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¿Por qué huyen los sirios de Turquía a Europa?

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Muchas familias quedan fuera del circuito legal dentro de Turquía y eso los alienta a seguir camino hacia Europa.

Foto: Agencia EFE

 

Shabtai Gold

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dpa

“Turquía es un país seguro. Quédense allí”, dijo el primer ministro de derechas de Hungría, Viktor Orban, que urgió esta semana a los refugiados a no intentar llegar a Europa Occidental cruzando su país. Pero la situación es mucho más compleja de lo que queda planteado en sus palabras.

En Turquía, los refugiados sirios no tienen permiso para trabajar y sufren a diario las carencias tanto de techo como de comida.

Fuentes activistas apuntan que Turquía ha sido sumamente generosa al permitir el ingreso de unos dos millones de sirios y que el gobierno local les ha ofrecido tanto servicios como ayudas por miles de millones de dólares durante los últimos cuatro años. Sin embargo, la situación en el país sigue siendo precaria.

“En Turquía, los sirios no tienen más que un estatus de protección provisorio. Turquía les permite permanecer, pero no les ofrece ningún tipo de seguridad”, explicó el abogado Mustafa Rollas, que trabaja con la Asociación de Derechos Humanos de Turquía IDH.

Rollas explica que muchos sirios tienen “gran temor” de que, al no tener el estatus formal legal de refugiados, puedan regresarlos en cualquier momento a su país de origen, donde el conflicto que estalló en 2011 ya ha dejado más de 240.000 muertos.

La crisis siria surgió en un primer momento como una serie de protestas antigubernamentales pacíficas y derivó en enfrentamientos violentos entre fuerzas rebeldes y el Ejército del régimen de Bashar al Assad, quien continúa al frente del poder.

Nuevo frente

Con el correr de los meses surgieron diversos grupos armados y milicias extremistas, incluyendo agrupaciones vinculadas a la red terrorista Al Qaeda, al tiempo que los sanguinarios combatientes del Estado Islámico (EI) se abrían paso por el país.

“Siria es uno de los peores desastres humanitarios”, señaló Andrew Gardner, investigador turco de Amnistía Internacional. Sin embargo, las cosas sólo mejoran mínimamente para quienes huyen a Turquía.

En los campamentos para refugiados hay aproximadamente un diez por ciento de los sirios que están en el país. El resto está desperdigado: otro diez por ciento no tiene vivienda y muchos otros viven en refugios con graves falencias higiénicas.

Las calles del sur de Turquía y de otras ciudades en la costa oeste del Mediterráneo, desde donde los pequeños barcos se lanzan a la travesía hacia Europa, están repletas de refugiados.

“Estas son las próximas personas que naufragarán en el mar y que serán halladas en las costas”, advierte Rollas.

Garner, de AI, señala varios problemas clave de los refugiados en Turquía que explican por qué se lanzan en busca de una mejor vida a Europa.

“El problema más agudo es la falta de seguridad alimentaria‘, asegura. ‘La gente depende de la caridad y no tiene dinero. No sabe cómo obtendrá comida la próxima semana”.

Circuito informal

La disposición que prohíbe que los refugiados sirios trabajen los empuja al mercado negro. Quienes aspiran a tener un salario algún día se ven ante obstáculos casi imposibles de sortear.

“Muchas personas con las que hemos hablado están haciendo los peores trabajos por muy malas pagas. Les dan la mitad o un tercio de lo que le pagarían a un ciudadano turco”, observa Gardner.

Al igual que Rollas, a Gardner le preocupa que muchos refugiados puedan ser explotados por traficantes de personas que, haciendo falsas promesas, los llevan a embarcarse en travesías que muy a menudo terminan en la muerte.

“El mejor modo de protegerlos es permitirles vivir una vida digna en Turquía”, dice Gardner, quien, sin embargo, insiste en que Europa y otros países de Occidente deben compartir la carga de esta crisis.

Eso implica ofrecer ayuda económica a Turquía, Jordania y Líbano, que ya albergan a 3,7 millones de sirios. Hasta Irak, que vive su propio conflicto interno, ha recibido a unos 250.000 refugiados de su país vecino.

Gardner insiste en que los países desarrollados deberían abrir sus puertas a quienes precisan ayuda y quieren reconstruir sus vidas.

“El nivel de reasentamiento es muy insuficiente en relación con el nivel de crisis”.