editorial

  • Un chico de Alto Verde está internado en el hospital de Niños por su adicción a las drogas.

Adicto a los 12 años

La historia de un chico de apenas 12 años que debió ser internado en el Hospital de Niños Orlando Alassia por su adicción a las drogas, dejó perplejos a muchos en la ciudad de Santa Fe. Es que, a decir verdad, es la primera vez que en el nosocomio atienden un caso con estas características.

Sin embargo, la situación no debería sorprender demasiado. Desde hace años, los niños en situación de calle que aspiran pegamento o consumen todo tipo de estupefacientes se han convertido en parte del paisaje de las grandes ciudades del país. Quien no los ve es porque, simplemente, no quiere hacerlo.

Según relata la madre de este chico, desde hace tiempo es adicto a la marihuana y al clonazepam (fármaco que sólo se vende con receta): “En Alto Verde, esto circula como el agua”, asegura.

Seguramente, un contexto familiar difícil contribuyó para que este niño acabara en una cama de hospital, convertido en adicto a tan corta edad. Sin embargo, esta explicación no puede convertirse en argumento válido para negar una problemática social que se profundiza y extiende.

Las autoridades del Hospital Alassia son conscientes de la situación. Reconocen que, si bien hasta ahora se trata de casos excepcionales, tendrán que estar preparados para actuar en un contexto que tiende a empeorar.

Según el último informe dado a conocer por la Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico (Sedronar), en la provincia de Buenos Aires la edad de inicio en el consumo de drogas oscila entre los 12 y los 16 años. Dentro de este universo, el 20,7 por ciento lo hace a los 13 años y el 11,6 por ciento a los 12, lo que muestra un inicio de consumo cada vez más precoz.

Por lo general, estos chicos consumen marihuana o pastillas. Y en los sectores marginales, el consumo de paco y la inhalación de diferentes productos tóxicos se observa en niños de muy cortas edades.

Las instituciones del Estado no están a la altura de las circunstancias. En muchos casos, estos chicos terminan siendo ayudados por organizaciones no gubernamentales dedicadas a trabajar con este tipo de problemáticas.

El complejo drama del consumo de drogas continúa sin ser abordado de manera centralizada y abarcadora. De hecho, lo mismo ocurre con los adictos mayores de edad que no tienen a su alcance la posibilidad de recibir atención en el sistema privado de salud.

Frente a situaciones como la que atraviesa este chico de Alto Verde, suelen tener participación ámbitos tan diversos como los Juzgados de Menores o la policía -cuando delinquen-; la Subsecretaría de Derechos de Niñez, Adolescencia y Familia; el dispensario barrial; la escuela o los hospitales. Cada área se limita a realizar su trabajo. Pero, ninguna atiende al niño y sus problemas como un todo.

En este caso puntual, la madre asegura que en un primer momento acudió a la Defensoría Zonal de Alto Verde. Luego, tuvo contactos con el Equipo Central de Intervención de Niñez y Adolescencia (Ecina), que depende de la Municipalidad. Después de un año, logró que derivaran al pequeño a una psicóloga del Hospital de Niños. Sin embargo, el chico apenas si asistió a dos consultas porque se escapaba para volver a consumir.

Probablemente, las personas de los distintos estamentos públicos que tuvieron contacto con este caso hicieron lo que pudieron para cambiar la situación del niño.

Sin embargo, el problema de fondo sigue siendo la inexistencia de un verdadero sistema de atención. Una respuesta integral que se torna imprescindible, frente a una realidad social que, lejos de mejorar, muestra graves evidencias de deterioro.

En los sectores marginales, el consumo de paco y la inhalación de diferentes productos tóxicos se observa en niños de muy cortas edades.