Pedido del fiscal a los vecinos

Solicitan testigos por el crimen del sacerdote de Alta Gracia

  • El párroco de 75 años fue hallado muerto el sábado, cuando un grupo de feligreses acudió a su vivienda porque no había ido a dar la misa. La autopsia reveló que pereció ahorcado.

Télam

El fiscal que investiga el crimen del sacerdote Luis Jesús Cortés, cometido el sábado pasado en la localidad cordobesa de Alta Gracia, pidió a los vecinos que pudieran tener datos que aportar sobre lo ocurrido se presenten ante la Justicia o la Policía.

Emilio Drazile, a cargo de la Fiscalía de Instrucción de dicha localidad ubicada 36 kilómetros al sur de la ciudad de Córdoba, a través de la prensa solicitó la colaboración de aquellas personas que “hayan visto algo” el día del hecho, entre las 12 y las 17, ya que “‘sin pruebas no se puede hacer nada”. “Estamos tomando declaraciones todavía, se manejan diferentes hipótesis respecto al autor del hecho”, indicó el fiscal Drazile.

En tanto, Alta Gracia cumplió un nuevo día de duelo por la muerte del sacerdote, tal como lo declaró el intendente Walter Saieg, por lo que las banderas de todas las dependencias oficiales permanecieron a media asta.

No hubo misa

Cortés (75), ex párroco de la iglesia Nuestra Señora de la Merced, fue hallado muerto el sábado último en su vivienda situada en calle 3 de Febrero 12, de Alta Gracia, por un grupo de feligreses que fueron a buscarlo, preocupados porque no había concurrido a oficiar la misa vespertina como hacía habitualmente.

Al llegar al domicilio del párroco, los vecinos advirtieron que de la vivienda salía humo, por lo que llamaron inmediatamente a los bomberos. El jefe del Cuartel de Bomberos local, Gabriel Salcedo, dijo que al ingresar a la casa encontraron el cuerpo de Cortés debajo de la mesa del living y aclaró que, si bien no había fuego en la casa, había humo, por lo que en primera instancia estimaron que la muerte podía deberse a la inhalación de monóxido de carbono durante un incendio en la casa. Sin embargo, la autopsia finalmente confirmó que Cortés había muerto por ahorcamiento por estrangulación.

El fiscal Drazile explicó que, de acuerdo a los peritajes realizados por expertos de la División Homicidios de la policía de Córdoba, el o los atacantes “quemaron la casa para tapar el crimen”‘ y que “no se trató de un incendio total”, aunque esto “hace más difícil la investigación”.

Lesa humanidad

Por su parte, el fiscal federal de Córdoba Facundo Trotta confirmó ayer que el sacerdote fue capellán en la cuarta brigada de infantería durante la dictadura, pero aclaró que no había sido citado como testigo en los juicios por la verdad en la megacausa La Perla. Trotta, quien investiga delitos de lesa humanidad en jurisdicción del Tercer Cuerpo del Ejército que comandaba Luciano Benjamín Menéndez, señaló que la Unidad de Derechos Humanos cuenta con estudios que lo ubican a Cortés como capellán de la cuarta brigada de Infantería entre diciembre de 1975 y 1982. Sin embargo, el sacerdote asesinado no se encontraba mencionado dentro de ninguna causa de lesa humanidad.

“Desde 2008 venimos teniendo distintos procesos por delitos de lesa humanidad en los que surge la complicidad de algunos integrantes de la Iglesia. Yo no recuerdo que Cortés haya sido mencionado. Entre los testimonios que tenemos de víctimas de la UP1 yo no recuerdo a un capellán con tal nombre”, dijo Trotta.

El dato

Movilización.

Un centenar de vecinos de la ciudad de Alta Gracia marchó anoche para reclamar justicia por el crimen del sacerdote Luis Jesús Cortés. Los manifestación se dirigió hasta la comisaría local, donde fueron recibidos por el máximo jefe policial local, a quien le expresaron estar “alarmados”. En tanto, una vecina dijo, en diálogo con Todo Noticias, que “reclamamos seguridad, porque el caso no se está esclareciendo y el comisario dio una respuesta pobre y tímida”.

Dos capellanes

Asimismo, manifestó que “efectivamente tengo, por estudios que ha hecho la unidad de Derechos Humanos, que dentro de la cuarta brigada de Infantería había dos capellanes: uno era Luis Jesús Cortés, quien se desempeñó entre diciembre del 1975 y el año 1982, y el otro era Sabas Gallardo, entre el año 1977 y 1981”.

El fiscal de la megacausa La Perla-La Ribera dijo a radio Universidad que “muchos testigos daban cuenta de que, en el caso de Gallardo sí fue claro, estos curas iban y con la idea de la confesión buscaban información para luego ser proporcionadas a las fuerzas de seguridad”. Gallardo fue identificado como uno de los sacerdotes que iba a la UP1 a “confesar” a los detenidos.