También se cortó el camino a La Boca

La crecida del río inundó La Vuelta del Paraguayo

Al mediodía eran 49 los evacuados en el barrio costero. El río creció más de 40 centímetros desde el lunes y se ubicó a 3 del nivel de alerta, que es 5,30 metros.

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Dios está viniendo. Es lo que decía un cartel clavado a un árbol a la vera de la única calle de La Vuelta del Paraguayo, por donde circulaban hoy los camiones para evacuar a los vecinos mientras ingresaba el agua. Fotos: Flavio Raina

 

Nicolás Loyarte

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@nicoloyarte

Horas críticas se vivían hoy, durante la vigilia de Nochebuena, en La Vuelta del Paraguayo por el avance del río que inundaba el barrio costero ubicado en la orilla del riacho Santa Fe, junto a la Ruta Nacional 168.

Desde anoche el agua avanzó con velocidad y esta mañana ya había inundado gran parte del barrio. Según el registro de la Prefectura Naval, en 24 horas el Paraná creció doce centímetros en nuestra ciudad y alcanzó los 5,27 metros, a tres centímetros del nivel de alerta, y a 43 centímetros del nivel de evacuación.

Esta situación activó la alarma del municipio que, pese al asueto dispuesto por el Ejecutivo por la Nochebuena, dispuso sendos operativos sanitarios y de evacuación en la zona.

Esta mañana los empleados municipales cargaban bolsas de tierra y arena para construir defensas e intentar frenar el avance del agua sobre la única calle de acceso a La Vuelta del Paraguayo, al tiempo que otros avanzaban en camiones hacia el fondo del barrio para evacuar a las familias que ya se habían inundado antes de que la crecida lo inunde todo.

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¿Feliz Navidad? Es una expresión de deseo para este señor, que previo a la Nochebuena debió cargar sus pertenencias en un camión y abandonar su hogar.

En el refugio

Mientras tanto, en el portón de acceso al refugio dispuesto por el municipio sobre calle Demetrio Gómez —fuertemente custodiado por la Guardia de Seguridad Institucional— algunos vecinos reclamaban con dramatismo que los asistan y evacúen, y que les permitan ingresar para ocupar una de las casillas que se estaban construyendo en el predio destinadas a alojarlos.

Al mismo tiempo, en el interior del refugio, voluntarios y empleados municipales construían contrarreloj las últimas casillas para evacuados -estimaban que levantarían entre 38 y 40, dijo un encargado de la obra-, donde ya había alojadas esta mañana 14 familias: 49 personas (33 mayores y 16 menores), y se estimaba que el número de evacuados crecería hoy considerablemente con el correr de las horas.

Pese a las quejas de algunos evacuados, las condiciones de alojamiento eran bastante dignas. Las casillas lacustres montadas sobre pilotes cuentan con techo de chapa con aislación térmica, piso de madera y energía eléctrica. Los baños químicos son comunitarios y se estaba montando una red de cañerías para habilitar canillas de agua potable cerca de las casillas (por ahora la buscan en baldes). Lo que más le molesta a los evacuados es el estricto control de la GSI que les impide el ingreso al predio a familiares y no les permiten salir de noche.

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Contrarreloj. Pese al asueto, era intenso el movimiento de empleados municipales que levantaban esta mañana las casillas en el predio para alojar a los evacuados.

Evacuados en Navidad

Miguel Pérez y Ximena Chávez son dos de los ocupantes de la casilla Nº 5, junto a sus hijos Juan, de 9 años y Sol, de 5. “Llegamos hace dos días, porque mi casa quedó bajo agua”, relató Ximena, de 27 años. En su interior desplegaron la cama matrimonial, una cucheta, la cocina, la heladera, el televisor, un ropero y una mesa con sillas. A las 10 de la mañana había 27º de temperatura y adentro de la casilla el calor se soportaba mejor que a la intemperie al rayo del sol.

La familia Pérez ya está acostumbrada a escapar del agua en las reiteradas inundaciones. “Tenemos carrera en esto”, dijo con resignación Ximena, aunque admitió que esta vez “el agua llegó muy rápido, de la noche a la mañana”.

—¿Cómo están acá?

—Bien, muy conformes. A diferencia de otros años estas casillas tienen piso y no andamos en la tierra y el barro. Yo no uso el baño químico porque lo usan todos y no me gusta, así que voy a lo de mi mamá, que vive acá cerca. Llevo a los chicos y además nos duchamos.

—Yo me quedo allá -interrumpió la madre, Alicia Rodríguez, que estaba de visita, “porque tengo primer piso, entonces se inunda pero yo llego en canoa”.

—¿Cómo creés que será pasar la Nochebuena acá?

—Como tenemos horarios de entrada y salida, que hace que parezca que estamos en la cárcel, y no dejan pasar a los familiares, vamos a ver si nos quedamos acá solos o nos vamos a pasarla a lo de mi mamá, bajo agua, no nos va a quedar otra. Es feo y también nos da miedo por los robos.

5,71

metros

es la altura del río Paraná que proyecta el INA en Santa Fe para el 2 de enero.

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La vida es bella. Es el nombre de la obra cinematográfica de Roberto Benigni. Como ocurre en el film, pese al drama ella salta la soga con una sonrisa en sus labios.