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El origen de los linchamientos y reflexión sobre la justicia

ORLANDO AGUSTÍN GAUNA

DNI. 6.255.319

Charles Lynch fue un revolucionario estadounidense que encabezó una irregular Corte en Virginia para castigar a un grupo de conservadores acusados de varios incidentes durante la Guerra de la Independencia de los Estados Unidos. Estos reos fueron absueltos de todos los cargos por el jurado que debía juzgarlos.

Lynch con un grupo de vecinos “juzgó”, “condenó” y ahorcó a los acusados. Su nombre dio origen al término “linchamiento”. Es un acto que está fuera de la ley, por ser el Estado el que debe sostener el monopolio de la fuerza (ius puniendi). En nuestro país, una Justicia garantista “garantiza” los derechos humanos de los delincuentes, en desmedro de los derechos humanos de los ciudadanos que viven dentro de la ley y que aportan con su trabajo al sostenimiento de la Nación.

Un gobernador es asesinado por su esposa y ésta permanece en libertad luego del crimen, y cuando, juzgada, es condenada, se dispone que cumpla su prisión en un establecimiento asistencial de salud. A violadores sexuales y asesinos se les conceden salidas transitorias y libertades anticipadas sin ningún control, habiéndose comprobado luego que reincidían en sus delitos. Otros presos se unen al “Vatayón militante” para obtener “salidas culturales”.

Así, la inseguridad, que aumenta exponencialmente debido a los elevados índices de pobreza y exclusión social, encuentra en la impunidad otro elemento para su crecimiento, obligando a los ciudadanos que no delinquen a vivir enrejados, lo que tampoco alcanza para brindarles seguridad.

Días pasados, en la ciudad de Santa Fe, dos delincuentes asaltaron a una persona y huyeron en moto. Un vecino advirtió el delito y los persiguió en auto, mientras por celular dio aviso a la policía. En su fuga chocaron contra un automóvil, cayeron y continuaron su huida a pie. Entonces varios vecinos se sumaron a la persecución, alcanzaron a uno de ellos y le dieron una feroz golpiza, hasta que la policía lo rescató de manos de los vecinos. Luego, una Justicia garantista lo liberó para que pudiera continuar delinquiendo.

En Buenos Aires, el periodista Ángel “Baby” Etchecopar, víctima de un asalto, en defensa propia debió dar muerte a uno de sus agresores y herir a otro. El delincuente muerto estaba gozando de la libertad condicional que le había otorgado nuestra Justicia garantista. La mayor parte de nuestra sociedad aplaude la golpiza propinada al delincuente en Santa Fe y el homicidio cometido por Etchecopar. Del mismo modo que repudia los beneficios concedidos a la Sra. Susana Freidoz, asesina del entonces gobernador de Río Negro.

Acaso, ante tanta injusticia de la Justicia se esté provocando a los ciudadanos a hacer justicia por sus propias manos.

Ojalá la Justicia comience a hacer justicia, para que no se produzcan más linchamientos.