivos, camiones de reparto y de cuatro ejes cargados que entran a abastecer a los supermercados, estaciones de combustible, etc. Esto se agrava con el arranque, frenado y especialmente cuando golpean en los baches de las diferentes calles y avenidas aumentando las vibraciones que transmiten a los suelos y acomodando las partículas”. Como ejemplo, citó lo que sucedió en calle Balcarce cuando cambió su sentido de circulación: “Era mano hacia el este y al cambiar al oeste aumentó la densidad y provocó movimientos en algunas casas antiguas”.

La relación entre las precipitaciones y la escorrentía (lo que corre) pos urbanización es otro factor que incide en la aparición de hundimientos. “Hay que tener en cuenta la acumulación, estancamiento y aumento de caudal del agua de lluvia y analizar el tiempo de demora de la escorrentía”, afirmó. Y no olvidar, que a lo largo de siglos de historia, muchos barrios de la ciudad avanzaron sobre terrenos ganados al río, ocupando el valle aluvial del río Salado y parte de la Subcuenca Setúbal. Se han ocupado zonas de cota muy baja como Barranquitas y otros barrios del oeste de la Av. Perón y López y Planes, entre otras.

Remediación

En la búsqueda de soluciones, Casarotto sugiere conformar equipos interdisciplinarios con la participación de hidrólogos, hidrogeólogos. Ing. en Recursos Hídricos, Ing. Civiles, arquitectos, psicólogos, asistentes sociales y urbanistas. Considera necesario hacer un estudio de los suelos, desde su composición mineralógica, química, y geomecánica, entre otras, además de un estudio macro del sitio de la ciudad en relación con crecidas extraordinarias de los ríos Paraná y Salado.

Además, propone analizar si la incidencia de los edificios en altura afectan posibles asentamientos en suelos colindantes y evaluar si la red cloacal actual alcanza para atender las necesidades de los nuevos edificios.

“En el lapso de 1 año (y no mayor) deberían entregar el resultado de un estudio y proyecto técnico-social, urbanista y ambiental que contenga las prevenciones y remediaciones para que los eventos de la naturaleza no se conviertan en desastres para la sociedad”, aseveró.

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Más socavones

  • 29 de marzo de 2007: En plena Costanera, en avenida Almirante Brown y Salvador del Carril, se hundió la calzada. Según se explicó en esa oportunidad se produjo por existir un problema no visible en la unión de dos conductos pluviales, uno de larga data, con salida a la laguna Setúbal, y otro más nuevo, que llegaba hasta la intersección de Salvador del Carril y avenida Almirante Brown.
  • Enero de 2012: Hundimiento en 9 de Julio y bulevar Pellegrini, rotura de caño cloacal de 70 cm de diámetro que transportaba líquidos cloacales, rotura de pavimento y falta de suelos por lavado.
  • Noviembre de 2013: En J.P. López casi 9 de Julio se hundió la calzada. Debajo pasaba una cañería de ingreso a una estación elevadora de líquidos cloacales.
  • 2014: Tras años de intentar reparaciones, finalmente en el año 2014 la empresa Assa reparó el eterno socavón de Urquiza y Cándido Pujato. Estudios de suelos detectaron baja densidad y falta de capacidad portante. Se procedió a una remediación final trasladando la cañería existente a 6 metros de profundidad hacia la mano este de Av. Urquiza.
  • Febrero de 2015: Bulevar Pellegrini y Urquiza, hundimiento por la rotura de la cloaca máxima. Se está trabajando para repararlo.
  • Agosto de 2015: Rivadavia y Bulevar. Se produjo por la rotura de un colector cloacal. Se está terminando su reparación.
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Misterio. En barrio Candioti, varias viviendas tienen rajaduras y grietas. Durante el mes de agosto, cuatro familias tuvieron que mudarse para evitar riesgos. Foto: Flavio Raina

¿Qué pueden hacer los ciudadanos?

  • Los vecinos también pueden colaborar para evitar colapsos en la red de servicios y deterioros en sus viviendas. “En cada casa, se pueden producir socavones por las pérdidas imperceptibles en cañerías viejas o mal construidas de la red cloacal, pluvial y agua de la red, que con el tiempo arrastran los suelos”. En el caso de que “sospechen que existen zonas huecas (con una simple prueba de sonido se puede llegar a detectar) deben verificarlo quitando algunas baldosas para ver cómo está el suelo: si está muy húmedo o si hay huecos. En caso de hallar grietas en paredes y muros, se debe proceder a revisar que no haya pérdidas de agua de ningún tipo debajo de los pisos. De existir, se deben reparar inmediatamente para que no avance un posible socavón”, advirtió.

Y recomendó a las autoridades realizar una campaña de información para el correcto uso de las descargas sanitarias a fin de evitar malas prácticas de volcado a los inodoros, arrojando objetos que no se degradan e ingresan a la red cloacal obstruyendo cañerías y aumentando la presión interna. Esto produce roturas y, por consiguiente, pérdida de líquidos que arrastran las partículas finas de suelos llegando a provocar socavones.

“Siempre es mucho más económico prevenir que trabajar en la remediación”, finalizó.

Multicausal

  • En resumen, hay una sumatoria de causas que podrían estar ocasionando el fenómeno de rajaduras en viviendas y hundimientos de calles:

- Suelos de baja compacidad, blandos.

- Nivel freático a poca profundidad (alto).

- Las pérdidas de cañerías que sobresaturan los suelos y disminuyen el valor soporte de las viviendas, cuyos cimientos fueron diseñados para épocas de poco tránsito y cargas menores.

- Más vehículos y muchos semipesados, con cargas de gran tonelaje. La rotura de calles intensifica los microsismos, que acomodan las partículas de suelo.

“El resultado está a la vista de todos los vecinos que ven cómo sus viviendas se están asentando”, concluyó el geólogo.