ENTREVISTA CON RAQUEL CANÉ

“Ilustrar es una voz propia”

“Ilustrar es una voz propia”
 

Estanislao Giménez Corte

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Raquel Cané escribe, ilustra y diseña. Trabajó en agencias de publicidad y en las míticas Humor y Sex humor; en Rolling Stone y en Ediciones B. Ha diseñado e ilustrado (en algunos casos) portadas de libros para diferentes sellos editoriales de Argentina, México y España (Alfaguara, Taurus, Aguilar, Suma de Letras, Mondadori, Plaza & Janés, Sudamericana, Suma de Letras, De Bolsillo, Capital Intelectual). Ha ilustrado libros de otros autores: las colecciones Jorge Luis Borges y Jane Austen para Random House Mondadori y “La vida íntima de Laura”, “Casi de verdad”, “Cómo nacieron las estrellas”, de Clarice Lispector, entre otros tantos. Como autora e ilustradora de sus propios textos podemos mencionar “El libro del miedo”, “Sopa” y “Soy”. Dentro del género álbum, pero inéditos aún, se cuentan “Nube” y “Barba azul”; también inéditos, pero sin ilustraciones, se destacan “Descarne” y “Dos, una habitación”. Aquí, una síntesis del diálogo con la autora.

—Escribís, diseñás e ilustrás. Son tres actividades que pueden verse como muy vinculadas o consecutivas, dependiendo del caso, o como áreas diversas de relacionarse con el arte y/o la creación. ¿Cómo es o fue en tu caso? ¿de qué forma te acercaste a una y a las otras?

—Dibujo y escribo desde que tengo memoria. Puede decirse que ambas fueron notaciones, bitácoras, en su inicio. Desde niña llenaba los márgenes de los cuadernos con dibujos o palabras, indistintamente. Mi familia siempre fue lectora, creo que es un hábito que se hereda en cierto modo, se aprende. El diseño llegó después, como formación, o aproximación a ese universo, y creo no es casual que empezara “leyendo” los mundos de otros a través del diseño, antes de mostrar mi mundo en texto e imágenes, de hecho son muy recientes los libros publicados de mi autoría.

—¿A qué le dedicás más tiempo? ¿cuál es, si es posible escoger una, la que más te representa?

—El tiempo está repartido, hace mucho que trabajo en forma independiente, y aunque soy mamá, lo cual me atiene a horarios y rutinas, he encontrado un caos organizado en mis procesos creativos. A veces pienso que es una bendición (otras no), cuando me bloqueo con un texto y salto a diseñar una tapa, o garabateo en una hoja, o me siento a golpear el piano un rato y todo se ordena.

Muchas veces me pregunté si tenía que elegir una y sólo una... No creo en las definiciones, siento que cada cosa que hago es parte de lo mismo, sólo cambian los canales, soportes o maneras de decir. Estoy agradecida, con los años voy tomando conciencia de la responsabilidad y el compromiso que tiene uno ante esa posibilidad, que a muchos les es negada, el decir. Los que “creamos” somos simples testigos, afortunados de imprimir una mirada. Yo me propongo cada mañana, hacerme el mate, patear el ego y sentarme a laburar. ¿Si tuviera que quedarme sólo con una? Robo la respuesta de Violeta Parra, “me quedo con la gente”.

—Trabajaste en importantes revistas y editoriales. ¿Cómo es el procedimiento o mecanismo de trabajo con las editoriales y, en especial, con los autores (tenés relación con ellos -en el caso de que sean contemporáneos (obviamente)? ¿Tenés libertad para elaborar tus diseños, debés leerlos antes de poder trabajar sobre la obra, seguís una línea determinada?

—Por lo general trabajo con el director de arte de cada editorial, quien me da una sinopsis del libro, informes de lectura y el libro completo. A veces, de no ser suficiente, nos reunimos con el editor. Diseñar una portada es trabajar no sólo con el texto del libro sino con el discurso que construye un editor o un sello sobre ese libro, o a veces sobre ese autor. Con los autores prácticamente no tengo contacto, a muchos los conozco pero no por el proceso creativo del diseño de su portada. Tengo mucha libertad, al menos en las propuestas, puedo plantear distintos abordajes conceptuales o estéticos de un mismo libro. La decisión está en manos de la editorial...

—¿Cómo definirías tu escritura, ya sea por estilo o por género? ¿quiénes son tus influencias, temáticas, intereses, en la prosa o en la poesía? ¿cómo es el trabajo de ilustración que hacés sobre tus propios textos?

—Escribo poesía, canciones, relatos. No sé si puedo reconocer cuáles son las influencias en mi escritura. He leído y escuchado erráticamente de lo más diverso. Sería deshonesto decir con quién me identifico porque no lo sé o no lo pretendo tampoco. Lo que ha sido publicado hasta ahora dialoga en un estado de paridad absoluta con la ilustración, son libros-álbum. El proceso creativo del libro-álbum, en mi caso, siempre tuvo modos distintos. Ilustrar es una voz propia que construirá una mirada sobre un texto. Todavía los ilustradores luchamos para ser reconocidos como autores, aún entre los que supuestamente “entienden”, editores, escritores, etc. Pienso que la ilustración, en general, ha crecido muchísimo, y es un campo de expresión y de experimentación muy intenso hoy en día.

—¿Qué cosas se valoran del trabajo independiente y qué cosas destacás de tus anteriores ocupaciones profesionales en relación de dependencia?

—El trabajo en dependencia es coral, enriquece la confrontación con el otro, el intercambio, es de gran aprendizaje. Soy afortunada por haber encontrado personas muy generosas, diseñadores, fotógrafos, editores, ilustradores, escritores, que me enseñaron, me tuvieron paciencia, me exigieron, confiaron... Como independiente, agradezco la libertad horaria, “mi casa-mi mundo”, recordarme que antes de ser una diseñadora, una asistente o directora, soy Raquel. Suena ingenuo, pero para mí no lo es. Uno es más allá de los quehaceres, y a pesar de que hay días que marea un poco, que tiene algo de equilibrista, o monje en el claustro, elijo el desafío.

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La autora actualmente está ilustrando un texto de Atahualpa Yupanqui y una antología de Sharon Olds; dicta talleres para niños de 9 a 12 años y realiza tutoría de proyectos de libros ilustrados.

Foto: ARCHIVO