El cine como arte popular

50 películas que conquistaron el mundo

¿Qué tienen en común “Blancanieves y los siete enanitos”, “Los cazafantasmas” y “Titanic”? Todas ellas se encuentran entre las películas más taquilleras en la historia de Estados Unidos. La pregunta es: ¿por qué? Y a ella intenta responder el crítico de cine Leonardo D’Espósito.

Redacción El Litoral

Agencia DPA

“El criterio económico hablaba de algo: el éxito del público. Entender por qué estas películas fueron tan vistas me obligaba a romper con mis gustos y prejuicios para encontrar una explicación, si se quiere, más democrática que el autocrático criterio del gusto propio”, comienza a explicar el crítico de cine Leonardo D’Espósito acerca de su flamante libro “50 películas que conquistaron el mundo” de Editorial Paidós.

Según él, el gran triunfo de Hollywood fue haber monopolizado la exportación de cine. Por eso, los títulos que figuran en la lista no difieren demasiado de los que fueron un éxito en otras latitudes.

Entre los 50 títulos más taquilleros hay para todos los gustos: desde “Lo que el viento se llevó” (1939) hasta “Los Vengadores” (2012), pasando por “Love Story” (1970) y “El padrino” (1972).

Sin embargo, todos ellos tienen algo en común: se trata de “filmes de gran espectáculo que concentran de un modo contundente ideas y tendencias, tanto sociales como estéticas, que giran libres en cada época y que, en un momento determinado, cristalizan en un espectáculo masivo”, afirma el crítico.

Es así como, tras la Segunda Guerra Mundial, “en pleno auge del anticomunismo, en plena paranoia nuclear, en pleno embate de la pantalla grisácea de la televisión, Hollywood pensó que lo mejor era encomendarse a Dios”, escribe D’Espósito. Por eso, los años 50 fueron testigos de una andanada de películas religiosas, capaces de competirle a la TV y de resaltar los valores más tradicionales como “El manto sagrado‘”(1953), “Los diez mandamientos” (1956), y la más recordada de todas, “Ben Hur” (1959).

Tras el asesinato de J.F.Kennedy en 1963 y la escalada en Vietnam, estas películas comenzaron a “sonar falsas”. Los 70, en cambio, marcados por esta contienda bélica, el escándalo de Watergate y la revolución sexual, fueron, según el crítico, “una década de conflictos espirituales muy fuertes”. “En 1973, EE.UU. parecía haberse ido al diablo”, escribe. Y ese fue justamente el año de estreno de “El exorcista”.

Es decir que, para D’Espósito, el cine da cuenta de algo preexistente antes que ser una maquinaria al servicio de inocular o transmitir ideologías, de “formar opinión”.

Para su análisis, D’Espósito parte de una premisa clara: el cine es, antes que nada, “un arte popular”. “Nunca hay que olvidar que Emma Bovary no es más real que Bugs Bunny. Y que ambos, probablemente y por cómo forjan nuestra memoria, son más reales que nosotros mismos”, escribe.

Y es que, no le gustan las visiones elitistas sobre el cine. “Todavía es un arte que llega a un público muy amplio, por lo cual los que nos dedicamos a escribir sobre él tenemos constantemente el estímulo para la discusión. Pero eso solo se da si y solo si se mantiene como un arte popular. Si no, es solo un juego de especialistas, un conocimiento de elite, que excluye”, explicó.

Esta visión no elitista le permite armar genealogías inesperadas e interesantes entre los films. Al final de cada capítulo, el crítico sugiere en su libro ver otras tres sólo en apariencia disímiles. Es así como, al final del capítulo sobre “Pinocho” (1940), de Walt Disney, sugiere ver “Los 400 golpes” (1959) de Francois Truffaut, uno de los padres de la nouvelle vague francesa, en tanto se trata de dos películas que tienen que ver con la educación moral de un niño.

“Creo que hay poca imaginación en la crítica. Que es, aunque suene medio pedante, un ejercicio poético. Un crítico no tiene ‘razón’ sino que usa lo que conoce para ofrecer una mirada a otros sobre un hecho en este caso artístico. Y como pasa con todo arte cuando termina de construir su academia, se ata a un canon. Eso mata o esteriliza al arte”, concluye.

El gran triunfo de Hollywood fue haber monopolizado la exportación de cine. Por eso, los títulos que figuran en la lista no difieren demasiado de los que fueron un éxito en otras latitudes.