Dancing Mood

Música en cuerpo y alma

La banda comandada por Hugo Lobo regresa a Santa Fe para presentar su nueva placa discográfica “Ska Explosion”. Será este domingo, en el Molino Marconetti, con Sonen Raíz y Dr. Donado como invitados. En la previa, El Litoral dialogó con Lobo sobre trayectoria y presente de la banda, y sobre su proyecto personal.

Música en cuerpo y alma

Lobo al frente de la numerosa formación, durante una actuación en el capitalino Niceto.

Fotos: Gentileza producción/Edgardo Andrés Kevorkian (KVK Fotos).

 

Ignacio Andrés Amarillo

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Este domingo, desde las 18, en el patio del Molino Marconetti (Dique 2 del Puerto de Santa Fe), Dancing Mood presentará las canciones de “Ska Explosion”, en su mayoría composiciones del capitán del barco, Hugo Lobo, junto con clásicos de su repertorio. Como artistas invitados estarán Sonen Raíz & Dr. Donado, con Street Art en vivo a cargo de FKR.

Las anticipadas a $ 200 se consiguen en Compactos (San Martín 2254), Santa Fe Grow (Salta 2645, local 13), Stop (7 de Marzo 2030, Santo Tomé), Breyer (San Martín 800, Paraná) o de manera online en www.eventosensantafe.com.

Explosión propia

En la previa al evento, El Litoral conversó con el trompetista y líder Hugo Lobo sobre el nuevo disco, el recorrido de la banda y mucho más.

—Venían de sacar un disco triple como fue “Non Stop”. ¿Cómo fue el proceso de gestación de “Ska Explosion”, desde la composición, mayoritariamente tuya?

—Algo novedoso, con mucha motivación, más allá de que es un disco “normal” y no triple, que era una guasada. Salir de ese torbellino es complicado, por eso estuvo bien la pregunta. Pero tenía el empuje de ser un disco con composiciones propias, así que era novedoso y con mucha expectativa a la hora de componer y ver cómo suenan los temas. Tratar de no escaparse del estilo, en lo audible para el público: que no haya un volantazo fuerte en una composición propia a lo que venimos rearreglando o versionando, y creo que se logró. Pero fue un proceso con prueba, prueba y error, tratando de que no desentone con la discografía que venimos teniendo.

—Hay invitados más conocidos en la Argentina como Pablo Molina y Ayelén Zuker, o más internacionales como Carroll Thompson y Lynval Golding. ¿Cómo se fue dando esto de llamar gente a grabar?

—Como se viene dando en todos los discos anteriores. A partir de “Non Stop” se creó un puente cultural y de onda con 17 ó 20 artistas internacionales, a los cuales admiré toda mi vida y tengo la suerte de poder contar con ellos de acá en adelante.

Después de “Non Stop” éste fue el primer ejemplo de eso: que estén al pie del cañón en los temas en los que los necesito, tanto Carroll como Lynval.

Y seguir conociendo valores locales como Ayelén Zuker, que es una gran cantante que hay acá en el país, y cumpliendo con estos roles que nosotros solemos dar a los artistas, que es no quedarnos con ningún cantante fijo, sino ir moviéndolo adrede y mostrando los valores que tenemos acá. En este caso fue el turno de Ayelén, que es una gran adquisición. Y Pablito Molina que no había grabado disco con Dancing, sí había cantado en vivo. En este momento el cantante masculino es Pablito y la cantante femenina es Ayelén, aunque en esta gira vienen Johnny, de una banda que se llama Suburband, y Verónica Vera, que es muy buena cantante.

Mutaciones

—Ayelén grabó “Heal the World”, de Michael Jackson. ¿Cómo se eligen los temas a la hora de versionarlos?

—Todos los temas de Dancing Mood, hablando de reversiones, son en alguna manera canciones que me influenciaron o temas que me gustan mucho. En el caso de “Heal the World” me parece un temazo, uno de los mejores de los discos del ‘90 para adelante de Michael Jackson, con un sonido nuevo que me pareció buena idea reflotar y reversionarlo en reggae, y se me ocurrió la voz de Ayelén para hacerlo: ella interpreta muy bien a Michael porque tiene un espectáculo donde hace un recorrido por toda su discografía. La fui a ver, escuché eso y me pareció que encajaba perfecto.

Me parecen temas clásicos, o standards de la música: como “Close to you” de los Carpenters, “Fantasy” de Earth, Wind & Fire, creo que van a quedar en el tiempo. Por eso la elección, más que nada para un tema cantado.

—Tanto en los cantados como en los instrumentales siempre hay una búsqueda de apropiación de cosas que no son obviedades del reggae y el ska. Son grandes temas, de jazz, de pop, del rock. ¿Cómo se lo lleva a un sonido propio?

—La verdad es que eso es algo que se ha tornado natural para mí: reversionar esos temas, que en su búsqueda no tienen justamente ninguna similitud con el estilo. Es una transformación pero sin que pierda la melodía y el “alma” del tema tradicional. Eso es lo que busco y me dedico a hacer: tratar de que ese tema, pasado a este estilo, no sea como de otro estilo. Uno lo escucha y lo último que se te pasa por la cabeza es un rasta, y es un reggae.

—Karen Carpenter seguro que tampoco.

—(Risas).

Vibraciones

—Podemos pensar que son el grupo de música instrumental más fuerte en la escena nacional. ¿Cómo se vive esto de hacer shows instrumentales de masas?

—Es muy raro. En este momento para nosotros es normal, pero si uno se pone a pensar y pone freno de mano un toque, es superdeforme. Lo que pasa es que corremos con la ventaja de que somos a la vez sesionistas, y somos todos rockeros, siempre tocamos en bandas de rock. Tal vez sería más llamativo o más deforme para un músico de jazz, que se meta en este ambiente del rock nacional y vea lo que pasa con la gente.

Yo toqué desde Todos Tus Muertos a 2 Minutos, Attaque 77, un montón de bandas. Entonces uno está como acostumbrado; no del resultado con el público siendo una banda instrumental, sino visualmente lo que a uno le pasa en ese momento, para nosotros es natural. Pero es superdeforme si pensás: “Pará, estamos haciendo música instrumental y mirá lo que pasa, lo mismo que con una banda cantada”.

Creo que es un fenómeno que dio un puntapié inicial muy interesante para la movida en general, que se le preste un poquito más de atención (sobre todo los pibes jóvenes) a la música instrumental. Es un acercamiento a algo diferente a lo que venía pasando. Pero no deja de sorprenderme todo el tiempo.

—Por un lado hacen una música que se disfruta con el cuerpo pero no se renuncia a lo elaborado o a influencias del jazz u otros géneros. Es complejo pero bailable.

Creo que ésa es la esencia verdadera del jazz tradicional. El jazz después se transformó en tocar en un lugar para 30 personas vestidas de traje fumando en pipas, sin entender un sorete de lo que se toca. Eso es más de blanco que de negro. El jazz negro era para revolear a la mina por el aire y pasarla por abajo de las patas; eran salones de baile gigantes, y música divertida y popular. Salvando las distancias, en todo sentido era más parecido a la cumbia que a lo que llamamos jazz ahora, que es muy aburrido y siempre se toca o se mira con cara de culo.

Creo que es un guiño a la esencia verdadera. Con esto no quiero decir que nosotros hagamos jazz, para nada. Pero sí recreamos temas de los jazzeros tradicionales, que eran más rockeros que los jazzeros actuales: eran más drogadictos, más pesados, más bravos, más putañeros y más borrachos que los jazzeros blancos contemporáneos. Creo que Charlie Parker está más cerca de Sid Vicious que de Arturo Sandoval.

—Podríamos citar varios nombres de nuestra escena nacional...

—(Risas).

Continuidad

—Son 15 años de andar. ¿Cómo se sostiene un proyecto así durante tanto tiempo?

—Golpeando a los músicos (risas). Creo que una parte fundamental de esto es la claridad desde el principio: de la formación original somos tres los que estamos, va rotando pero hace cinco años que la banda está estable con estos músicos. Somos una cooperativa de 24 personas, nos tomamos muy relajadamente todo; no teniendo una compañía discográfica creo que se solucionan bastante las cosas; que el manager sea parte de la cooperativa... Que esté todo claro desde el principio es el secreto, y que seamos todos músicos y entendamos que tenemos las libertades de seguir trabajando en nuestras carreras de sesionista o solista, hace convivir a todos en paz. Teniendo los roles claros, hasta dónde va cada uno; teniendo otro compromiso, mandar un reemplazo. Ese tipo de cosas, ese respeto hace que desde hace tantos años no tengamos ningún tipo de problema, que es bastante, dentro de lo que estamos acostumbrados a tocar en muchas bandas y ver las cosas que pasan.

—¿Cómo va a ser la presentación en el Luna Park el 13 de septiembre?

—Nos vamos a dedicar a tocar el disco íntegramente. A partir de ese momento el repertorio de Dancing Mood va a cambiar, es otra de las cosas que nos va a renovar: nos vamos a dedicar a tocar más estos temas propios y algunos que ya se tornaron clásicos nuestros, pero ya nos despedimos de muchos de esos temas. También es un cambio y estamos muy expectantes con lo que va a pasar con este nuevo repertorio, tanto en el Luna como en esta minigira por el interior.

Lobo solitario

—El año pasado salió tu primer disco solista, “Street Feeling”. ¿Qué cosas pudiste expresar ahí que a lo mejor no podías hacer en la banda?

—Más que nada son cosas de proceso, porque es el terreno en el que yo me muevo, estilísticamente hablando; tiene el sonido de Dancing Mood y no toca ningún músico de Dancing Mood, eso me parece loco. Ahí me di cuenta de que el sonido está adentro de la cabeza, y que yo interpreto la mayoría de los instrumentos que están en el disco por lo mismo. Lo que pasa es que era un gusto que me quería dar y me voy a seguir dando, desde hacer un disco y tocar la mayoría de los instrumentos.

A la vez es un concepto y un proyecto que vengo haciendo hace un año y medio, con otro trasfondo diferente al de Dancing, y con otro concepto ideológico. Habíamos dicho que el objetivo con Dancing se había cumplido, que eran estos 15 años de hacer esta música, hacer que la música instrumental se meta dentro del rock nacional y de los pibes jóvenes; es una tarea cumplida que seguiremos haciendo.

Pero otra utopía que tengo es que empecemos a valorar a los músicos que tenemos en el interior del país, la cantidad y calidad que hay es increíble. Lo que vengo haciendo con este proyecto es viajar por todo el país todos los fines de semana, y presento este disco pero con músicos de cada lugar, desde Tierra del Fuego hasta Jujuy. Hice una gira de dos meses por Centroamérica con lo mismo.

Lo que quiero es fomentar a los músicos del país, que por el solo hecho de no vivir en Capital Federal no tienen la llegada que tendrían que tener. También cortar con el mito de que los pibes jóvenes se tienen que venir a Buenos Aires y resignar familia, trabajo y todo, venirse y pasarla mal y que no se les dé bola; porque acá hay un montón de música independiente y les pasa lo mismo estando acá.

Cortar con el mito de que “acá está la posta”, porque no hay ninguna posta. Y que utópicamente, quizás en 15 años (como duró esto de Dancing Mood), o quizás en mucho menos, nos empecemos a mirar para los costados, para adelante y para atrás, y escuchar lo que pasa en otros lados. En México hay bandas que son de Monterrey, y son de Monterrey, otras son de Tijuana y lo mismo, aunque vayan a tocar al DF.

—Pueden girar por todo el país desde su ciudad, y ser reconocidos primero ahí.

—Eso es lo que quiero fomentar, y ayudar a que les paguen: hay muchos músicos increíbles que tienen que pagar para tocar o trabajar de otra cosa porque no se pueden sustentar tocando. Trato de ir y pedir un cachet para que se les pague a los músicos, y darles un poquito de bienestar.

—El no sustentarse no es nada al lado del “pagar para tocar” o el “cero-cero”...

—O el “menos diez”...


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El trompetista, compositor y referente, durante un concierto en la Ciudad Cultural Konex.

Sonidos del hogar

—¿Cómo es la química entre alguien que se expresa melódicamente y una ametralladora de palabras como Karen Pastrana?

—Bien, nos llevamos bárbaro: hace 17 años que estamos en la misma, nos bancamos mutuamente los tiempos de cada uno, hacemos cosas juntos. Pero es buena esa química de la ametralladora de líricas y la ametralladora de notas, nos ayudamos mutuamente con eso, lo que tiene uno le falta al otro.

—Vos tendrías el perfil de “el callado” de la casa...

—Ponele... de la puerta para afuera sí, de la puerta para adentro no (risas).